Agencia La Oreja Que Piensa. 2014. Por Nicolás Doljanin (*)
La encontré un par de sábados atrás entre los gnósticos de San Telmo, invitada para exponer la historia de la legendaria Agrupación Evita, de la que es una las fundadoras.
“La otra, que vive todavía, es la compañera Nina Brugo”, añade al toque esta obrera del Vestido, hija de un militante libertario de San Juan que la llevó, cuando niña, a despedir a aquella mujer, que antes la había dejado maravillada al pasar por su provincia, durante lo que ha sido la primera gira electoral (en todo el mundo) de un candidato presidencial en compañía de su esposa: Evita a la par del Coronel.
Elsa probó de entrada a su auditorio: ““Tengo que decirlo: No siento que hoy tengamos un movimiento obrero a la altura de la Presidenta, que la apoye como es debido”.
Lo dijo en el tono pausado, habitual en ella, largamente acostumbrado a poner por delante la primera del plural y bancársela, a la par y con lo que venga, en primera persona: la transversalidad total.
La mayoría tiene edad para ser sus nietos, y, durante unas cinco horas, desgranó la Historia al compás de sus recuerdos, pero lo que menos parecía era una abuelita.
Elsa fue presa (y varias veces) por sus ideas pero sobre todo por sus prácticas. Casi vuelve locos a sus interrogadores.
Se hizo famosa entre las chicas de la Resistencia peronista, poco después de la Huelga del frigorífico Lisandro de la Torre, mientras enfrentaba a los cosacos de la montada con su gomera.
Pero su primer herramienta de lucha no fue esa sino un lápiz de labios. “Minga el Yanki”, escribió en el espejo del baño de mujeres de la fábrica UCOA, en respuesta al gringo que era el dueño, en plena Fusiladora.
El yanqui acababa de decirles que con la deposición de Perón se terminaban los derechos y se tuvo que bancar una Huelga de Brazos Caídos.
Con el tiempo, el secretario general de los metalúrgicos Augusto Timoteo Vandor la echó de una asamblea por “comunista” y se tuvo que bancar lo mismo que el gringo. Las mujeres lo obligaron a ir a buscarla y tuvo que traerla de vuelta.
- “El Lobo no es más que un zorro”, decíamos entre nosotras.
Elsa lo cuenta y los gnósticos, empeñados en conocer bien para creer mejor, se echan entre unos y otros miradas de alegre complicidad afirmando con la cabeza.
Más de uno filma con el telefonito, no falta el pibe con los ojos humedecidos, la piba que mira arrobada, pero en general bastaría el vuelo de una mosca para armar un batifondo.
La antigua militante de la Agrupación Evita – única en su tipo, de mujeres y trabajadoras entreveradas, que haya sido creada desde el interior de las Orgas durante los años 70 – es también fundadora del Encuentro Nacional de las Mujeres, una de las iniciativas más trascendentes del Campo Popular, y que sigue viva, después de la dictadura y con la recuperación de la Democracia.
Elsa no falta un año. Y empezando por qué es una “huelga de brazos caídos”, contesta todas las preguntas con una calma infinita.
- Es fácil entender qué quiere decir movimiento obrero cuando Elsa lo nombra – se desangra un cuarentón, en lo que saca la cuenta con “lo que hay hoy”
- ¡Y no estos que levantan consignas de los barrios privados y ni llenan media plaza!
- Como siempre, vamos a tener que ser las mujeres – replica una – las que devolvamos el sentido de pertenecer a una sola clase: la de los que trabajan.
… Al género compañeros, porque también está el género – garca, - añado quedo por la mía mientras salgo a encender la pipa.
En eso me alcanza el que tenía los ojos húmedos, y, mostrándome su telefonito, dice:
Mi tío está en Mar del Plata y se puso a llorar. En la familia, conmigo era con el único que hablaba… ¡Dice que es tal cual lo cuenta ella!
Elsa Mura tiene toda la razón del mundo. En tiempos de lobo suelto y cordero atado, la política es Mujer. Y nada es tan interesante como cuando una edad del pueblo se decide a probar a otra en su coherencia propia.
(*) Periodista y escritor argentino. Fue corresponsal de guerra en Centroamérica. Ganador del Premio “Casa de las Amèricas” 2013.
Autor de libros
“Chalatenango, la guerra descalza” 1983 – Ediciones El Día, México;“La razón de las masas” 2002 – finalista de Casa de las Américas. Ediciones Nuestramérica; “Paquito Arriarán de Arrasate a Calatenango”, en co-autoría -2007, Ediciones Txalaparta, España;“La plaza en Ojotas” – 2010- Ediciones La Tinta – Buenos Aires.