Documento del Llamamiento LA PEOR VIOLENCIA ES EL HAMBRE
Párrafos de este documento fueron leídos por el Premio Nobel de La paz Adolfo Pérez Esquivel, el 8 de mayo en Plaza de mayo, ante una gran cantidad de público presente. Este llamamiento es acompañado por mas de 3000 firmas que adhirieron.
Agencia La Oreja Que Piensa. Por Adolfo Pérez Esquivel.(*)
Buenos Aires, 9 de Julio 2024.
El pueblo argentino está atravesando una grave situación de emergencia alimentaria debido a las políticas neoliberales impuestas por el gobierno nacional.
El gobierno se niega a distribuir miles de toneladas de alimentos que guarda en galpones, próximos a su vencimiento, incumpliendo fallos judiciales que lo instaban a distribuir los alimentos a los comedores comunitarios y organizaciones solidarias y de las iglesias.
Esta política evidencia la crueldad de un gobierno que ha tomado a los pobres como sus enemigos, donde se empeña en estigmatizar y perseguir organizaciones territoriales que realizan trabajos comunitarios en barrios populares.
Frente a esto queremos destacar que los Alimentos son del pueblo y no del gobierno.
No es posible que en nuestro país productor de alimentos no podamos asegurar la provisión y acceso a una alimentación sana para el conjunto de nuestro pueblo, principalmente de la población más vulnerable.
Las políticas de ajuste, privatizaciones, entrega de bienes comunes son acompañadas por una financierización de rapiña y sometimiento de los pueblos pobres vía endeudamiento, acompañados de una creciente violencia institucional frente a quienes se oponen a esos procesos de depredación y extranjerización de nuestros territorios. Al respecto queremos denunciar la creciente represión desatada para reprimir las legítimas protestas sociales y exigimos la libertad de los presos por manifestarse en contra de la denominada ley bases, que pretende profundizar la entrega de la soberanía y los bienes comunes de nuestra patria.
El sometimiento de los estados nacionales a los grupos financieros, la concentración de ingresos, la domesticación y subordinación al poder económico concentrado de gran parte de la dirigencia política, revelan la incapacidad de procesar alternativas públicas que permitan encarar estrategias de bienestar para el conjunto de nuestro pueblo.
Desde hace años principalmente cuando se han aplicado políticas neoliberales, se han impuesto transformaciones en los sistemas agroalimentarios basadas en la expansión fenomenal del agronegocio, que en nuestro país se manifiesta en monocultivo sojero; la concentración de las explotaciones agropecuarias y la destrucción de gran parte de las economías agrícolas familiares principales productores de alimentos para nuestro pueblo.
Desde hace años se registra la pérdida de los cinturones verdes fruti hortícolas periurbanos otrora generadores de mano de obra y proveedores de alimentos frescos a escala local y regional, ante el avance de la frontera sojera y de la especulación inmobiliaria.
Esto ha generado una reducción de la producción de alimentos básicos destinados al consumo popular y con ello se ha perdido diversidad y soberanía alimentaria, se han encarecido los precios y la calidad de los alimentos de consumo popular masivo con el consiguiente impacto en los bolsillos de nuestro pueblo.
Las consecuencias reiteradas de estos procesos ha sido la desocupación, las migraciones a las villas miserias y asentamientos de grandes urbes en todo el país.
En diversas provincias vinculadas a economías regionales, se ha avanzado en un salvaje proceso de expansión de las fronteras agropecuarias para atender a los mercados externos, donde se destruyen e incendian montes y bosques nativos, se avanza expulsando a miles de campesinos, pequeños productores y trabajadores del campo, así como de los pueblos originarios desalojados de sus tierras ancestrales.
Todos estos procesos señalados se vienen agravando con la actual política neoliberal de entrega de la soberanía nacional y de destrucción del estado en favor de los sectores económicos más concentrados.
Frente a un modelo que apunta a la rentabilidad en la producción de commodites y que no considera la autonomía alimentaria de los pueblos, debemos presentar otras alternativas que reconozcan a los actores que tradicionalmente han provisto de alimentos a la humanidad. Donde ocupan un lugar preponderante las culturas campesinas y la agricultura familiar.
Hay que poner en discusión el modelo de producción agropecuaria, que no pueden ser solo los commodities para exportación, se trata de poner en el centro de las unidades de producción la provisión de alimentos.
Primero hay que asegurar la alimentación de nuestro pueblo. La alimentación es un derecho, no solo individual, sino de los pueblos.
La Agricultura Familiar tiene alta capacidad productiva para proveer alimentos, aún hoy golpeada y todo.
Son los núcleos de la Agricultura Familiar las que garantizan el 60% de los alimentos que consume nuestra población. Esa agricultura que no es de especulación genera empleo y arraigo.
