Agencia La Oreja Que Piensa. Por Ricardo Porto (*)
La conversación democrática, es decir los debates que mantiene la sociedad
sobre diversos asuntos de interés público, se vinculan fuertemente con la teoría
jurídica de la democracia deliberativa. Esta postura fue desarrollada por diversos
autores, tales como Jürgen Habermas, Jon Elster, John Rawls, Joshua Cohen y Amy
Gutmann, entre otros. Si bien cada uno de ellos ofrece miradas específicas sobre esta
cuestión, en términos generales coinciden en que se trata de un esquema que procura
complementar la noción de democracia representativa, a través de un proceso
colectivo de toma de decisiones. Dicho procedimiento deliberativo supone una
práctica discursiva, basada en razonamientos públicamente expuestos, en donde todos
los afectados por las decisiones que se adopten tienen la posibilidad de participar y
hacer oir su voz.
En nuestro país, el principal exponente de esta corriente ideológica fue Carlos
Nino, quien, en su obra, denominada precisamente: La Constitución de una
democracia deliberativa, presenta su propia teoría, según la cual la democracia debe
ser un diálogo moral capaz de generar una perspectiva imparcial que pueda abarcar los
diferentes intereses de todos los ciudadanos. Allí reside su legitimidad ética. Nino
asigna un valor epistémico a este procedimiento de toma de decisiones, que se opone
fuertemente a visiones elitistas de la democracia, según la cual supuestos expertos
estarían más capacitados que las mayorías populares en la toma de decisiones.
Sin perjuicio de la relevancia de estas teorías, no es el objeto de este trabajo
analizar las diferentes concepciones de la democracia deliberativa que presentan
distintos autores. Solo me interesa destacar la importancia de la conversación
democrática como sustento de nuestro sistema político, que supone la existencia de
ciudadanos bien informados que toman decisiones racionales sobre asuntos de interés
público.
En ese orden de ideas, resulta necesario analizar cómo impacta en la
conversación democrática el intercambio de informaciones e ideas que se desarrolla
en diversas plataformas y redes sociales. Se trata de considerar de qué manera inciden
y moldean el debate público las diversas Tecnologías de la Información y la
Comunicación. En cierto modo, como se pregunta Daniel Innerarity, el interrogante es
si la ampliación de la comunicación favorecida por internet ha contribuido a
fortalecer o a debilitar a la democracia. 1
Información y verdad
Desde luego, en primer lugar corresponde destacar los numerosos aspectos
positivos que ha generado la difusión del conocimiento en todas las ciencias y
actividades desarrolladas por la sociedad. Las TIC han contribuido al progreso humano
como nunca antes en la historia. La medicina, la educación, la economía, las artes,
entre tantas otras disciplinas, se han visto ampliamente beneficiadas por las nuevas
tecnologías. A ello se ha sumado la Inteligencia Artificial, con sus innegables aportes.
También el debate público se ha visto enriquecido como consecuencia de la
amplísima circulación de la información. Por cierto, la posibilidad de recibir y difundir
informaciones e ideas, de manera virtualmente ilimitada, ha significado una expansión
de la libertad de expresión sin precedentes en la historia de la humanidad.
Desde hace décadas las personas no tienen la necesidad de recurrir a los
tradicionales medios de comunicación de masas para hacer oir sus voces en cualquier
lugar del mundo. Esta verdadera explosión informativa ha desbordado los viejos
mecanismos de censura que los gobiernos autoritarios utilizaban. Sin dudas, han
aparecido nuevas y sofisticadas medidas restrictivas para intentar ocultar la realidad.
No obstante ello, el problema central de nuestra época no reside en la falta de acceso
a la información, sino en la manipulación de la misma, la desinformación y las fake
1 Innerarity. Daniel (2024) Inteligencia Artificial y Democracia. UNESCO.
news, entre otras. Precisamente, la intención del trabajo es poner el acento en algunos
de los efectos disvaliosos para la conversación democrática que han venido de la mano
de las TIC, con el objeto de poder remediarlos.
