Agencia La Oreja Que Piensa. Desde Berna. Suiza. Por Sergio Ferrari. (*)
Del sentimiento religioso popular a la beatificación vaticana: el largo camino de 36 años que separan el asesinato de Monseñor Oscar Arnulfo Romero a las imágenes conmovedoras que retratan la vida y vigencia del religioso salvadoreño.
Estrenado en agosto pasado en Suiza – en el marco de la euforia fílmica del Festival del Cine de Locarno - El desagravio, del realizador suizo Patrik Soergel y su colega italiano Gianni Beretta, presenta los vericuetos de un caso que conmocionó ese país centroamericano y el continente entero. El film continuará en los próximos meses su camino en salas europeas y latinoamericanas así como en diversos festivales.
El día fatídico. Nace un Santo
Era el atardecer del cuarto lunes de marzo de 1980 y en el momento en que el arzobispo de El Salvador oficiaba la misa en la capitalina capilla del Hospital de la Divina Providencia, fue abatido por las balas de un comando paramilitar.
Un día antes en la Catedral metropolitana –donde hoy descansan sus restos- Monseñor Romero había lanzado una condenatoria homilía contra la violencia. “…Ante una orden de matar que dé un hombre, debe prevalecer la ley de Dios que dice: "No matar". Ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la Ley de Dios. Una ley inmoral, nadie tiene que cumplirla…”, afirmaba el prelado desafiando al poder institucional y los grupos paramilitares.
Casi en el mismo instante de la noticia que conmocionó al país entero comenzó a nacer la denominación de “Santo” que fue obra de la gente misma, del pueblo, recuerda Gianni Beretta.
La importancia de Romero que desenmascaró el poder oligárquico de dominación de 500 años instalado en el continente entero –gobernado en ese entonces en muchos de los países por dictaduras militares- , lo “transformó de inmediato, también, en San Romero de América. Mártir, mito, leyenda y referente para la iglesia de los pobres en toda América Latina y figura política de referencia para los sectores progresistas y populares”, explica.
Historia hecha imagen
La idea y el título del documental nacen en abril del 2013, un mes después de la elección del Papa Francisco. Cuando el nuevo pontífice le dice a los postuladores que retomen y agilicen la causa de canonización de Monseñor Romero largamente enfriada en el Vaticano y torpedeada, incluso, por sectores de la jerarquía salvadoreña y vaticana.
“En ese momento no solo escribí una nota para Radio Popular de Milano sobre el tema, sino que contacté a la Radio-Televisión de la Suiza Italiana proponiendo un documental que se llamaría El desagravio”, recuerda. Desde entonces hasta el film terminado – en su versión completa de 81 minutos- pasaron más de tres años.
Periodo que incluyó sucesivos viajes a El Salvador. Un intenso trabajo de archivos y documentación. Una vasta preparación y contactos con las personas a entrevistar. Semanas de rodajes y riesgos significativos, recuerda el realizador.
Lo más dramático, sin duda, “la sorpresa que nos llevamos al comprobar que de nuestro cuarto de hotel nos había robado, justo el día que habíamos concluido la filmación, las tres cámaras y una computadora, donde estaba todo nuestro material elaborado durante meses”.
La policía sospechó de una “acción premeditada para liquidar el proyecto de film. Por suerte, habíamos hecho una segunda copia de todo el material que estaba en un lugar seguro y que permitió que El desagravio no sufriera la misma suerte que el mismo Monseñor Romero”, enfatiza Beretta.
El documental presenta significativas imágenes de Romero niño, joven y adulto. De su progresivo y cada vez más claro compromiso con los pobres. De su pensamiento simple pero profundo de empoderarse del sufrimiento que padecen los más humildes y su preocupación por “darle voz a los sin voz”. Así como flashes de gran valor testimonial sobre la vida de los pobres en El Salvador, incluyendo los obreros y obreras en el corte de caña en una hacienda del país. A través de impactantes piezas de archivo, Monseñor Romero revive visualmente en algunas de sus proféticas homilías.
La reconstrucción de la vida-obra-pensamiento del arzobispo por parte de hombres y mujeres que lo conocieron de cerca y compartieron su cotidianeidad, permite hacer renacer en carne y hueso al hombre convertido en mito. Esa conversión del santo en ser humano, a través de imágenes sensibles, constituye uno de los valores esenciales del documental de Beretta y Soergel.
El film, dos figuras clave
Detrás del proyecto de El Desagravio – cuya primera versión corta fuera presentada ya por la televisión suiza en diciembre pasado- aparecen dos personalidades determinantes. Por una parte, el mismo Monseñor Oscar Romero, y por otra, el Papa Francisco, argumenta Beretta.
El arzobispo salvadoreño, que es el que le da sentido, argumento, contenido y fuerza al documental. Una personalidad que pone en cuestión todo el esquema colonial de 500 años en su país y en América Latina. Partiendo de su origen conservador – a nivel ideológico- y culminando su vida dándole la voz a los que no la tenían. Y entregando su propia vida por un compromiso de vida y de fe.
El Papa argentino, que con su convicción y decisión desempolvó un proceso estancado para hacer realidad una demanda profundamente esperada por los sectores populares de la iglesia del continente, la de reivindicar oficialmente la figura de Romero. La beatificación decidida por el Vaticano constituye la tercera etapa –ya de gran valor- en el proceso final de canonización de una personalidad religiosa.
Poder contar con las imágenes del encuentro a puertas cerradas del 30 de octubre del 2015 entre el Papa Francisco y una delegación de laicos y religiosos salvadoreños en visita a Roma “es un signo del destino y un elemento central de nuestro film”, enfatiza Gianni Beretta. En ese encuentro, la máxima autoridad católica romana responsabiliza a sacerdotes y obispos de haber ensuciado, en su tiempo, la figura de Monseñor Romero.
Haber obtenido esas imágenes con la expresa autorización del Papa , es uno de los “logros profesionales”. Un producto signado por la “suerte o la providencia”, tal como lo señala el realizador. No solo por haber visto la luz del día, -salvándose incluso del robo de los materiales. Sino por la sincronización no programada de los tiempos del documental y el acelerado desenlace del proceso de beatificación que “desbordó nuestros propios ritmos de filmación y producción”.
Imposible para Beretta olvidar el aporte precursor de los colegas de la televisión suiza, Otto Honneger y Oswald Item, que en 1980 elaboraron un “documental extraordinario sobre Monseñor Romero con las reflexiones premonitorias sobre su posible muerte. Algunas secuencias de ese film las hemos incorporado en el nuestro y constituyen un aporte esencial del mismo”, explica.
“Un círculo de vida que se cierra”
El Desagravio significa también “el cierre de un círculo importante tanto de la historia centroamericana como de mi propia vida personal, política y profesional. Llegué de Italia a esa región un año después que mataron a Romero, cuando su figura se agigantaba cada día más. Tuve el privilegio de vivir su trascendencia. Y sentí esa enorme responsabilidad sobre mis espaldas cuando nos lanzamos a realizar el documental”, subraya.
Una película con un final feliz *inesperado*: la movilización multitudinaria del 23 de mayo del año pasado en El Salvador para acompañar la ceremonia oficial de beatificación de San Romero de América. Un momento largamente esperado, un desagravio histórico para una de las grandes figuras del continente. “A la par de un Gandhi, de un Martin Luther King”, concluye Beretta.
(*) Sergio Ferrari, colaboración de prensa de E-CHANGER, ONG suiza de cooperación solidaria y swissinfo.ch