En nuestro país se había logrado construir una política pública de promoción de la Agricultura Familiar, que se tradujo en una Secretaría de Agricultura Familiar del Ministerio de Agricultura.
Hoy, las políticas de ajuste acordadas con el Fondo Monetario Internacional y votadas con la complicidad la mayoría del parlamento nacional, han reducido de categoría a ministerios y generando olas de despidos públicos y privados.
El ex Ministerio de Agricultura se encuentra a cargo de representantes de los agronegocios, que han avanzado en un proceso de destrucción de políticas públicas como la agricultura familiar, desmantelando la mayor parte del trabajo de extensión que se venía realizando y despidiendo trabajadores del sector.
Vienen a destruir todas las políticas públicas que suponen la promoción de la agricultura campesina e indígena. Asimismo, han suprimido el programa Prohuerta de promoción de huertas comunitarias, y más aún están aplicando recortes presupuestarios y cercenando facultades de control y regulación ej. SENASA, indispensables para el control fitosanitario en el país.
Es por eso que reclamamos con urgencia recuperar las políticas públicas de promoción de la agricultura familiar y exigimos la inmediata reincorporación de lxs trabajadorxs despedidos y la continuidad de programas y de los organismos públicos afectados.
Frente a esta grave situación de emergencia alimentaria y social el SERPAJ a realizado un llamamiento a la conciencia y corazón del pueblo para autoconvocarnos en todo el país a la lucha contra el hambre que es la peor de las violencias.
Numerosas organizaciones sindicales, de pequeños productores, movimientos sociales territoriales, ambientales, organismos de derechos humanos y representantes de diversas religiones, nos hemos autoconvocado para encarar una Campaña contra el hambre y por la Soberanía Alimentaria.
Es necesaria la unidad en la diversidad de todos los sectores del pueblo, más allá de los intereses sectoriales y políticos.
Tenemos la responsabilidad de tender una mano fraterna con los que menos tienen. El desafío es “PONER EL AMOR EN ACCIÓN”
Que no falte el PAN NUESTRO DE CADA DIA EN NINGÚN HOGAR DE NUESTRA PATRIA, DESDE LA QUIACA A TIERRA DEL FUEGO “
Por esto decimos
No hay SEGURIDAD ALIMENTARIA, SIN SOBERANIA ALIMENTARIA.
No hay SOBERANIA ALIMENTARIA, SIN AGRICULTURA FAMILIAR
El pueblo tiene hambre y sed de Justicia Social
Tiene hambre y sed de Justicia ambiental y RESPETAR LAS SEMILLAS NATIVAS Y EL DERECHO DE LOS PUEBLOS ORIGINARIOS y por el derecho e igualdad para todos y todas-
El pueblo tiene hambre y sed del Bien Común y la vigencia de los Derechos Humanos en la construcción democrática.
Mañana 9 de julio se pretende firmar en la provincia cuna de la Independencia
Nacional un Pacto de coloniaje, frente a esta claudicación también decimos que nuestro pueblo tiene hambre de Patria. Y que esta no está en venta.
ÉSTA CONCENTRACIÓN es el inicio de la Campaña “LA PEOR VIOLENCIA ES EL HAMBRE” dónde CHICOS Y CHICAS DE DIVERSAS ORGANIZACIONES COMPARTIRAN EL PAN EN LA PLAZA Y PEDIMOS A LOS HERMANOS Y HERMANAS EN EL TODO EL PAIS QUE COMPARTAN EL PAN CON LOS QUE MENOS TIENEN.
LOS NIÑOS NO SON UN PELIGRO, ESTAN EN PELIGRO EN UNA SOCIEDAD QUE LOS MARGINA Y SOMETE A LA VIOLENCIA.
DEBEMOS TRABAJAR Y CUIDARLOS PARA QUE NO LES ROBEN LA VIDA Y LA ESPERANZA QUE OTRO MUNDO ES POSIBLE, MÁS JUSTO Y FRATERNO.
Pedimos a los representantes de las religiones DESIGNAR UNA JORNADA DE ORACION Y REFLEXION SOBRE LAS CONSECUENCIAS DEL HAMBRE Y LA DESNUTRICIÓN EN NUESTRO PUEBLO, LA SALUD, LA EDUCACIÓN Y LOS VALORES Y DERECHOS DE NUESTRA SOCIEDAD
Frente a semejantes desafíos, la propuesta de impulsar políticas de Soberanía Alimentaria, procura empoderar a nuestros pueblos para asegurar que la tierra se disponga en función del bien común, donde campesinos, campesinas, productores de la agricultura familiar, pueblos originarios y trabajadores puedan producir y consumir sus propios alimentos.
Esta será la base para enfrentar el flagelo del hambre y para alcanzar sociedades justas.
(*) Premio Nobel de la Paz. Pte del Servicio Paz y Justicia