Agencia La Oreja que Piensa. 2014. Por Nora Silvia Borrajo (*)
Nos surge una necesidad que viene de la mano de nuestra memoria, apaciguando nuestro andar en las sombras que dejaron huella en 30.000 almas que ya no están. Es en ese instante dónde la historia cambia. Allí queremos detenernos, para desentrañarlo, en una lucha constante contra el olvido.
Buscamos resignificar las ausencias. No existen ya los sicarios, los apostatas, los traidores y los enemigos, pero aún perduran los torturadores, los autoritarios, los vicarios y los indiferentes. La resignación desplazó la utopía, la apatía inmovilizó las ideas, la orfandad se apropió del pueblo.
Este ejercicio de la memoria nos impone pensar en el pasado de una ilusión,frustrada por el uso contumaz de una dialéctica amigo-enemigo, dónde se pierde, entre otras cosas la capacidad de construir consensos desde las diferencias y se establece un pensamiento único, totalitario y despótico.
En este sentido, nos parece pertinente poner en palabras algunos infortunados recuerdos.
(*) Licenciada en periodismo y comunicación y Docente.