Agencia La Oreja Que Piensa, desde Berna, Suiza. Por Sergio Ferrari.
¡Cumplan con sus promesas! Es el mensaje central de la Carta Abierta que con 70 firmas fue enviada este 30 de marzo a los directivos de la trasnacional helvética Glencore PLC. Prestigiosas personalidades de la sociedad civil suiza – de la esfera política al mundo de la cooperación pasando por teólogos y académicos- exigen a la empresa suiza que cumpla los compromisos asumidos con las comunidades de Tamaquito y el Hatillo, en el noreste de Colombia.
Exactamente un año después del viaje conjunto a ese país sudamericano de su patrón Ivan Glasenberg y representantes del Grupo de Trabajo Suiza Colombia (ASK en sus siglas en alemán), las condiciones no han mejorado para la población afectada/reasentada debido a la presencia de la trasnacional helvética.
Una de las gigantes mundiales de la compraventa de materias primas y alimentos y líder en los sectores cobre, zinc, plomo y carbón.
La Glencore PLC contaba en 2013 con 190 mil empleados que aseguraban sus operaciones en más de 50 países, donde posee 150 minas y sitios de producción, barcos, una red mundial de logística con oficinas, tanques y bodegas. Su valor de negocios en ese mismo año se estimaba en 239.000 millones de dólares.
A un año de la visita conjunta a Colombia el balance de Stephan Suhner, uno de los responsables del Grupo de Trabajo Suiza –Colombia es contundente: “la Glencore no respetó ni la buena voluntad que mostraron las comunidades de recibir a la comitiva, ni la de nuestra coparte colombiana PAS y del Grupo de Trabajo Suiza-Colombia de participar en una misión con desenlace incierto”. Entrevista exclusiva.
P: ¿Cómo se explica esta carta pública crítica que diversas personalidades suizas acaban de enviar a la dirección de la Glencore?
Stephan Suhner: En ella insistimos, como lo hicimos durante nuestro viaje común a Colombia hace un año (entre el 26 y 29 de marzo), que la Glencore debe ser más transparente. Que trate a las comunidades afectadas con respeto y dignidad y que cumpla las normas internacionales. Este es el contenido esencial de la misiva al Señor Ivan Glasenberg que cuenta con el apoyo de más de 70 personalidades del mundo académico, político, eclesial, sindical, de ONG, así como de ciudadanos comprometidos.
Después de nuestro viaje y de nuestro Informe Sombra presentado en abril 2015, nuestras recomendaciones no han sido seriamente consideradas. La Glencore ha traicionado las expectativas de las comunidades afectadas. Y parece no querer escuchar las voces críticas de la sociedad civil suiza.
P: Esta nueva iniciativa pública indica que el viaje que ustedes realizaron con el director de la Glencore a Colombia no aportó gran cosa al entendimiento mutuo…
R: Lo que intentábamos con el viaje era que el Sr. Glasenberg se sentara con las comunidades y escuchara sus demandas. Y que pudiéramos informar a la alta gerencia de la Glencore, de primera mano, sobre muchos problemas que vemos como resultado de su presencia en Colombia.
Hay que reconocer, sin embargo, que el viaje y las fechas resultaron de una propuesta de Glencore. El contexto: el Grupo de Trabajo Suiza-Colombia junto con su co-parte colombiana Pensamiento y Acción Social (PAS) íbamos a publicar un Informe Sombra sobre la sostenibilidad de Glencore en Colombia, y sometimos previamente el mismo a la trasnacional para que nos envíe una respuesta escrita.
Con el viaje, ellos intentaron influirnos para cambiar nuestro informe. Nosotros buscábamos abrir el debate con la empresa luego de la publicación del documento, no antes. Desde que lo hicimos público -que no modificamos en nada luego de la visita conjunta a ese país sudamericano-, el interés de la Glencore de conversar con nosotros fue menor, lo que demuestra que temían al Informe, pero que no buscaban realmente cambiar su política in situ.
Otro elemento del viaje fue la de permitir darle una continuidad a la iniciativa de los ciudadanos solidarios del distrito de Affoltern am Albis. Es una región del Cantón de Zúrich donde el Sr. Glasenberg tiene su residencia y, por lo tanto, paga sus impuestos. En votación popular, en 2013, decidieron que una parte de esos impuestos recibidos fuera destinada a ONG solidarias con el Sur. Un grupo de representación de la Comuna viajó a Colombia en enero de 2015 para evaluar in situ la política de la Glencore y luego presentaron un informe muy crítico contra la trasnacional suiza.
P: ¿Cuáles fueron los compromisos que asumió la Glencore luego de la misión con el ASK y PAS?
El Sr. Glasenberg, en tanto que patrón de Glencore, hizo básicamente dos promesas concretas: que había que asegurar el suministro del agua a la comunidad indígena de Tamaquito , y que el proceso de reasentamiento de El Hatillo tenía que avanzar más rápido pero con buenas prestaciones a la comunidad, para lo cual Glasenberg iba a buscar el apoyo de las direcciones de las otras dos empresas involucradas, Drummond y Goldmann Sachs.
