Agencia La Oreja Que Piensa. Argentina 2012 (Por Ricardo Carpani)(*)
Además de la variada gama de expresiones intimistas y subjetivistas, incuestionablemente derivadas de una especificad latinoamericana, existe en nuestro continente una concepción plástica propia e inédita que, en tanto movimiento, estoy convencido de que constituye el acontecimiento plástico más importante de este siglo.Me refiero al muralismo latinoamericano, en sus diferentes versiones regionales.
El perfil propio de esta corriente se configura a partir de la concepción del arte como instrumento transformador de la realidad social.
El interés del artista se traslada así al reconocimiento de su entorno inmediato, priorizando este reconocimiento sobre todo tipo de universalismo abstracto o subjetivismo extremo y parcelado.
La vocación de incidencia sobre la realidad determina la búsqueda de una comunicación directa con la sociedad a través de un lenguaje formal expresivo y eficaz, y de un soporte (el mural) que, por su carácter publico, posibilite esa comunicación.
Pero la vocación de incidencia, en las situaciones de extrema injusticia y miseria en que viven nuestros pueblos, sólo puede tener un sentido liberador, en lo nacional y social.
De este modo, ese sentido liberador, que se suma a la búsqueda de un lenguaje expresivo y eficaz a la vocación muralística, determina el aliento épico y el carácter monumental de las formas, que constituye otra de las características fundamentales del muralismo latinoamericano.
En su intencionalidad transformadora de lo social, la actitud de nuestro artista muralista, frente a la realidad, es exactamente opuesta a la que prevalece en los artistas europeos y norteamericanos.
No sólo se la rechaza (toda parcialización es un rechazo), sino que se la enfrenta, asumiéndola con todas sus contradicciones. Así se conserva en la obra la visión sintética de la realidad total.
Esto es inherente a todo gran arte. Simultáneamente, enriquece esa visión con la apropiación de las conquistas formales que el arte del occidente capitalista avanzado (en su proceso de parcialización investigativa de la actividad estética) ha ido profundizando.
Apropiación que no es mera copia, sino que se hace realmente creativa, al adecuar esas profundizaciones parciales aisladas a la visión totalizadora de una realidad concreta. Les da así un verdadero sentido expresivo.
Y es, precisamente, esta riqueza de connotaciones estéticas, ideológicas y emocionales, derivadas de la visión totalizadora, lo que determina la permanencia de un carácter verdaderamente original, propio y revolucionario en el muralismo latinoamericano.
Revolucionario real, no circunscripto al ámbito estético. Trascendiendo a éste, intenta revolucionar su medio y su época.
(*) Fin de siglo Nº1, julio de 1987.
Ricardo Carpani, pintor argentino (Tigre, 11 de febrero de 1930 – Buenos Aires, 9 de septiembre de 1997)