Agencia La Oreja Que Piensa. Por Laura Felker (*)
Cuanto veneno hay en el silencio,
Oh, no. No puedo no romperlos.
Cuanto veneno en las mentiras,
Oh, no. No puedo no contradecirlas.
Cuanto veneno en las verdades a medias,
Oh, no. No puedo no aclararlas.
Cuanto veneno en la violencia,
Oh, no. No puedo no deternerlas.
Y sin más, me doy cuenta de que estoy mal en un mundo insano.
Que por luchar por succionar ese veneno sólo me envenenó a mí misma.
Descubriendo que ese veneno es elegidos como un vacuna, que van inyectándose cada día.
Generando en ellos el anticuerpo que hace que cada vez sea más parte de ellos.
Logrando que no los afecte, inmunes al estado eufórico y hasta a veces suicida.
Pues, yo no fui vacunada contra ese veneno, no quise inyectarme mentiras.
Me resisto a ser parte de las injusticias con un silencio, cómplice necesario.
No puedo, no quiero, no debo callarme. Gritaré fuerte, romperé el silencio.
No quiero que esto siga siendo parte de la vida, no voy a creer que es la única forma de vida.
Un día todo eso se derrumbará, dejaremos de sostener todo ese veneno.
Me dirás ilusa, tal vez hasta me llamaras loca, pero hace falta más locas.