Agencia La Oreja Que Piensa. Por Ernesto Vera -Cuba- (*).- El periodismo ha estado junto al combate independentista en los países de la región latinoamericana.
Esa independencia ha sufrido históricamente la doble mediatización del imperio yanqui y el colonialismo interno. La libertad de prensa alcanzada entonces ha estado afectada por esos mismos factores y el adicional del concepto empresarial y comercial dado a los órganos de prensa.
Al surgir esas naciones del nuevo mundo continuó el proceso distorsionador heredado de la colonia y comenzó la influencia nefasta del imperio naciente, lo que ha representado la existencia paradójica de tener más razones para la unidad y ser la región más distanciada, más desunida.
José Martí lo vio primero que nadie cuando en 1889 supo y dijo que había la necesidad de un futuro de luchas para alcanzar la segunda independencia, la definitiva.
América Latina es la expresión más contundente de contar con todo para triunfar y, sin embargo, sólo le ha tocado sufrir derrota tras derrota.
La mayor parte de sus hombres y mujeres llevan más de dos siglos en combates por la libertad legítima, la que Simón Bolívar asociaba con la honra y el perfeccionamiento de la suerte de la humanidad, mientras crece en deuda, pobreza, en enfermedad, en analfabetismo, en dependencia, en desesperanza, en vacío, en pérdida del derecho a soñar.
Y es en esa realidad que funciona el mecanismo de desinformación del amo exterior y los traidores locales, mediante la orientación perversa de tratar de arrancar el alma latinoamericana. Saben muy bien que esa es la única alternativa para seguir oprimiendo y explotando a nuestras naciones y pueblos.
Quieren, mediante el engaño reiterado y cotidiano el beneplácito de las víctimas, la aprobación de los condenados, la sonrisa exterior surgida de una tristeza profunda.
Evitar la unidad de los descendientes de los libertadores que más lucharon por ella, esa es el arma más sutil y mortífera que se usa cada minuto contra nosotros.
Es la bomba inteligente, lanzada de avión invisible y por piloto experto en bombardear, en destruir lo más consecuente de la conciencia del hombre y de la mujer latinoamericanos.
Es la mentira organizada para vender la imagen de un sistema cruel, genocida, y de politiqueros obedientes a la orden del exterior, del gran dueño, presentada en colores, en monólogo ampliado, mediante tecnologías de punta en todos y cada uno de los medios.
Ese es el reto de los periodistas latinoamericanos. Serán independientes y lucharán por la verdadera independencia en la medida en que se consideren y actúen en dependencia con los intereses nacionales y populares de sus sociedades.
Sabemos que no basta la voluntad, que los profesionales de la prensa enfrentan cada día el conflicto de conciencia que se deriva de limitar sus deseos de hacer, para poder sobrevivir.
Son víctimas y no culpables del sistema de desinformación, pero la creatividad en medio de las dificultades cuenta con el campo infinito del sentirse en la necesidad de ser útiles. En el manifiesto “Por un periodismo nuevo”, del Congreso de FELAP, celebrado en La Habana, en 1999, está la respuesta:
“En este llamamiento rechazamos el rol que nos pretende asignar el 'manual' de la deontología liberal. Y, a la vez, nos sumamos a todos los periodistas del mundo que resisten y desde la reflexión y la acción intentan nuevas experiencias por la construcción de un periodismo que no puede ser condenado a ser la polea de transmisión del modelo informativo y comunicacional impuesto por los dueños del dinero.
Queremos compartir, pues, sin exclusiones, el desafío de recuperar enteramente el lugar de las utopías negadas por quienes procuran hegemonizar para siempre el campo de las ideas.
Si ayer nos enfrentamos al terrorismo de estado impuesto por las dictaduras militares, ahora nos enfrentamos al terrorismo económico y a los gerentes de una globalización genocida que explican la tragedia encuadrándola en 'los efectos no deseados' de libre mercado”.
Hoy no hay nada más inmediato que el terror mediático que se pratica en Venezuela contra el proceso revolucionario bolivariano. Los cubanos conocimos de hechos aprecidos hace más de cuatro décadas. La diferencia del método utilizado -en Cuba se fueron los grandes empresarios y en Venezuela están adentro- es la mejor muestra de que detrás de los medios está el mismo poder imperial, como ocurrió también en Chile contra el gobiernos de la Unidad Popular presidido por Salvador Allende.
En el caso cubano la SIP instigó a los dueños de los medios de prensa para que se fueran y así poder organizar grandes escándalos en la supuesta defensa de la libertad de prensa. Hoy la SIP hace todo lo contrario. Es la promotora de la acción delincuencial desinformativa que realizan los grandes medios, especialmente la televisión.
El mecanismo utilizado es: si contestas, se sienten agredidos, si callas, le das la razón, si aplicas la ley y ocupas las instalaciones por incitar a golpes de estado, se viola la libertad de prensa.
Es decir, se reclama un poder divino, por encima de sociedades, naciones, instituciones, derechos sociales, por el simple hecho de contar con los recursos financieros para tener la propiedad de los grandes medios.
En nuestros días no hay escuela o taller más apropiado sobre la verdadera función del periodista que la batalla contra el imperio y los traidores locales que libran los profesionales dignos y éticos, no necesariamente revolucionarios en la tierra natal de Simón Bolívar.
Sí, lo que está en juego es la esencia misma de la profesión periodística, su respeto por los hechos, por la verdad. La mentira organizada de la estrategia imperial ha llegado al extremo de que se hacen guerras con falsedades y se usa el engaño para no alcanzar la paz, con la complicidad criminal de los medios de prensa dominantes.
El próximo Congreso de la FELAP, que comenzará el 18 de noviembre en Morelia, Michoacán, ratificará con fuerza sus principios fundadores y su historia digna, así como a su abanderado, el inolvidable Luis Suárez.
(*) Periodista. Presidente de Honor de la FELAP.
Del libro de Ernesto Vera, Acciones Legítimas del Periodismo Digno. 2007 Pablo de la Torriente Editorial. Unión de Periodistas de Cuba.