Agencia La Oreja Que Piensa. Junio 2013.
“La FELAP no sobrevive porque vive. ¡Viva la FELAP!” así cerró su exposición el compañero Luis Suárez en el 25 aniversario de la FELAP, en el año 2001.
En ese, su discurso, Luis repasó en esencia la lucha y desarrollo de nuestra organización, resaltándola por su compromiso con los periodistas, trabajadores de prensa, y con los pueblos de América Latina y el Caribe:
“Desde el primer momento, con su primera declaración de principios y objetivos, plenamente justificados en aquella época –años setenta-, la FELAP tuvo dos inseparables y sólidamente actuales: la defensa de la soberanía de nuestras naciones y la integración latinoamericana.
Los llevamos con nosotros como metas por alcanzar la patria grande martiana, porque aún sin aquellas dictaduras de nuestro alumbramiento, las recuperadas y muy relativas democracias están viciadas y minadas por las tentaciones y dependencias de la globalización neoliberal, tecnológica y financiera”.
Y, en otro párrafo, agregaba: “…en el periodismo se han operado grandes transformaciones con el asombroso desarrollo tecnológico que modifica no solo los procedimientos de nuestro trabajo –a veces para bien, en ocasiones para mal-, sino también por el carácter de propiedad y apropiación de los medios, donde, como nunca, se confunde la forma con el contenido, el instrumento con el mensaje. Como una consecuencia de esa concentración, no se multiplica el trabajo, se multiplican los despidos, y los crímenes, agresiones y amenazas contra los periodistas fieles al compromiso social y con la verdad”.
El próximo 31 de mayo se cumplirán diez años de la muerte del querido compañero y amigo Luis Suárez. Del hombre que dedicó gran parte de su vida a la profesión periodística y a organizar gremial y políticamente a los periodistas, trabajadores de prensa, de la región.
De él decía, en el treinta aniversario de la FELAP, año 2006, el compañero Tubal Páez, presidente de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) y vicepresidente de nuestra organización continental:
“Luis fue, en primer lugar, un combatiente que consumió su vida en la trinchera universal de la guerra en defensa de aquellas palabras que significan libertad, justicia y otros valores de la especie humana. Quizás, como el oficial más joven del ejército republicano español que fue, no estuviera consciente todavía de que con su actuar decidido se convertiría en héroe dispuesto a morir para que en su suelo natal no pasara la mentira”.
Luis nació en España, en 1918. Y desde 1939 vivió, intensamente, en México, hasta su fallecimiento en el año 2003. Su pasión, su inteligencia, su extraordinario sentido del humor, su entrega intelectual y física tuvieron a la FELAP como destinataria permanente.
Murió siendo un joven de ochenta y cinco años, intelectual inagotable que, hasta último momento, como lo recuerda en estos días la compañera Rosa María Holguín –su colaboradora más cercana, en más de dos décadas-: “me dio instrucciones para el envío de informaciones a todos los miembros de la FELAP, exigiéndome que no alarmara a nadie con su enfermedad”.
Luis Suárez, genio y figura que, en uno de sus tantos aciertos frente a quienes esgrimiendo razones de edad intentaron –sin éxito- retirarlo del hacer gremial, profesional y político, sentenció: “La peor ancianidad es la deserción”. Sencillamente brillante.
Su vida y su lucha no han sido en vano.
Juan Carlos Camaño
Presidente de la FELAP