Agencia La Oreja Que Piensa. Por Adolfo Pérez Esquivel 15-12-2012 (*)
“Tiene más vueltas que perro para acostarse”…los vuelteros no terminan de definir que hacer o no hacer; los dichos populares tienen esa fina ironía para definir comportamientos humanos.
En el tiempo hasta el lenguaje cambia, antes le decían “pichicho”… ahora, nada de vulgaridades, se les dice “mascotas”, algo abstracto e indefinido, no importa si es perro, gato o cuis. Antes le daban carne, pescado, arroz, polenta y todo lo que sobraba del almuerzo o cena. Ahora no, tienen su “comida balanceada”, los pobres bichos no saben que comen, pero no les queda otra.
Los humanos /as, dicen que “les cuidan la salud”, el mercado de “mascotas” les vende camas, almohadones, capas para el frío, zapatos, los llevan a bañar, cepillar y enrular, otros les cortan las orejas y la cola para exponerlos en campeonatos de belleza perruna, gatuna, etc., etc.
Pobres “bichos”, ya no saben que son, encerrados en departamentos sin poder oler el culo de otro semejante. Lo único que les queda es dar vueltas y más vueltas para acostarse y morderse la cola, si la tiene y no se la cortaron.
Algunos /as humanos opinan que los perros, gatos y caballos son sabios, porque no hablan. Eso si, piensan que cuando lleguen al poder todo va a cambiar; la paciencia y el silencio son el arma de las especies dominadas.
Volvamos al comienzo, “Tiene más vueltas que perro para acostarse” y mientras intenta dormir se muerde la cola y sueña con su liberación.
Los y las humanas imitan a los perros y en los siglos de convivencia terminan siendo miméticos, hasta la última época las “mascotas” saben que son lo que no son: algo así, como ”ni chicha, ni limonada”.
El tiempo pasa y la memoria es frágil, el olvido queda debajo de la alfombra, o en un estante o cajón; dicen que los pichichos, mascotas o como quieran llamarlo tienen instinto, los humanos inteligencia.
¿Será así?...que los animales no olvidan, las personas si. Refresquemos entonces la memoria. Durante la dictadura militar, en las marchas cantábamos en rebeldía, “la deuda externa, la represión……”.
Alejandro Olmos, un patriota de los de ahora, hace ya cerca de 40 años denunció al FMI, el Banco Mundial y los bancos comerciales, por el saqueo, el robo y todos los adjetivos calificativos de la Deuda Externa, inmoral, impagable, como otro mecanismo de dominación de los pueblos.
Se logró llevar a juicio, pero con más vueltas que perro para acostarse. El Fallo duerme en el Congreso de la Nación desde el año 2000, mientras la impunidad de la Deuda Eterna continúa aumentando. Pasaron gobiernos, ha habido políticas diversas, pero ni el Poder Ejecutivo, ni Legislativo, ni Judicial, ha puesto la mirada en la estafa para dejar de que paguemos, lo que el pueblo no debe.
Soñar no cuesta nada, por ahora, hasta que el sistema ponga medidor a los sueños. En éste mundo capitalista y neoliberal todo tiene precio, valor ninguno, y eso lo sabe el PRO y quien fuera presidente de la Nación Mauricio Macri, quien dijo: el crédito del FMI fue para salvar a los bancos, no al pueblo,… negocios son negocios.
El gobierno de Alberto Fernández tiene que asumir la responsabilidad de Estado y reconocer que su obligación es cumplir con los derechos del pueblo y poner fin a la impunidad.
De otra manera, seguiremos como estamos, con el partido de la Deuda ganando por goleado. El Ministro de Economía Guzmán navega contra corriente con un bote que hace agua y puede hundirse; con un balde intenta desagotar mientras negocia y negocia para convencer al usurero FMI que el país no puede pagar y que necesita una prórroga para recomponer la economía, antes que se hunda el bote y poder cruzar el río. Y en el Congreso, sólo piensan en cómo sacar provecho del río revuelto.
El dios dólar y la estafa de la deuda y del FMI imperan y exigen sacrificios a los pueblos. No se trata de contener la crisis financiera, la inflación, provocada por los sátrapas del mercado., se trata de asegurar sus ganancias y favorecer sus avances sobre los territorios, nuestros bienes naturales y comunes.
Erich Fromm dice que hay dos partidos, el de la Esperanza y el del Miedo.
El primero busca superar las crisis y conflictos vigentes y lucha con la esperanza de lograrlo; cree en las reservas y valores del pueblo. El partido del Miedo intenta contener lo incontenible. Se deja someter y manipular por miedo a salir y hacer frente a los mecanismos de dominación, como la deuda externa que genera más hambre, pobreza y desigualdad social. El miedo paraliza y del miedo a la cobardía hay un solo paso.
Hay que optar, no queda otra. O damos más vueltas que perro para acostarse y nos mordemos la cola o se asume el desafío de cambios sociales, culturales, económicos y políticos. Es urgente suspender los pagos e investigar dónde fueron los millones de dólares del FMI, que bancos recibieron el dinero, en que se invirtió, si fueron a la bicicleta financiera.
Esa información está en el Banco Central que ya el año pasado informó que el préstamo sirvió para la fuga de capitales, pero omitió publicar los nombres de las personas y empresas responsables.
Sabemos que el gobierno inició la acción penal por malversación de fondos y administración fraudulenta; el saqueo del país no puede quedar en la impunidad. En el Congreso como en el Ejecutivo y el Poder Judicial, tienen que despertar y ponerse a asumir el partido de la Esperanza.
El sentido Común, el menos común de los sentidos, nos indica que si los bancos recibieron el dinero, es su responsabilidad pagarlo y no cargar la deuda al pueblo.
La complicidad del FMI en la estafa tampoco puede quedar en la impunidad. En el Fondo saben a quienes ayudaron a fugar las riquezas del pueblo; que arregle con ellos para cobrar y para con nosotres, reparaciones por el crimen cometido.
Hay que sanear la economía. Vivimos la economía especulativa y extractiva, no la productiva. La voracidad de los buitres carroñeros, bancarios y extractivistas no tiene fin y hay que enfrentarlos.
El gobierno debe publicar la lista de los bancos, las personas y las empresas que fugaron el préstamo del FMI. Debe acordar con el Fondo que paguen la estafa quienes se beneficiaron; no es una deuda pública porque al pueblo, al público, nunca fuimos consultados ni beneficiados.
No hacerlo es caer en el pozo del Miedo. O se administra la crisis sometidos por el miedo o se enfrenta con decisión y Esperanza en la unión del pueblo para no caer en la desesperación de los pichichos.
(*) Premio Nobel de la Paz 1980.