Un primer aspecto a considerar es que las teorías en materia de libertad de
expresión tradicionales procuraron, desde diferentes miradas, asegurar que las
personas recibieran la mayor cantidad de información posible. El objetivo central
pasaba por garantizar el derecho a la comunicación, el pluralismo y la diversidad de
voces, partiendo del supuesto tácito de la escasez de información. Sus principales
institutos jurídicos, tales como el derecho de réplica, el mercado libre de ideas, las
cuotas de pantalla, la regulación de las redes de emisoras, la defensa de la
competencia, o incluso medidas técnicas, como la administración del espectro
radioeléctrico, la reserva de frecuencias para prestadores sin fines de lucro o la
adjudicación de licencias, entre otras, asumen tácitamente que la información es un
bien escaso y que se debe distribuir equilibradamente.
La jurisprudencia que acompañaba esta concepción ideológica sostenía que los
problemas derivados de la información se remediaban con más información. En el
célebre caso Whitney vs. California, la Corte Suprema de los Estados Unidos sostuvo
que “El temor a un grave daño no puede justificar por sí solo la represión de la libertad
de palabra…Si hay tiempo para exponer falsedades y falacias….el remedio a aplicarse
es una mayor libertad de palabra, es la discusión, no el silencio obligado”. 2 Esta tesis,
desarrollada por el juez Louis Brandeis, se la ha denominado doctrina del
contradiscurso. Por su lado, otro juez americano, Oliver Wendell Holmes, en Abrams
vs. USA, establecía la teoría del mercado libre de ideas. Con base en las obras de Jhon
Milton, Sobre la Libertad, y Areopagítica, de Jhon Milton, en su sentencia afirmaba que
“...al ansiado bien supremo se llega mejor a través del libre intercambio de ideas; de
que la mejor prueba a que puede someterse la verdad es la capacidad del pensamiento
para imponerse en un mercado en el que entre en competencia con pensamientos
contrarios”. 3
Yuval Noah Harari llama a esta postura idea ingenua de la información, que
considera que la información es un intento de representar la realidad y cuando ese
2 Whitney vs. California. 274. US. (1927)
3 Abrams vs. Estados Unidos (1919)
intento tiene éxito se lo denomina verdad. Harari, por el contrario, afirma que la
mayoría de la información no intenta representar la realidad. “Errores, mentiras,
fantasías y ficciones también son información. Al contrario de lo que defiende la idea
ingenua de la información, ésta no tiene una relación esencial con la verdad, y su papel
en la historia no es representar una realidad preexistente. Más bien, lo que hace la
información es crear nuevas realidades al conectar entre sí cosas dispares”. 4 Luego,
ejemplifica su idea sosteniendo que “A veces, una representación veraz de la realidad
puede conectar a los seres humanos, como cuando seiscientos millones de personas se
hallaban sentadas y pegadas a sus televisores en julio de 1969 para ver como Neil
Amstrong y Buzz Aldrin caminaban sobre la Luna…Sin embargo…a veces,
representaciones erróneas de la realidad pueden actuar como un nexo social, como
cuando millones de seguidores de una teoría de la conspiración ven un video de
YouTube que afirma que el alunizaje nunca tuvo lugar. Esas imágenes transmiten una
representación errónea de la realidad, pero aún así podrían originar sentimientos de
odio hacia las clases dirigentes o de orgullo por la sabiduría de uno mismo que
coadyuvan a crear un nuevo grupo de cohesión”. 5
En este orden de ideas, Harari se preocupa de desvincular los conceptos de
información y verdad. Por caso, recuerda que quienes conectan la imprenta con la
ciencia dan por sentado que producir y difundir información lleva inevitablemente a la
verdad. Olvidan que, si bien es cierto que la imprenta permitió la difusión rápida de
datos científicos, también posibilitó las fantasías religiosas, las noticias falsas, las
supersticiones y la caza de brujas. En el plano político, rechazando todo tipo de
determinismo tecnológico, advierte que si bien los medios masivos de comunicación
condujeron al auge de la democracia, también contribuyeron a la consolidación de los
totalitarismos.
Siguiendo esta línea de razonamiento podemos arribar a dos ideas
preliminares. La primera de ellas nos muestra a las teorías clásicas en materia de
libertad de expresión, que, partiendo del supuesto de la escasez, procuran expandir la
circulación de la información de la manera más profunda y equilibrada. En segundo
4 Harari. Yuval Noah. (2024). Nexus. Una historia de las redes de información desde la Edad de
Piedra hasta la IA. Debate. Buenos Aires. Penguin Random House. Grupo Editorial. pag. 46.
5 Harari. (2024). Ob cit. pag. 48
término, hemos visto que esa expansión informativa ha tenido, a lo largo de la historia,
efectos tanto valiosos, como disvaliosos.
