Agencia La Oreja Que Piensa. Por Sergio Ferrari, desde Berna, Suiza.
La segunda semana de julio el euro dio una trastabillada más hacia el precipicio. En su caída se emparejó al dólar norteamericano, piso que nunca había alcanzado en las últimas dos décadas.
La moneda común de la Unión Europea (UE) se deprecia y la guerra sigue marcando su impronta en toda Europa Occidental, la región vecina más próxima al campo de combate.
El euro al precipicio
Tal desplome del euro no se producía desde el 15 de julio de 2002. Su valor de cambio en 2021 cerró a 1,137 dólares. Según la consultora financiera Bloomberg, la moneda europea se depreció un 12,05% en este primer semestre.
El último año, su caída en relación al dólar fue del 15% y apenas un poco menos con respecto al franco suizo (en junio de 2021, un euro costaba 1,09 francos, en tanto que ahora pasó a 0,98 francos).
La radio y televisión inglesa BBC informaba la tarde del 12 de julio que atrás quedaron los años cuando el euro era tan fuerte (1,6 veces el valor del dólar durante la crisis financiera mundial de 2008), que muchos europeos iban de vacaciones a Estados Unidos por los bajos precios de hoteles y restaurantes y regresaban a casa con las maletas llenas de productos electrónicos y ropa.
La situación político-militar de Europa es la causa principal de este debilitamiento de la moneda europea. Analistas económicos subrayan que la caída del euro esta semana se dio casi en paralelo con la revelación de los datos sobre el desplome de la confianza empresarial en Alemania, superpotencia jaqueada por su fragilidad energética y su extrema dependencia del gas ruso.
Desde hace varios días se vienen intensificando las voces que afirman que este trauma energético estará a la base no solo de un muy posible crecimiento negativo en Alemania, sino también de la eventual recesión en toda la zona del euro.
Los técnicos hablan de recesión cuando el Producto Interno Bruto de un país o región no registra crecimiento alguno durante dos trimestres seguidos.
La periodista Cecilia Barria señaló en su análisis en la BBC que “existe inquietud frente a la posibilidad de que esta crisis cause una recesión de consecuencias insospechadas”.
Esta hipótesis se intensificó el día antes debido a la reducción del suministro de gas ruso y la preocupación generalizada de que la inflación continúe creciendo.
La empresa energética rusa Gazprom, que abastece a Alemania y a otros países europeos, acaba de descontinuar con fines de mantenimiento por diez días el suministro de gas a través de su gasoducto Nord Stream 1, pero Rusia podría aprovechar esta coyuntura para prolongarlo indefinidamente.
Se empantana el conflicto, tiembla la Unión Europea
El cotidiano español El País, en su edición electrónica del segundo martes de julio, se preguntó sobre el comportamiento tendencial de la moneda de la Unión Europea.
La respuesta, según El País, radica en los movimientos de los bancos centrales. Y señaló que la Reserva Federal estadounidense está respondiendo de una manera más agresiva que el Banco Central Europeo en lo que respecta al incremento de las tasas de interés.
Y de inmediato pasó a analizar el fenómeno de la inflación, que caracteriza como “un fenómeno global”, pero que se manifiesta de forma diferente en las distintas regiones tanto en su intensidad como en relación a sus causas.
Por esta razón, la Reserva Federal de los Estados Unidos ha iniciado la normalización de su política monetaria antes que el Banco Central Europeo, y “de forma más decidida”, como lo explicó Francisco Uría, responsable global de Banca de KPMG, citado por El País.
Este mismo periódico incorpora además la opinión de los analistas de la empresa de gestión de inversiones Allianz Global Investors, quienes creen que a corto plazo el dólar seguirá aumentando su valor frente al euro, “aunque a un ritmo más lento”.
También anticipan que en los próximos meses podría haber una corrección, aunque apuntan que “si la economía global se debilita o si entra en recesión, el dólar seguirá fuertemente respaldado en términos generales”.
El destacado economista belga Bruno Colmant, profesor de la Universidad Libre de Bruselas, no es tan optimista ni menciona posibles correcciones a corto plazo.
En la Radio Suiza, en su cadena francesa, el 12 de julio declaró que la debilidad del euro se mantendrá en tanto continúe la guerra entre Rusia y Ucrania y que “puede ser [un periodo] extremadamente largo”.
Colmant reconoce en su análisis la relación determinante y condicionante entre dicho conflicto y la crisis económica actual de Europa occidental.
Y afirma que el peor escenario imaginable es que continúe esta dinámica bélica que condiciona la situación económica --de por si ya muy compleja, irritante, llena de nerviosismo, que se percibe en el espacio del euro-- en camino de producir un agotamiento continental.
Colmant observa que al mismo tiempo que el euro se desbarranca, la política “agresiva" de la Reserva Federal Estadounidense, que continúa aumentando sus tasas de interés, determina un rendimiento superior de los bonos de su propio tesoro con respecto a lo que Europa podría ofrecer.
