Agencia La Oreja Que Piensa. Sep 2012 (Por Neuronas Atentas)
El ex futbolista de la Selección Argentina de Fútbol, Fernando Cáceres, que el 1° de noviembre de 2009 en un intento de asalto un balazo le produjo la pérdida de su ojo derecho y le perforó la base del cráneo, se refirió a ese episodio: “Esos chicos que me robaron, como todos los demás, deberían haber estado contenidos, porque ningún pibe nace chorro. Tendrían que estar en una canchita o estudiando”.
En una íntima entrevista brindada a La Garganta Poderosa, la revista de cultura villera escrita, fotografiada, dirigida y financiada por vecinos de distintos barrios marginados de la Argentina, el ex jugador de Boca, River e Independiente, entre otros clubes, que fue baleado por cuatro jóvenes de la villa Carlos Gardel, la misma en la que él nació hace 43 años, profundizó en el tema: “La delincuencia existe en todos lados, no sólo en los sectores marginados.
Pero se les apunta a los pobres porque son quienes tienen menos recursos para defenderse. La delincuencia, en muchos de esos casos, tiene que ver con la falta de trabajo que los afecta directa o indirectamente.
La Justicia pienso que debería medir a todos por igual. El día que así sea, estará para cosas verdaderamente importantes. Mientras tanto, le seguirán apuntando a las villas o a los barrios carenciados, porque sin dudas, es mucho más fácil”.
El Negrito, que aún se encuentra en silla de ruedas y en plena recuperación, y que para la nota posó con una mano gigante, con la inscripción “No a la mano dura”, agregó: “Lo que me pasó no se trata de una lotería, como algunos dicen, porque yo jamás compré un número y acá estoy…
Mi castigo, hoy, es la silla de ruedas, pero en tres o cuatro meses la podré vender o regalar.
En cambio, ellos, los chicos que me asaltaron, están castigados de por vida, castigados por su historia; obligados a salir a robar.
Y eso es mucho peor”. Para cerrar, con un humor ácido, comentó: “Yo jugué al fútbol durante 22 años y fui compañero de muchos monstruos. Jugué al lado de Maradona, Caniggia, Batistuta, Redondo...
Y también en contra de un montón de grandes. Entonces, paré la pelota con distintas partes del cuerpo, en muchísimos lugares del mundo, hasta que una noche se me ocurrió parar una bala con la cabeza, para ver cómo se sentía...
Una locura, nada más, pero de todo se aprende. Esa noche, aprendí que no hay que parar una bala con la cabeza”.
La Garganta es una cooperativa de trabajo de La Poderosa (www.lapoderosa.org.ar), una fuerza social de militantes anónimos y voluntarios, complementaria a las propuestas partidarias populares, que se construye desde las villas, buscando transformar la realidad a través de la organización y la unión vecinal con asambleas barriales, trabajo colectivo, actividades de educación popular y generación de cooperativas de trabajo, para actuar sobre las problemáticas de los barrios y caminar hacia una sociedad justa e igualitaria.
La charla con Fernando Cáceres se publica en el vigésimo número de La Garganta Poderosa que ya está en las calles, y que llega a todos los kioscos del país. Además, podés escuchar el grito de La Garganta en twitter @gargantapodero y también en Facebook: “La Garganta Poderosa”.
La edición de septiembre también tiene en sus páginas la nota de tapa con la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, quien grita con una boina, pidiendo la aparición con vida de Jorge Julio López, a seis años de su segunda desaparición: “Es una persona que tuvo la valentía de hablar. Y nosotros, desde acá, estamos esperándolo: es el desaparecido 30.001”; además, un íntimo reportaje con el filósofo José Pablo Feinmann: “El capitalismo va a conceder cosas como el matrimonio igualitario; va a conceder el respeto al género, a la raza.
Lo único que no va a conceder es repartir la guita. Que no le metan la mano en el bolsillo”; una entrevista al grupo de música Arbolito: “Estamos mejor, pero hay muchísimas cosas por cambiar en el país.
Todavía hay algo que maneja todo: la moneda. Y por eso, lo primordial es acabar con la pobreza, estamos lejos de que no haya ningún niño muriendo de hambre”; y un encuentro entre Pablo Díaz, sobreviviente de La Noche de los Lápices, junto a los estudiantes del colegio secundario Carlos Pellegrini: “El adolescente debe ser crítico, ya que no ve lo que sucede desde su interés.
El dinero es una cuestión de los adultos; pero él, no nace capitalista, nace sociable”, sentenció Díaz.