Fragmentación social y modelo de negocios
Una de las diferencias más importantes entre la lógica del derecho de la
libertad de expresión que pretendió regular a los medios de comunicación
tradicionales y los desafíos jurídicos que presentan las plataformas digitales
actualmente, es su vinculación con la cantidad de información. Mientras que la teoría
clásica partió de la base de la escasez y pretendió garantizar más y mejor información,
la sociedad de la era de las redes, por el contrario, enfrenta los riesgos de la sobredosis
de información.
En efecto, la cantidad de información que circula por las redes es de tal
magnitud que resulta imposible procesarla y asimilarla. En ese orden de ideas, si bien
Internet indudablemente ha potenciado la libertad de expresión al permitir que
millones de personas reciban y difundan informaciones e ideas; a la vez, las
desigualdades en el acceso a las redes, la concentración de las plataformas, la
viralización de fake news y los discursos de odio, entre otros elementos, han generado
diversos efectos disvaliosos para el debate público. Como ha señalado Daniel
Innerarity “La democracia requiere una conversación de calidad y un espacio público
que la permita y fomente. La digitalización está implicando una modificación tan
radical que exige pensar desde categorías nuevas sobre cómo se realiza ese diálogo
que tan necesario es para el desarrollo de la democracia”. 6
En un postura que presenta ciertas coincidencias con la sustentada por Harari,
el filósofo surcoreano Byung Chul Han expresa que la información por sí sola no explica
el mundo, sino que, incluso, a partir de un punto crítico lo oscurece. Recibimos la
información con la sospecha de que su contenido pueda ser diferente y esto genera
desconfianza. La sociedad de la información es la sociedad de la desconfianza, resume.
6 Innerarity. D. (2024). Inteligencia Artificial y Democracia. UNESCO. Pag.11
Luego, agrega que la pérdida de la fé en la verdad conduce a un nuevo nihilismo, que
es fruto de las distorsiones de la sociedad de la información. “El nuevo nihilismo no
supone que la mentira se haga pasar por verdad o que la verdad sea difamada como
mentira. Más bien socava la distinción entre verdad y mentira”. 7 En ese orden de
ideas, advierte que las noticias falsas no son mentiras, sino que atacan a la propia
facticidad. En tal sentido, ejemplifica su postura diciendo que cuando Donald Trump
afirma sin tapujos cualquier cosa que le convenga, no es el clásico mentiroso que
tergiversa de manera deliberada las cosas, sino que es indiferente a los hechos.
Finalmente, Han advierte la incompatibilidad de la democracia con esta nueva forma
de nihilismo.
En este contexto, es necesario advertir el rol que desempeñan las redes y
plataformas digitales, no solamente en la difusión de la información, sino en el
ordenamiento de la misma. Google, por caso, se autoadjudica la misión de organizar la
información del mundo y hacer que sea útil y accesible para todos. Otras empresas
desarrollan una similar tarea en orden la selección y presentación de temas e ideas.
Por ello, es necesario analizar su comportamiento y el impacto de este tipo de
conductas empresarias en el debate público. Entre ellas, pueden señalarse las que
deciden excluir o limitar algunas voces, jerarquizar ciertos contenidos, recomendar a
los usuarios determinada información, reducir el alcance de algunas expresiones y
etiquetar a ciertos comunicadores, entre otras.
Muchas de estas conductas, más allá de ciertas justificaciones, pueden afectar
la integridad del debate público sobre el cual se asienta la democracia, tal como la
concebimos en nuestros días. Incluso algunas medidas que pueden parecer inocuas,
como por ejemplo las recomendaciones que hacen las plataformas a los usuarios, sin
perjuicio de ciertos aspectos positivos, conduce a que estos solo reciban información
de su preferencia, con lo cual se forman burbujas de personas que comparten valores
similares. Como señala Van Dijck, esto lleva a una suerte de fragmentación social, que
afecta seriamente el pluralismo y la diversidad de voces. Tema de central importancia
