Agencia La Oreja Que Piensa. Nov 2012. Por Andrea Iberra (*)
“Cecilia L. 44 años abogada, Ciudad de Buenos Aires, fui victima de violencia psicológica y física durante 10 años, ahora estoy separada con un hijo de 6 años producto de esa relación , y sigo padeciendo violencia psicológica, me animé, e inicié el mes pasado, una denuncia en la comisaría de la mujer, y el padre de mi hijo se calmó.”
“Flavia R, 29 años, empleada domestica, Moreno, el padre de mis hijos llega borracho y me golpea porque dice que nuestros hijos no se parecen a él, me agrede verbalmente y al otro día me pide perdón llorando. Cansada fui en agosto a iniciar la denuncia y le hicieron una exclusión del hogar, ahora vivimos más tranquilos.”
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“Carolina T. , 37 años, empresaria, San Isidro: viví unos años en EE UU por trabajo, conocí al padre de mi hijo, quedé embarazada y él se volvió celoso enfermizo y controlador, me agredía física y verbalmente, hasta que mi familia me pidió por favor que me venga a la Argentina a tener a mi hijo. Les hice caso, me vine, mi ex se quedo allá y ni visita a su hijo.”
La violencia es aquella conducta que se realiza de manera consciente y adrede para generar algún tipo de daño a la víctima. La violencia puede buscar dañar física o emocionalmente. Por lo tanto la Violencia de Género es la ejercida de un sexo hacia otro. También se utilizan las nociones de violencia doméstica, violencia de pareja y violencia machista.
Hay 3 tipos de violencia: en primer lugar la llamada VIOLENCIA FISICA, que es aquella en la que la mujer es víctima de malos tratos que dejan huellas en su aspecto. Este seria el caso de golpes, empujones, patadas, mordiscos, escupitajos, o todos aquellos que son causados por el agresor al hacer uso de sus manos o de objetos que puedan ser armas blancas.
En segundo lugar la VIOLENCIA PSICOLÓGICA, es la que tiene lugar cuando la victima es fruto de una manipulación que se traduce en que ella se sienta despreciada, indefensa e incluso culpable de las reacciones de su pareja.
Asimismo, en esta violencia también hay dos clases, la VIOLENCIA ECONÓMICA, que es aquella que se caracteriza porque el hombre intenta que la fémina no tenga acceso al trabajo o al dinero familiar para que así dependa de él. Y la VIOLENCIA SOCIAL, que es la que produce el agresor para que su victima se aísle de su entorno y no tenga contacto con nadie que pueda abrirle los ojos y ver la situación en la que se encuentra. Generalmente la víctima no le cuenta a sus amigos y familiares por vergüenza y así queda sometida constantemente.
Y por ultimo en tercer lugar VIOLENCIA SEXUAL . El hombre utiliza la coacción o la amenaza para establecer relaciones sexuales no deseadas por la mujer.
Es de destacar que en muchas ocasiones, los casos de violencia familiar no suelen ser denunciados ya que la víctima puede estar atemorizada por convivir con alguien violento o incluso puede sentir vergüenza por la situación.
Como la violencia contra la mujer es un problema histórico y cultural, ciertas legislaciones contemplan una discriminación positiva respecto a este género ya que se la protege sobre el hombre. Hay casos donde, incluso, la violencia que ejerce una mujer sobre un hombre no es delito.
Desde mi punto de vista las mujeres a lo largo de estos últimos años gracias a las campañas publicitarias y la concientización que se hace en los medios, con el agregado de las noticias de mujeres muertas, víctimas de un marido o ex, violento han superado la barrera de la clase social, la vergüenza y el miedo, y se animan a denunciar cada vez más. Es por ello que los juzgados de familia están atestados de expedientes de violencia familiar.
El tratamiento que se les da a las víctimas es diferente en la Ciudad de Buenos Aires y en las provincias. En la Ciudad de Buenos Aires una mujer entra a la Oficina de Violencia Doméstica de Corte Suprema de Justicia e inmediatamente la asiste un equipo de psicólogos y abogados donde escuchan a la denunciante y si fue víctima de violencia física luego de la entrevista, la derivan al médico perito para verificar las lesiones e instar la acción penal, además de la denuncia civil. No sale del edificio sin ser debidamente atendida, asistida legalmente y contenida. Luego, en los días posteriores, la comisaría que corresponde a su domicilio manda un móvil asiduamente para corroborar su estado físico y consultarla si fue víctima de violencia nuevamente.
En cambio en la Provincia de Buenos Aires, el tratamiento es mucho más liviano y diferente. La víctima tiene que asistir a una comisaría de la mujer en jurisdicción de su domicilio, debe esperar su turno en un lugar generalmente, ediliciamente deteriorado, lúgubre, donde el personal policial, pocas veces amigable y menos contenedor pregunta: “ y usted ¿qué viene a denunciar?”, entonces la víctima realiza la denuncia, sin psicólogos ni abogados de por medio. Luego tiene que ir a sortear el expediente, ir a la defensoría y esperar horas hasta que un defensor oficial tome su caso, haga el primer escrito y esperar varias horas más para ver su expediente.
Se necesita mucho valor y fuerza emocional para hacer todo eso, cosa que generalmente la víctima no tiene y por ello se cansa y abandona el proceso. Por ello la mayor cantidad de víctimas de asesinatos se produce en la Provincia de Buenos Aires.
Esta realidad evidencia que debería existir una infraestructura edilicia y judicial más desarrollada donde los juzgados de familia estén separados de los de Violencia Familiar.
Pero, lo más importante es saber que estamos en un camino donde el miedo no debe ser aliado de silencios que lastiman. Y duelen.
(*) Abogada y Comunicadora