Agencia La Oreja Que Piensa. Desde Venezuela. Por Helena Salcedo (*).-
El periodismo, esa profesión de combate que de manera entrañable influencia en la sociedad, desde recolectar, sintetizar, jerarquizar en el parto de la información del presente, del antes, aclarando al futuro blindado por sus normas y deberes éticos al informar orientar y educar, se crece a diario solo en ese periodista que asume la profesión como una magna fortaleza.
En Venezuela en la década del 70 los estudiantes de periodismo enriquecían su formación académica en los Congresos Nacionales e Internacionales que organizaba la Asociación Venezolana de Periodistas, AVP, con destacados periodistas de interesantes como intensas experiencias protagonizadas en el campo gremial, profesional, académico, político donde se propiciaba la participación y el aprendizaje.
Aprendimos la importancia de entender el derecho a participar en la línea informativa de un medio, defender la libertad de expresión, saber de la trascendencia de la Cláusula de Conciencia para asumirnos como trabajadores de la prensa y no ser cómplices del medio de comunicación, relevar la necesidad de la organización, este legado lo sembró la organización gremial venezolana dirigida por el destacado periodista y docente formador de periodistas, Eleazar Díaz Rangel.
Sembrando allí entonces la semilla de la integración, una política que trascendió a un gremio y ahora es liderada por Presidentes y Primeros Ministros de diferentes países de la región latinocaribeña, que impulsan nuevos modelos para consolidar la integración y una real participación ahora con el protagonismo del pueblo adecuada al cambio de época que vive nuestra región.
En un ambiente de búsqueda de la integración nació una organización internacional para organizar a los periodistas-trabajadores de la prensa de nuestro continente, la Federación Latinoamericana de Periodistas, FELAP. Surgió en torno a las ideas de emancipación, en defensa de la autodeterminación de los pueblos. Surge a favor la libertad de prensa oportuna y veraz como bien lo afirma Juan Carlos Camaño, su actual Presidente.
Era esa la década donde querer respirar democracia se convirtió en sinónimo de resistencia, de denuncia.
El cuarto poder como se les llamaba a los medios ya se gestaba como el embrión de la dictadura mediática. Ante ello la nueva organización de los periodistas se formó con sus maestros con la conciencia, guiados con el objetivo de luchar por una libertad de prensa oportuna y veraz, por la defensa de la autodeterminación de los pueblos y por la independencia y soberanía.
Los estudiantes de periodismo leíamos y escuchábamos a periodistas como Ernesto Vera de Cuba, Genaro Checa de Perú, Hernán Uribe de Colombia, Luis Suárez de México, Ernesto Carmona de Chile influidos por su texto “Los amos de la gran prensa” y a otros fundadores de la FELAP como Eleazar Díaz Rangel de Venezuela. Así ininterrumpidamente nos preparábamos, fogueábamos para hacer frente a la embestida del cuarto poder estimulándose nuestra superación, al escucharlos crecía esa admiración que lograron sembrar y se pudo extender hacia la profesión escogida, para algún día poder ser como ellos.
La FELAP desde su creación se interesó por las grandes gestas que se vivían en latinoamericana, como la necesidad de apoyar a la revolución cubana. El espíritu de la integración y de la independencia fueron aportados a la FELAP con los ejemplos de Simón Bolívar, Antonio José de Sucre, de José Gervasio Artigas, José Martí, de Francisco Morazán, de Juan Carlos Mariátegui y los discursos cargados de sabiduría de Fidel Castro.
Hugo Chávez como innato comunicador se dispuso consolidar la verdadera unión política, económica, social, cultural al lograr la integración entre los pueblos de la región latinoamericana caribeña, oponerse al poder hegemónico opresor a través de la maquinaria industrial belicista-mediática de Estados Unidos.
Los periodistas asumimos que es impostergable la tarea de abocarnos a la consolidación de la FELAP frente al poderío de la gran corporación mediática o nuevo ropaje del cuarto poder.
La dictadura comunicacional afina su política de manipulación, consciente que su fin es influir para condicionar y dominar voluntades que aparten a la población del cambio de época de dignidad soberanía e independencia que se ha conquistado.
Todo ello nos obliga a los periodistas a definirnos, y la respuesta no puede ser otra que discutir entre los modelos de país, uno, el que pretenden imponer los dueños de los medios entregados al capital trasnacional para que prosiga la hegemonía del poder imperial y el otro, liberador, el de los pueblos, que andan sin vuelta atrás por el camino para seguir siendo libres e independientes.
(*) Periodista