en la regulación democrática en materia de comunicaciones. 8
7 Byung-Chul Han.(2022). Infocracia. La digitalización y la crisis de la democracia. Taurus. Buenos Aires.
Pag. 73
En este orden de ideas, Jorge Bercholc advierte que la limitación de la
diversidad de opiniones conduce a que los diferentes grupos refuercen sus propias
convicciones previas. “La dinámica y rapidez de los mensajes no se correlaciona
eficazmente, por su reduccionismo, con la complejidad de los temas que se tratan; ello
lleva a simplificaciones extremas de los argumentos que ayudan a la polarización.” 9
Aportando una mirada similar, Ernesto Calvo y Natalia Aruguete, señalan que la
polarización se combina con la dinámica propia de las burbujas de las redes sociales,
en la cual las noticias que generan un efecto emotivo basado en la indignación circulan
más rápidamente en comunidades que se las envían y se indignan en conjunto. 10
Una variante extrema de esta suerte de ira digital colectiva tuvo lugar en
Myanmar (ex Birmania) en los años 2016 y 2017. Por entonces, en el país existían
fuertes disputas entre birmanos, budistas y rohinyas. Un conjunto de hechos de
violencia generados por grupos extremos de rohinyas desataron una respuesta
igualmente violenta por parte de otros sectores sociales enfrentados a ellos. El
conflicto escaló y se agudizó a raíz de la difusión por las redes de diversas noticias,
algunas falsas y otras ciertas, de atentados realizados por los rohinyas. La indignación
colectiva contra ellos crecía día a día, alimentada por la viralización de esos hechos. El
modelo de negocios de las plataformas exigía que la gente permaneciera más tiempo
frente a las pantallas y eso se lograba mostrando violencia. No era la gente quien
elegía lo que miraba, sino los algoritmos de las empresas. Al respecto, diversos
analistas destacan la diferencia de este caso con el rol desempeñado por los medios
de comunicación en la masacre de Ruanda, en donde las arengas de los incitadores al
odio fueron reproducidas por diversas emisoras radiales. En Myanmar, en cambio, las
propias plataformas contribuyeron a la violencia. Desde luego, no se propusieron
maliciosamente alimentar el odio; no obstante, al exigir a sus algoritmos que trataran
de mantener a sus usuarios frente a las pantallas, fue exactamente lo que lograron.
8 Van Dijck. J. (2016). La cultura de la conectividad: una historia crítica de las redes sociales. Buenos
Aires. Siglo XXI. Citada por Martinez Elebi. C.
9 Bercholc. J. (2020). Big data, algoritmos y nuevas tecnologías de la información y la comunicación.
Efectos en el sistema político e institucional. Buenos Aires. Aldina Editorial Digital. Pag. 54
10 Calvo. E y Aruguete. N (2020) . Fakes News, trolls y otros encantos. Cómo funcionan (para bien y para
mal) las redes sociales. Buenos Aires. Siglo XXI.
En este orden de ideas, es pertinente advertir la incidencia de ciertos aspectos
comerciales en la fragmentación producida en el ecosistema digital. Al respecto, la
Relatoría Especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Americana de Derechos
Humanos ha tomado nota que el auge de discursos es acelerado por el modelo de
negocios de las plataformas, a las que les puede resultar funcional, e incluso rentable,
la polarización y la conflictividad social, en la medida en que su diseño estaría en parte
orientado a conservar y aumentar la atención de los usuarios y mantenerlos en ellas. 11
Desde luego, los antagonismos sociales, en cierto modo fomentados por las
redes, no necesariamente conducen a hechos violentos. No obstante, los integrantes
de las burbujas digitales suelen compartir un conjunto de valores en donde los factores
emocionales tienen un lugar significativo, afectando la racionalidad, propia de la
conversación democrática. Han, por ejemplo, explica que la fragmentación social que
se produce como consecuencia del accionar de las plataformas conduce a la
tribalización de la red. “Las tribus digitales hacen posible una fuerte experiencia de
identidad y pertenencia. Para ellas, la información no es un recurso para el
conocimiento, sino un recurso para la identidad”. 12 Luego, agrega que los colectivos
identitarios tribalistas rechazan todo discurso, todo diálogo, por lo cual el
entendimiento ya no es posible. “La comunicación actual es cada vez menos discursiva,
puesto que pierde cada vez más la dimensión del otro. La sociedad se está
desintegrando en irreconciliables identidades sin alteridad. En lugar de discurso,
tenemos una guerra de identidades…Ya no nos escuchamos. Escuchar es un acto
político en la medida en que integra a las personas en una comunidad y las capacita
para el discurso. Crea un nosotros. La democracia es una comunidad de oyentes. La
comunicación digital como comunicación sin comunidad destruye la política basada en
el escuchar. Entonces, solo nos escuchamos a nosotros mismos. Eso sería el fin de la
acción comunicativa” 13
11 Relatoría Especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Americana de Derechos Humanos.
(2024). Inclusión digital y gobernanza de contenidos en Internet.
