Agencia La Oreja Que Piensa. Desde Ginebra, Suiza. Por Sergio Ferrari (*)
Durante las dos últimas semanas de noviembre, Ginebra abre sus puertas – y sus salas- a la vigésima edición del festival latinoamericano más prominente de Suiza. Casi 90 películas de América Latina, entre las cuales 16 que compiten por los dos principales premios, así como una treintena de realizadores, artistas y productores animan este encuentro que espera contar, como en ediciones pasadas, con cerca de 20 mil espectadores.
Las herederas, del realizador paraguayo Marcelo Martinessi, abrió el fuego de FILMAR 2018 el viernes 16 de noviembre. Ocho películas de la sección Focus Sud competirán por el premio del público en tanto ocho obras primas disputarán la presea que otorga el Jurado de Jóvenes. La reina del miedo de las realizadoras argentinas Valeria Bertucelli y Fabiana Tiscornia clausurará la muestra el primer domingo de diciembre.
La retrospectiva de esta edición incluye verdaderos clásicos que serán nuevamente exhibidos durante las dos semanas. Incluye Memorias del Saqueo; Central do Brasil; Desde allá; Fresa y Chocolate; Gloria; La ciénaga; y La teta asustada.
Punto toral del festival, la Carta Blanca, sección acordada este año al crítico de cine francés Edouard Waintrop, que fuera durante años periodista del periódico galo Liberation, dirigiera más tarde el Festival Internacional de Cine de Friburgo (FIFF), para coordinar, después, la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes.
Waintrop, también director actual de los Cines de Grütli de Ginebra, propone cinco obras que marcan, según su propia definición, la historia del cine latinoamericano. La mexicana Susana (Demonio y Carne) del realizador Luis Buñuel; Macario, del mexicano Roberto Gavaldón; Macunaíma del brasilero Joaquim Pedro de Andrade; Los viajes del viento, segundo largometraje del colombiano Ciro Guerra; y No, del director chileno Pablo Larraín, “una película solar con un Gael García Bernal formidable”, explica.
“Es una selección de filmes que yo mismo tenía ganas de ver nuevamente y que voy a presenciar y disfrutar en las salas junto con el público”, subraya el experto galo en entrevista exclusiva.
“Me preocupa Brasil”
Cuando se habla de la gran creatividad, es importante “constatar un cierto cambio geográfico”, señala Waintrop al hacer un rápido de diagnóstico del cine latinoamericano en 2018. Hace veinte años, recuerda, el corazón de la dinámica pasaba particularmente por Argentina. Hoy, se desplaza a Colombia y Chile, sin olvidar la resurrección brasilera y el fenómeno mexicano, con cineastas de nivel mundial que trabajan mucho las relaciones entre México y Estados Unidos.
“Es un momento un poco especial de la cinematografía de ese continente. Una región con gran movimiento. Con países como Colombia donde se da una política de producción muy inteligente”, explica.
Si se pretende analizar la relación entre situación política y producción cultural/cinematográfica, Edouard Waintrop niega toda hipótesis mecánica de causa-efecto. Si bien es cierto que luego de la primavera democrática, progresista, de la primera década del siglo, “se transita ahora un momento oscuro de la vida política de ese continente, es cierto también que la producción cinematográfica no se detiene y no se ha detenido nunca, aún en las etapas más difíciles del pasado”, constata.
Su fibra cinematográfica no le permite, sin embargo, al momento del balance final, olvidar su “preocupación ciudadana por la actual situación brasilera luego de las elecciones de octubre. Me da la impresión que una parte de la sociedad civil fue anestesiada electoralmente”, enfatiza. Y si se observa la importancia de Brasil, también en tanto pulmón del planeta, no se puede negar la repercusión que puede tener la polarización política brasilera y esta nueva etapa que se abre en enero, en todo el continente latinoamericano y aún más allá, concluye.
Festejar…mirando al futuro
La XX edición se propone no solo festejar esta historia cultural construida en dos décadas sino también convocar a jóvenes realizadores emergentes que aportan sus obras, en muchos casos, por primera vez a una pantalla europea. “Esta es la esencia de la XX edición que implica una reflexión sobre lo que somos nosotros y lo que cambió en este tiempo en el cine latinoamericano”, explica Vania Aillon, directora de FILMAR.
Si se tata de *reconstruir* la memoria de esta muestra, la cantidad y calidad desborda hasta la más optimista de las expectativas originales: más de mil filmes acompañados de muchos de los grandes nombres de la producción cinematográfica de América Latina. Desde Pablo Trapero y Fernando Solanas, hasta Patricio Guzmán y Pablo Larraín. Sin olvidar a Walter Salles, Lucrecia Martel, Sergio Cabrera, Fernando Pérez o Arturo Ripstein, por citar solo algunos.
El balance cualitativo de la convocatoria ginebrina integra una serie de conceptos y calificativos de parte de sus organizadores: “imágenes ancladas en la realidad político y social del continente”; “reivindicación del cine de autor”; “espacio para nuevos realizadores -en especial realizadoras- “; “avance de un cine de tipo etnográfico a la reivindicación cultural de los pueblos autóctonos”. Sin embargo, para Vania Aillon, lo más importante de FILMAR, es “ofrecer en la sala oscura, un momento de comunión, casi sagrado, de resistencia”. Eso significa, apunta, “congregar a centenares de espectadores que miran juntos una película. Compartiendo ese instante esencial y confrontándose a los imperativos del tiempo y del ahora. Es decir, cuestionando lo virtual; o la visión individual de una serie televisiva en el sillón de su casa; o a las imágenes virales de los medios sociales; o el uso desenfrenado de un teléfono celular”.
Y a Aillon de subrayar otro valor esencial del festival: “haber abierto las puertas, en Suiza, a una producción latinoamericana ansiosa de ser vista y promocionada. Asumiendo así, los riesgos que muchos distribuidores no quieren tomar…Con la certeza esencial de contar con un público incondicional que valoriza lo que hacemos, ama el cine latinoamericano, se entusiasma y nos apoya”, concluye.
(*) Sergio Ferrari, desde Ginebra, Suiza, en colaboración con swissinfo.ch