En resumidas cuentas: para cualquier inversionista, en la actual coyuntura, el dólar termina siendo una mejor opción que el euro. Lo que se comprende muy bien, según Colmant, por qué Estados Unidos se convierte en un refugio en términos monetarios, ya que hoy cuenta con una economía fuerte, en plena recuperación, con alza del empleo y no condicionada por la guerra que afecta directamente a Europa.
Medidas de emergencia en un país entre las cuerdas
En el marco del aumento de la inflación europea actual, con una media de 8,6% --su nivel más alto desde que comenzaron los registros--, la depreciación del euro determina un incremento del costo de vida ya que encarece las importaciones.
En este contexto de crisis continental que se profundiza, España se confronta a una tasa de inflación interanual muy alta, llegando en junio a un 10,2%, su nivel más elevado de los últimos 37 años.
Según la ONG española Oxfam Intermón, la inflación no solo golpea el conjunto de la actividad económica en general, sino que reduce el poder adquisitivo de los hogares más pobres un 30 % más que el de los hogares más ricos.
Y advierte que siempre hay sectores que salen ganando tanto de la actual situación bélica como de la pandemia. Las ganancias de algunos sectores --financiero, farmacéutico, energético y alimentario-- se disparan.
La ONG recuerda que los ingresos de las cuatro mayores empresas energéticas de España crecieron un 34 % entre 2020 y 2021.
La inflación reduce el poder adquisitivo de los hogares más pobres un 30% más que el de los hogares más ricos - oxfamintermon.org
La nueva crisis socioeconómica causada por el conflicto en Ucrania y la pandemia deja en España una huella desigual e injusta según último análisis de la ONG Oxfam Intermón, La desigualdad no se va de vacaciones..
La inflación de junio se coloca en el 10.2%, el mayor nivel en 37 años y la Encuesta de Condiciones de Vida que indica que la población en riesgo de pobreza o exclusión www.oxfamintermon.org
El Gobierno ha respondido a la actual situación hiperinflacionaria con medidas que intentan amortiguar el impacto de la misma, como subsidios para los combustibles y una reducción del Impuesto de Valor Agregado (IVA) sobre la electricidad, así como un aumento de las pensiones. Desde septiembre pasado hasta el presente destinó 30.000 millones de euros a este esfuerzo amortiguador.
Para salir al cruce del impacto que dichos tapagoteras antiinflacionarias le producen al Estado, el Gobierno anunció la instauración de un impuesto único (excepcional) sobre los beneficios extraordinarios de las grandes empresas energéticas. El Estado calcula recaudar unos 2.000 millones de euros anuales en 2023 y 2024.
Adicionalmente, decidió aplicar un impuesto, también temporal (dos años), a las grandes entidades financieras --que ya están empezando a beneficiarse por las alzas de los tipos de interés. Se estima que este impuesto permitirá recaudar 1.500 millones de euros anuales.
Varios son los países europeos que anunciaron en los últimos meses gravámenes excepcionales sobre los beneficios empresariales derivados de la inflación, en particular los grupos energéticos, que últimamente registran beneficios muy elevados.
El Reino Unido e Italia, por ejemplo, establecieron impuestos especiales del 25% sobre las ganancias de las grandes empresas del sector energético.
Por otra parte, el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, decidió un paquete de medidas, que incluye, entre otras el aumento de las becas, mantener un tope a la actualización del precio de los alquileres y la gratuidad de abonos para redes ferroviarias de corta y mediana distancia.
Dichos anuncios los pronunció en el marco del maratónico debate sobre el estado de la Nación, entre el martes 12 y el jueves 14 de julio. Hacía ya siete años que no se realizaba este debate.
El pesimismo ambiente
En medio de una situación compleja en lo económico, confrontativa en lo político y profundamente polarizada en lo ideológico --la derecha con sus medios de prensa afines reabrieron con furia el tema ETA y la guerra de décadas pasadas en el País Vasco--, España representa, parcialmente, lo que vive una Europa convulsionada por las consecuencias del conflicto entre Rusia y Ucrania.
Dentro de esta situación, la crisis energética, la inflación galopante, la caída hacia el abismo de la moneda única, los compromisos de aumentar los presupuestos militares --siguiendo las imposiciones de la OTAN-- y los debates político-ideológicos nacionales definen una agenda interna (y continental) inimaginable apenas cinco meses atrás.
El conflicto bélico condiciona ya la vida cotidiana de millones de habitantes del espacio euro. Una guerra por procuración (Washington se frota las manos) suicida para una frágil Europa occidental desconcertada.
Semejante panorama desvirtúa, en los hechos, lo que apenas hasta hace poco tiempo aseguraban diversos analistas europeos eufóricos por la guerra: que la crisis solo afectaría a los dos países implicados militarmente.
La realidad desmiente ese falso optimismo. Y si queda alguna duda, simplemente véase de qué manera el euro resbala, se tambalea y cae estrepitosamente. Y lo único que crece en esta región es la inflación recesiva.