12 HanByung-Chul Han.(2022). Ob.cit. Pag. 52
13 HanByung-Chul Han.(2022). Ob.cit. Pag. 54-55
En este contexto, cabe advertir que algunas actividades desarrolladas por las
redes sociales han contribuido a la desintegración del debate público, lo cual está
conduciendo a la relativización de la idea de verdad. Daniel Innerarity explica que la
democracia supone una ciudadanía bien informada e implica que personas con
perspectivas diversas se encuentren para debatir y buscar soluciones comunes a través
del diálogo y la participación. “Al determinar qué información se muestra y se
consume, las tecnologías de IA utilizadas por las plataformas digitales y otros canales
pueden contribuir a fomentar la desinformación y el discurso de odio, crear cámaras
de eco que llevan a los individuos a un estado de aislamiento intelectual en el que no
hay lugar para el diálogo, erosionando así el pensamiento crítico y perturbando la
democracia”. 14 En cierto modo, no serán las personas quienes realmente elijen los
contenidos que ven, sino que los algoritmos lo hacen por ellos.
Tecnofeudalismo y transhumanismo corporativo
Como fue señalado, además de la fragmentación social y el efecto burbuja que
producen ciertas determinaciones de las plataformas, existen otras medidas
adoptadas por las redes que afectan la libertad de expresión y el acceso a la
información y, consecuentemente, inciden en la conformación del debate público. Ana
Laura Pérez Bertrán y Carolina Martínez Elebi afirman que, además de la eliminación
directa de contenidos, sin dudas la decisión más importante que adoptan las
plataformas, existen otros mecanismos más sutiles e imperceptibles que tienen una
gran incidencia en la conversación democrática. Por caso, señalan la jerarquización o
priorización de contenidos, la recomendación de información, la reducción del alcance
de ciertos contenidos, la invisibilización o shadowban, el etiquetado o flagging, la
remoción de contenidos y la suspensión y eliminación de las cuentas, entre otras. 15
Por otro lado, existen algunas redes que parecen alentar un mundo sin noticias.
Esto se debe a varias causas. Por caso, la exigencia de los medios de comunicación
tradicionales a las redes de un pago por el uso de sus noticias, las responsabilidades
que le asignan ciertas leyes, la demanda de los consumidores que exigen
14 Innerarity. (2024). D. Ob.cit. Pag.16
15 Pérez Bertran. A y Martinez Elebi. C. (2024). Moderación privada de contenidos y su impacto en el
periodismo. Observacom. Fundación Friedrich Ebert Stiftung.
entretenimiento y los modelos de negocios de algunas plataformas que proponen una
realidad tipo Disneylandia, como un juego, alejada del mundo real, entre otras causas.
De acuerdo al informe realizado por Digital News Report, basado en datos de 46
mercados, entre los que se incluye la Argentina, se ha agudizado la desconfianza, el
hartazgo y el desinterés frente a las noticias en los diferentes países. Esta evasión
selectiva aumentó significativamente en los últimos años, especialmente en Brasil y el
Reino Unido. 16
Esta variada gama de conductas adoptadas por ciertas plataformas inciden en
el debate público y, en consecuencia, afectan el modelo tradicional de democracia,
que supone ciudadanos bien informados sobre los asuntos de interés público, que
toman decisiones racionales. Asimismo, existen fundadas sospechas de falta de
transparencia y discrecionalidad de las decisiones adoptadas por las redes en las
diferentes actividades que supone la curación y moderación de contenidos. El Relator
de la ONU sobre el derecho a la libertad de opinión y expresión ha señalado que las
plataformas son reguladores enigmáticos que establecen una especie de ley de las
plataformas en las que es difícil percibir elementos tales como claridad, coherencia,
rendición de cuentas y reparación. 17
En otro orden, es posible vincular ciertas conductas adoptadas por las
plataformas con elementos macroeconómicos. Esteban Zunino, por caso, afirma que la
concentración económica consolida una centralización geográfica de la producción con
consecuencias sobre el temario y los encuadres de los asuntos públicos. “El corolario
resulta obvio: la multiplicidad de pantallas no es sinónimo de ruptura de la posición
dominante de los grupos mediáticos de mayor escala. En tanto, la homogeneidad de
contenidos informativos sobre los asuntos públicos puestos en circulación resulta
contradictoria con la premisa del pluralismo, aún en un ecosistema que multiplicó la
oferta y diversificó los consumos”. 18 Así las cosas, un esquema de medios dominados
16 Focas. B. (2023). Producción y consumo de las noticias de inseguridad en tiempos de Internet. En
Democracia en red. Internet, sociedad y política en Argentina. Andrea Ramos Compiladora. Secretaría
Legal y Técnica. NIC.ar. Buenos Aires.
