Agencia La Oreja Que Piensa. Por Carol Calcagno (*)
La partida de Subiela, me conmovió. Y con humildad, siento la necesidad de compartir este consejo. Pasó hace 6 años. Tenía un guion, un borrador de guion y quería consultar con algún director de cine. De esos que tienen historia. Y le escribí un mail a Eliseo.
Días después, me contestó:
Date: Wed, 14 Dec 2011 08:42:41 -0200
Subject: Re: Guión
From: subiela@fibertel.com.ar
To:
Hola Carolina:
Finalmente me llegó tu correo. Gracias por pensar en mis películas.
Lo que me enviaste es “una punta, algo prometedor, que puede transformarse en una historia, y luego en un guion, si trabajas mucho.
Tenés que transformar todos tus pensamientos “poéticos” en acciones “dramáticas”.
Las distintas escenas presentan a la poesía, como la respuesta a los replanteos existenciales que giran alrededor de esta particular familia... OK. ¿Cómo? Quizás ya lo tengas resuelto. Si no, trabajá.
“Que la inspiración te sorprenda trabajando”
Un cordial saludo
Eliseo.
Trabajar, trabajar, trabajar. Es lo que demostró en todas sus creaciones. Hasta los últimos días en que se lo encontró rodando Corte final (2016), largometraje que homenajearía a la pantalla grande, interpretado por Miguel Ángel Solá y Selva Alemán.
Subiela, tenía una cierta particular. Pero más que todo, detrás de tantas imágenes bien logradas, se veía un alma con un largo camino vivido. Solo basta observar en aquellas obras más destacadas como Hombre mirando al Sudeste (1986) representada por Hugo Soto, a través del fantástico personaje de Rantés, y Lorenzo Quinteros en la piel del Doctor Julio Denis. O No te mueras sin decirme adónde vas (1995), con Mariana Arias y Dario Grandinetti. Que nos traslada hacia los túneles del tiempo donde los reencarnaciones, y los sueños y los reencuentros son posibles de concretar, si están guiados por el amor.
En la mayoría de sus películas, las escenas envolvían un realismo mágico entre el misticismo y la vida diaria. Dio a luz a personajes que con sutileza trasmitían mensajes angelicales o no tanto, pero que coincidieron en generar espacios de reflexión sobre la existencia misma.
También descubrimos que la poesía atesoraba formas. La forma que Oliverio retratado, una vez más, por Dario Grandinetti en El lado oscuro del corazón (1992) invitaba a volar entre fragmentos de Mario Benedetti, Juan Gelman y, el mismísimo Oliverio Girondo, buscando el eterno enamoramiento. Aquel que cualquier ser humano desea. Años más tarde, podía reflejarse en Despabílate, amor (1996)
Eliseo, sabía viajar entre la vida y la muerte. Y entre mundos paralelos, haciéndonos creer que todo es posible, tan posible como la existencia de un hada en la caja de un supermercado, que Julieta Ortega argumentó en Pequeños Milagros (1997).
Y también hizo televisión, y tuvo una escuela de cine en Belgrano y formó alumnos, y recibió premios, pero sobre todo y bajo ninguna duda, la inspiración, siempre pero siempre lo encontró trabajando.
Hoy, 27 de diciembre estaría cumpliendo 72 años. Sin embargo, eligió Navidad, donde todo re nace para partir de este mundo. Y de manera nostálgica dejarnos ver sus películas. Y permitirnos resurgir una y mil veces, comprendiendo que a través del arte, el alma nunca muere.-
(*) Periodista. Escritora.