Agencia La Oreja Que Piensa. Feb. 2012. Argentina (Por Esteban Acosta Vivas)
Alberto. Me pediste que escribiera sobre el flaco.
Hoy es un día triste, con una noche amarga para las almas sensibles.
Recuerdo que él era un pibe como yo. Lo primero que se me viene a la mente era la envidia que le tenía. Yo empezaba a hacer los primeros palotes en torpes garabatos de poesía (que aún intento mejorar) y el se despachaba con un “ Para saber cómo es la soledad…” del tema de Pototo.
Ni que hablar de “Muchacha “que con sus ojos de papel, piel de rayón, pequeños pies y pechos de miel, era un compendio de la belleza que me incentivaba el deseo de tener esa mujer de ensueño y despertarme a su lado cuando por la ventana asoma el sol.
Para mí y otros tantos que como yo, apenas intentábamos alcanzar alguna niña, solo con sus canciones, en los fogones de los picnic arañábamos algún “amor de primavera”.
Era muy duro, porque el flaco escribía de Puta madre.
Hoy Luis, me permitís que te llame así, ya que te siento como un amigo de la adolescencia, te agradezco porque al darnos “el mapa de tu amor” descubrí que la “indómita luz se hizo carne en ti” carne de bellas metáforas, rarísimas armonías y enseñanzas de vida.
Generosamente tu “Alma de diamante” nos regaló durante todo este tiempo esas invalorables semillas que los sensibles atesoramos en nuestros corazones.
Sé, porque así lo siento, sos el gorrión que en los jardines nos deja la miga de pan de sus canciones para regocijarnos con sus melodías y abrirnos la cabeza con sus letras, que aún nos dejan rumiando.
Ahora que la circunstancia nos lleva a comprobar que la soledad es un amigo que no está…me resisto a creer lo que repiten los noticieros, tanto…que mi corazón andariego seguirá contigo por las rutas argentinas hasta el fin.