17 Relatoría Especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Americana de Derechos Humanos.
(2024). Inclusión digital y gobernanza de contenidos en Internet.
por un grupo pequeño de corporaciones globales que intervienen en los flujos
informativos a través de una programación algorítmica opaca la calidad del debate
público en la democracia. 19 Para algunos tiene lugar una suerte de feudalismo de
plataformas que monopolizan la distribución de información en el mundo. 20
Distintos autores hacen referencia al concepto de Tecnofeudalismo,
asemejando los señores feudales del medioevo a los actuales titulares de las empresas
de TIC, en donde los viejos siervos de la gleba son reemplazados por los nuevos
siervos digitales. Uno de ellos es Yanis Varoufakis, 21 quien advierte que las redes y
plataformas concentran el capital y el poder en las sociedades, al poseer, además de
fuertes ingresos económicos, la información de sus usuarios, por lo cual influyen y
condicionan la vida de los mismos. Advierte que estamos frente a una nueva forma de
capitalismo que se distancia del neoliberalismo. Asimismo, considera esta
circunstancia una amenaza para la democracia, dado el poder de estas megaempresas,
que superan a los poderes públicos. Otro autor que también hace referencia al
concepto de Tecnofeudalismo es Cédric Durand 22 , quien sostiene que el capitalismo
neoliberal está dando paso al feudalismo tecnológico, en donde las empresas de TIC
concentran el poder económico y controlan la vida de los usuarios a partir de la
información que poseen.
Maximiliano Zeller da un paso más y hace referencia al concepto de
Transhumanismo Corporativo. En primer lugar, advierte que las diferentes posiciones
que se etiquetan bajo el nombre de transhumanismo sostienen una hipervaloración de
la tecnología. Se trata de un enfoque racionalista, voluntarista y utilitarista que confía
en el poder de la ciencia y la razón para resolver los diferentes problemas de la
humanidad. Constituye una suerte de utopismo tecnológico que, partiendo de una
visión optimista, confía en un progreso tecnológico virtualmente ilimitado. Sin
18 Zunino. E. (2023). Cuatro tesis sobre información y democracia en la convergencia digital. En
Democracia en red. Internet, sociedad y política en Argentina. Andrea Ramos Compiladora. Secretaría
Legal y Técnica. NIC.ar. Buenos Aires. Pag.68.
19 García Canclini. N (2021). Ciudadanos reemplazados por algoritmos . Guadalajara. Universidad de
Guadalajara. CALAS y UNSAM. Citado por Zunino. E.
20 Vinazza. G. (2023). Arte tecnológico. Internet y democracia. En Democracia en red. Internet, sociedad
y política en Argentina. Andrea Ramos Compiladora. Secretaría Legal y Técnica. NIC.ar. Buenos Aires.
21 Varufakis. Y. (2024). Tecnofeudalismo. El sigiloso sucesor del capitalismo. Buenos Aires. Deusto.
22 Duran. C. (2021). Tecnofeudalismo. Crítica de la economía digital. España. La Cebra casa editora.
perjuicio de este transhumanismo teórico o académico, Zeller se interesa en describir
al Transhumanismo Corporativo, representado por la elite ultra rica de los empresarios
tecnológicos radicados en Silicon Valley. Entre ellos, cita a Mark Zuckerberg y su
insistencia en crear un metaverso; Elon Musk y su propósito de establecer una colonia
en Marte y Raymond Kurzweil, quien se propone explícitamente eliminar la muerte.
No obstante, Zeller advierte que tras las declaradas intenciones de salvar a la
humanidad se esconde una ideología extremadamente individualista. En tal sentido,
afirma que “Esta ideología californiana que produjo el transhumanismo corporativo se
originó en un contexto específico, donde un grupo de individuos vivía en una región
con características socioeconómicas y tecnológicas particulares que incentivaban la
creencia en una salvación individual y lucrativa”. 23 En este orden de ideas, advierte los
riesgos para la democracia que supone el constante crecimiento de los dueños de
estas megaempresas de TIC.