De los muchos temas conversados durante las visitas a las Comunidades, era evidente la necesidad de cambiar y mejorar muchas de las políticas de la Glencore. Varias comunidades en los departamentos de la Guajira y del Cesar pidieron más tierra en los nuevos asentamientos, un carácter rural de los mismos, proyectos productivos, servicios básicos de calidad como agua potable, pero sobre todo reconocerles su dignidad y cultura étnico/rural.
P: ¿Cuál es el estado del cumplimiento de esos compromisos un año después de que el ASK y PAS presentaran su informe extremadamente crítico contra la trasnacional helvética?
R: Realmente, casi nada se ha cumplido. Agua para Tamaquito: si bien se le envía agua en tanques, la cantidad es insuficiente y la calidad dudosa. La comunidad no sabe de dónde proviene. Aun no hay una solución duradera de proveerles suficiente agua de buena calidad, si bien se sigue negociando. Viendo que el aprovisionamiento del vital líquido es una necesidad primordial, esta situación es escandalosa. ¡Hay que recordar que el gobernador indígena de Tamaquito había exigido una solución a esta problemática en la Asamblea de Accionistas de la Glencore en mayo de 2014! Ni Tamaquito ni las otras comunidades reasentadas en la Guajira han visto progresos significativos de su situación, por ejemplo a nivel de disponibilidad de tierra agrícola y riego; proyectos productivos y generación de ingresos. Las comunidades se sienten, simplemente, frustradas y burladas.
En cuanto al Hatillo, la situación es un poco más compleja. Se ha dado una reingeniería del equipo de reasentamiento y ha entrado un nuevo operador con experiencia en reasentamientos en Colombia. Y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo Humano (PNUD) se encarga de implementar proyectos productivos. Esto dio algo de aire al proceso. Hay ahora mucho más reuniones, se negocian muchos temas a la vez, lo que significa, también, mayor carga para los líderes comunitarios. Sin embargo, no se ha logrado cerrar, prácticamente, ningún tema de la negociación. Es decir, volvemos a los problemas de hace un año largo, antes de nuestra visita. Y falta alcanzar progresos esenciales que renovara la confianza de la comunidad en este proceso.
P: ¿Significa que la Glencore no cumplió lo pactado, lo prometido? ¿Cómo caracterizan ustedes este no cumplimiento: falta de voluntad, olvido, subestimación de las necesidades esenciales de las comunidades que padecen las consecuencias de la actividad de esta empresa suiza?
R: ¡Olvido no es! Ya que nosotros nos encargamos de recordarles cada rato su incumplimiento. Siento que se trata de una actitud resultado de la falta de voluntad y de la mentira pura y simple.
Falta de voluntad, en primer lugar, para entender las demandas básicas de las comunidades y comprender la vida que ellas añoran. Y, en segundo lugar, para hacer bien las cosas que hacen. No es que Glencore así como Prodeco y Cerrejón no hacen nada. Pero no escuchan a la gente sobre cómo hacerlo. Creo que muchas iniciativas no costarían mucho más si se implementaran teniendo en cuenta las propuestas de las comunidades. Y algunos proyectos -como la instalación de tuberías para agua potable- tal vez costarían un poco más, pero hablamos de cifras absolutamente insignificantes para un gigante de su talla.
P: Insisto….¿se trata de mala fe de parte de la trasnacional suiza?
R: Es mentira cuando pintan todo bonito; cuando dicen que la pobreza ha bajado aun si la gente no gana un peso; cuando prometen negociaciones transparentes y participativas, pero los afectados retornan a los sitios de origen ante el desespero de no lograr nada en las mesas de negociación; o cuando mandan a la policía antidisturbios para expropiar violentamente a familias que resisten al reasentamiento involuntario.
P: ¿Se sienten traicionados por la Glencore?
R: Hace un año, durante todo el viaje, las discusiones fueron muy difíciles. Los directivos fueron prácticamente sordos ante lo que dijimos junto a las comunidades. Incapaces de entender el valor que significa la vida rural en su territorio para una comunidad indígena, negra o campesina. No en vano, el señor Glasenberg se refirió a los sitios de origen de las comunidades reasentadas como “huecos de mierda”.
Al final del viaje, en El Hatillo, pensé un momento que todo lo visto y escuchado le había hecho algún efecto. Lo vi hablar con cierta humildad, reconociendo que el proceso tenía que mejorar y avanzar más rápido.
Pero enseguida volvieron a la propaganda, a la difamación y a intentar la división de las comunidades. En este sentido, traicionaron la buena voluntad que tuvieron tanto las comunidades de recibir a la comitiva, como de PAS y el Grupo de Trabajo Suiza-Colombia de participar en una misión con desenlace incierto.