Agencia La Oreja Que Piensa. Por Luis Blaugen -Ballin (*)
EL 5 de abril de 1998 Bob Dylan, previo a un concierto en Buenos Ares, se apersona en el Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, donde visita a chiquitos que estaban allí internados. Recuerdo perfectamente el hecho, es más: él había pasado desapercibido (a la manera de Dylan, digamos).
El médico Alejandro Ellis hizo de anfitrión ese día y en exclusiva para La Oreja Que Piensa relata pormenores del encuentro. Como dijo el poeta canadiense Leonard Cohen, “Bob Dylan es uno de esos personajes que sólo aparecen una vez cada 300 o 400 años”.
Experiencia de la visita de Bob Dylan al Hospital de Niños “Ricardo Gutiérrez” de Buenos Aires.
Por ALejandro Ellis.
“Una tarde de una semana cualquiera de trabajo, recibí una llamada de un periodista, quien había obtenido mi nombre, no me acuerdo exactamente a partir de quién, probablemente los padres de un paciente mío de consultorio, en donde me decía que Bob Dylan, quien venía a cantar a la Argentina, tenía interés en conocer el Hospital de Niños y hacer una visita informal, en un día poco concurrido.
No quería, según me dijeron, gran publicidad ni mucho menos, y su visita pasaría relativamente desapercibida.
Lo hablé con el Dr. Nochetto, Director del Hospital por el momento, y quedamos que yo lo recibiría un día de fin de semana.
Por entonces, una médica residente de la Unidad 6, lugar donde yo trabajaba como médico de planta, de nombre Verónica, era fanática de Bob Dylan y tenía todos sus “discos”. No existía Spotify, You tube… por entonces.
Le dije que el domingo vendría Bob Dylan al Hospital y le pregunté si quería conocerlo. No me creyó. Pensó que la estaba “cargando” y que como sabía de su fanatismo por el cantante, le decía eso.
Le aseguré que era verdad y le dije que debía hacer guardia ese domingo para conocerlo. Su sorpresa fue mayúscula cuando divisó aquel día, a través de la ventana que mira hacia el jardín y senderos que existen entre los pabellones, a su ídolo. Pocos minutos después traspasó la puerta de la Unidad 6, y emocionada y con las mejillas enrojecidas le dio la mano. Yo mismo le dije a Bob en inglés, que ella estaba contentísima de conocerlo.
En breves minutos le mostramos la sala con sus habitaciones, entró a una de ellas, le tomaron una foto con un paciente oncológico que tenía larga estadía en el Hospital, agradeció y finalmente se fue como había llegado, en sigilo.
No obstante todo el Hospital se enteró del acontecimiento y en su retirada se observaban caras de curiosidad a través de las ventanas de los diferentes pabellones de internación. Su objetivo era conocer el Hospital para hacer una donación a la Cooperadora del mismo.
Resultó curioso, y en esto creo que coincidimos muchos, que cuando uno piensa en un personaje famoso lo imagina físicamente mucho más grande de tamaño, de lo que verdaderamente es. Bob no era enorme, más bien pequeño, delgado y muy humano. Su lugar en la historia de la música, sin embargo, es y será en el futuro, enorme”.
El primer disco de Bob Dylan
Por estos lares sale en el ’65, tres años después de su debut discográfico: la CBS saca el simple Como un vagabundo/Tristeza de ausencia; ese año coincide también con el arribo del primer disco de Dylan a Cuba, donde confluyen Miguel Grinberg, Nicanor Parra y Allen Ginsberg (hay una foto de los tres juntos): Miguel introduce el primer disco de Los Beatles en la isla y Allen el de Dylan. Esto lo contó Miguel.
Dos años luego, se edita exclusivamente en la Argentina y el Uruguay “El trovador de nuestro tiempo”-Poeta o profeta?, conteniendo un compilado de grabaciones de Bob.
Uno de los primeros en hacer versiones castellanas de sus temas fue Sandro en el ‘66. También Gastón Ciarlo “Dino”, Los Iracundos, y la versión de “Soplando en el viento” (que vendría a ser algo así como que la respuesta está flotando o titubeando en el aire) de Ricardo Cantalapiedra en los ’70 titulada Saber que vendrás y que se tocó en todas las iglesias católicas de Hispanoamérica.
Cuando Dylan visita nuestro país va al gimnasio del Almagro boxing club este admirador de Rubin “Hurricane“ Carter.
No sólo dio recitales en Buenos Aires, sino también en el Orfeo Superdomo y en el Hipódromo de Rosario.
En una de sus visitas a nuestra patria, nadie fue a buscarlo al aeropuerto y terminó tomándose un taxi hacia el hotel. El muchacho que tenía que ir a recibirlo a Ezeiza se quedó dormido.
En los ’70 iba a sacar un disco en español; el mismo quedó trunco y sus resabios integran los temas del LP “Desire”, donde aparecen frases en nuestro idioma que se van colando entre las pistas.
“¿Cuánto tiempo más seguirán volando las balas de cañón
Antes de ser prohibidas para siempre?
La respuesta, mi amigo, está soplando en el viento,
La respuesta está soplando en el viento”.
(*) Comunicador social.