Agencia La Oreja Que Piensa. Marzo 2013. Por Esteban Mac Allister
Cuando era pequeño me mandaron a catecismo en la Parroquia Nuestra Señora del Rosario de Pompeya que estaba sobre la calle Almafuerte en Castelar.
Ahí conocí al director (*) de la escuela primaria, a la que terminaría asistiendo en 6º y 7º grado y que además me daría clases de catecismo entre los 7 y 9 años de edad...
Tengo un recuerdo muy grabado de él. Terminando el primer año de catecismo estaba mi vieja llenando la ficha con todos mis datos para la confirmación y había que elegir el nombre de confirmación, este sacerdote ante la duda de que nombre poner le dice a mi Mama: "Con ese apellido póngale Patricio".
Estando en 7º grado, siendo director de la escuela, le pide permiso a nuestra maestra para tener un dialogo con nosotros.
La noche anterior los noticieros habían anunciado la masacre de Trelew.
El hombre comienza diciendo "Lo que sucedió anoche es una barbaridad", "Si esto no se para ahora, será terrible", "Vengo de un país en el cual cada vez que hay una mesa de negociación por la paz, cada bando pone tantos cadáveres sobre la mesa, haciendo imposible el dialogo".
Y termino diciendo “en Irlanda existe un pequeño pájaro el Yardbird, que tiene un vuelo corto de una yarda. La paz, la Libertad, los Derechos, el Futuro, en fin, la Vida se construye en pequeños pero constantes pasos, como los del Yardbird ".
Alguna vez, le escuche decir que el testamento enseñaba economía y era claro, "El que tiene dos túnicas, que le de una al que no tiene" y "Multiplicar los peces y los panes, para darle de comer a la muchedumbre....".
Ese año 1972 termine el primario. Mi cuerpo estaba cambiando y el deporte que más practicaba desde los 6 años se adueñaba de mi vida: el rugby, que era todo para mí, jugaba en el club de irlandeses que fundo mi abuelo.
Recuerdo que un sábado regresábamos de jugar un partido como visitantes, lo normal era llegar al club y que nuestros padres nos esperaran con el almuerzo, que festejaran por nuestro triunfo o viéramos caras largas por la derrota.
Ese día de antemano, había caras amargas, raras.....
Mi Viejo hablaba con el Gordo Mc Kormac en un rincón, le pregunte:- ¿Papá que paso?.
¡¡¡Mataron al Padre Leaden, lo ametrallaron en la Sacristía de San Patricio!!!.
- ¿Quien Fue?- pregunté y el Gordo Mc Kormac con mucho énfasis dijo ¡¡¡Los Milicos!!!.
Ese recuerdo lo tengo muy grabado, lo suelo denominar ¡¡¡Todos Sabían!!!.
El resto de los Sacerdotes que conocí, me convirtieron en ateo.
Leaden y los Palotinos que conocí fueron perseguidos y asesinados por denunciar y por sacar gente del país.
No se le puede pedir a todas las personas que en momentos terribles sean héroes, pero algunos tienen la obligación de serlo.
Estoy seguro que los pastores que guían el rebaño tienen la obligación de ser héroes, de ser guías, de subir los peñascos mas riesgosos para rescatar a la oveja perdida, al menos eso me enseñaron, para eso están los pastores, para guiarnos, para decirnos cual es el camino.....
Me parece que fueron muy pocos los pastores que fueron hasta el peñasco peligroso a salvar una de sus ovejas, creo que los cuento con los dedos de una mano.
Me parece que la gran mayoría prefirió la comodidad de la sacristía y cambiaron el mate amargo con un trabajador despedido, por un buen whisky en compañía del comisario del barrio o del comandante del pueblo.
Debe ser por eso que se los ve tan vivos y tan solos.
Que están solos esta muy claro, solo hay que recordar la cantidad de banderas vaticanas que había en los balcones en la primera visita del Papa Juan Pablo II y la escasa cantidad de banderas que se observan hoy en esos balcones....
Leaden me diría "Steve, ¡¡¡Son pastores que perdieron a su rebaño!!!"
(*) Alfredo Leaden, nacido en 1919 en Buenos Aires. El 4 de Julio de 1976 fueron asesinados 3 curas: Alfredo Leaden, Alfredo Kelly y Pedro Duffau y los seminaristas Salvador Barbeito y Emilio Barletti.
Se conoce este hecho como la Masacre de San Patricio (o "de los palotinos", o "de Belgrano"). La dictadura argentina fue responsable de estos asesinatos en la iglesia de San Patricio, ubicada en el barrio de Belgrano, Buenos Aires.