En este contexto, el comienzo del segundo mandato presidencial de Donald
Trump no hace sino agravar y multiplicar esos riesgos. La presencia de los más
importantes dueños de las empresas de TIC en el nuevo gobierno estadounidense
marca una nueva etapa en donde el poder de las mismas podrá alcanzar niveles nunca
vistos. Probablemente, entre otras cosas, crecerá el denominado por la académica
estadounidense Shoshana Zuboff, capitalismo de vigilancia; 24 concepto por el cual se
considera que las grandes empresas tecnológicas utilizan los datos personales de los
usuarios para predecir el comportamiento social. En este contexto, los datos se
convierten en mercancías sujetas a compraventa.
Asimetría de conocimiento
Como fue señalado, el crecimiento de las empresas de TIC y de sus propios
titulares, está modificando el debate público sobre el cual se sustenta la democracia.
Una complicación adicional es que esta profunda transformación no es cabalmente
comprendida; no solo por las personas del común, sino por los funcionarios y
representantes políticos. Incluso los propios expertos de diferentes sectores no
23 Zeller. M. (2024). IA y transhumanismo. En Ok, Pandora. Seis ensayos sobre inteligencia artificial.
Buenos Aires. El Gato y la Caja.
24 Zuboff. Shoshana. (2020) La era del capitalismo de la vigilancia. Buenos Aires. PAIDOS.
alcanzan a dimensionar esta nueva realidad. En efecto, los cambios en el universo de
las TIC son tan vertiginosos que las investigaciones académicas y de mercado sobre el
tema han quedado rezagadas frente a la velocidad del fenómeno. 25 Un ejemplo de ello
es el sector financiero, cuya transformación como consecuencia de las diversas
tecnologías, sólo comprende un reducido grupo de especialistas. Cabe preguntarse
qué sucederá cuando la Inteligencia Artificial desarrolle operaciones económicas y
bursátiles de tal complejidad que sean incomprensibles para la mente humana. Harari
advierte que esta circunstancia debería “...alentarnos a prestar más atención a la
revolución de la IA en nuestros debates políticos actuales. La invención de la IA podría
ser más trascendente que la invención del telégrafo, la imprenta e incluso la escritura,
porque la IA es la primera tecnología de la historia capaz de tomar decisiones y de
generar ideas por sí misma”. 26
Actualmente, ya existe una marcada asimetría de información entre
empresarios y legisladores en relación con las TIC, que está incidiendo en las políticas
públicas. Así, el dinamismo propio de las nuevas tecnologías torna obsoleta
rápidamente buena parte de la legislación en la materia. En este contexto, la tarea de
actualización normativa suele ser encarada por los funcionarios de la administración
central y de las agencias reguladoras, más que por los legisladores, dada las
dificultades propias del ámbito parlamentario. De este modo, la mayor calidad técnica
de las normas se combina con una menor credencial democrática de las mismas.
Otra modificación que se está produciendo en la conversación democrática
como consecuencia de las TIC es que la misma no se limita a un debate entre seres
humanos. La cada vez más significativa presencia de bots en redes y plataformas
erosionan las bases del debate público. No solamente se desvirtúa el sentido de la
discusión, sino que, además, al participar de ese supuesto debate, las personas
entregan información a los algoritmos, que a la vez, obtienen más elementos para
incidir en la conversación y desnaturalizarla.
25 Focas. B. (2023). Producción y consumo de las noticias de inseguridad en tiempos de Internet. En
Democracia en red. Internet, sociedad y política en Argentina. Andrea Ramos Compiladora. Secretaría
Legal y Técnica. NIC.ar. Buenos Aires.
