“Los seres humanos no nacen para siempre
el día en que sus madres los alumbran,
sino que la vida los obliga a parirse
a sí mismos una y otra vez"
Gabriel García Márquez
Agencia La Oreja Que Piensa. 2014. Por Marita Villaravid.
Un cáncer linfático hizo que te fueras un 17 de abril. Pero parece que estás acá, cerca mio cuando escribo. De hecho lo estás; no solo en la biblioteca, sino también en alguna frase que se entremezcla al recordarte.
Naciste en 1927 pero te conocí allá por los ´90. Comenzaba a escribir en un taller literario con apenas 11 años. Te leí apasionadamente siempre. Tu escritura inspiraba esa pasión.
Y hasta llegue a creer poder visitar alguna vez ese Macondo tan detallado que en tus textos relatabas.
Creciste periodísticamente de la mano de la Revolución Cubana, acompañando con tus textos a los barbudos que llegaban de la mano de tu fiel amigo Fidel. Tus novelas, entre realidad y magia, encerraban los misterios que los lectores ansiaban.
Fuiste Gabo para todo aquel que te leyó y lo serás para todos los que sigan descubriéndote.
Tus textos reflejan libertad en la escritura; brindan la tu propio estilo; pero la posibilidad de que al leerte cada uno encuentre una historia diferente además de la contada. Alguna vez dijiste que “En cada libro intento tomar un camino diferente [...]. Uno no elige el estilo. Usted puede investigar y tratar de descubrir cuál es el mejor estilo para un tema. Pero el estilo está determinado por el tema, por el ánimo del momento.”
Fiel defensor de los derechos humanos. De la libertad de esta Latinoamérica que hoy te despide de pie. Como lo hizo al escucharte recibir el Nobel de Literatura en el ´82 : “Me atrevo a pensar que es esta realidad descomunal, y no solo su expresión literaria, la que este año ha merecido la atención de la Academia Sueca de las Letras.
Una realidad que no es la del papel, sino que vive con nosotros y determina cada instante de nuestras incontables muertes cotidianas, y que sustenta un manantial de creación insaciable, pleno de desdicha y de belleza, del cual este colombiano errante y nostálgico no es más que una cifra más señalada por la suerte. Poetas y mendigos, músicos y profetas, guerreros y malandrines, todas las criaturas de aquella realidad desaforada hemos tenido que pedirle muy poco a la imaginación, porque el desafío mayor para nosotros ha sido la insuficiencia de los recursos convencionales para hacer creíble nuestra vida. Este es, amigos, el nudo de nuestra soledad.”
Nos quedamos sin tu cuerpo, con tus soledades; sin tu genialidad, con tus relatos y tus cuentos.
Sin esa incomparable creatividad. Nos quedamos con tus putas tristes.