26 Harari. (2024). Ob.cti. Pag. 461
Desde luego, todas estas circunstancias agudizan la desinformación y la
circulación de noticias falsas. Como señala Han: “En el orden digital, la verdad deja
paso a la fugacidad de la información. Hoy vamos a tener que conformarnos con la
información. Es evidente que la época de la verdad ha terminado… En la sociedad
actual, los ciudadanos ya no son capaces de creer en un fondo común de discusión que
permita iniciar una discusión. Ya no pueden siquiera suponer que han participado en
esta discusión como miembros de la misma comunidad. La esfera pública que Arendt y
Habermas presentan como ideal no existe….La democracia no es compatible con el
nuevo nihilismo. Presupone un discurso de la verdad”. 27
A modo de reflexión final
La idea central del presente trabajo es que las redes y plataformas están
modificando sustancialmente la conversación democrática. Por lo demás, el poder de
las grandes empresas del ámbito de las TIC supera en muchos casos al que detentan
los Estados. Paralelamente, tiene lugar un evidente proceso de concentración de los
principales actores del mercado que, además de las implicancias económicas, afecta el
pluralismo y la diversidad de voces.
Por cierto, este nuevo escenario pone en crisis los tradicionales institutos de las
teorías de la libertad de expresión que estuvieron presentes durante décadas y que
procuraron moldear el discurso público democrático sobre la base de un conjunto
determinado de valores. Fundamentalmente, que los individuos, libres e informados,
tomasen decisiones racionales sobre los asuntos de interés público.
Así las cosas, cabe preguntarse cuáles deberían ser las características del nuevo
debate público democrático en la era de las plataformas. Por lo pronto, el objetivo
central de las diferentes teorías clásicas de la libertad de expresión que estuvieron
presente en el pasado, que consistía básicamente en expandir la circulación de la
información, debería ser revisado y actualizado, teniendo presente que la afectación
de la deliberación social no es consecuencia de la escasez de información, sino de la
sobreaduncia de la misma.
27 Han. (2021) Ob.cit. Pag 57-58-86-91
Sobre el particular, Becerra y Waisbord 28 afirman que “Hay una desconexión
clara entre lo que el canon de la libertad de expresión habla, regula o inspira y las
condiciones contemporáneas de la expresión plataformizada con ediciones mediadas
por algoritmos y estándares desparejos definidos por compañías tecnológicas de
alcance global. Esta desconexión es entendible, ya que aquel canon fue producto del
contexto histórico, político y comunicacional principalmente decimonónico con
complementos del siglo XX, que sentó sus bases filosóficas y legales”.
En la era de las redes, las plataformas y la inteligencia artificial, es necesario
advertir las falencias de la teorías clásicas en materia de libertad de expresión que,
inspiradas en las ideas de Jhon Milton, en su obra Sobre la Libertad, y Areopagítica, el
alegato de Jhon Milton, proponen la desregulación y el mercado libre de ideas.
Como vimos, Harari llama a esta propuesta la idea ingenua de la información.
En este orden de ideas, considera que “Si no se alcanza un consenso sobre cómo dirigir
el debate público y tomar decisiones, no podremos hablar de democracia sino de
anarquía. En concreto, el potencial anárquico de la IA es preocupante porque no sólo
abre el debate público a nuevos grupos humanos. Por primera vez en la historia, la
democracia tiene que vérselas también con toda una algarabía de voces no
humanas…Así pues, ¿qué ocurrirá con los debates democráticos cuando millones - y en
algún momento, miles de millones- de bots superinteligentes…elaboren manifiestos
políticos de los más convincentes…Por último, los algoritmos no se limitan a unirse a la
conversación, sino que cada vez con más frecuencia se encargan de orquestarla. Las
redes sociales permiten que nuevos grupos humanos cuestionen las viejas reglas del
debate. Pero las negociaciones sobre esas reglas ya no las dirigen los humanos”. 29
Como respuesta a esta situación, Harari advierte que es necesario que las
democracias regulen el mercado de la información. “Si unos algoritmos ininteligibles se
apoderan de la conversación y, en concreto, si desbaratan los argumentos razonados y
fomentan el odio y la confusión, no se podrá mantener el debate público. Pero si las
28 Becerra M y Waisbord. S.(2021). La necesidad de repensar la ortodoxia de la libertad de expresión en
la comunicación digital. Desarrollo Económico. Revista de Ciencias Sociales. Volumen 60. Nº 232. Pag.
310
29 Harari. (2024). Ob. cti. Pag. 397-398-399
democracias acaban por desmoronarse, lo más probable es que no sea a causa de
ningún tipo de inevitabilidad tecnológica, sino de un fracaso humano a la hora de
regular con sensatez las nuevas tecnologías”. 30
(*) Abogado y Periodista. Nota publicada en elDial.com
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de expresión en la comunicación digital. Desarrollo Económico. Revista de Ciencias
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