Fotografia tomada de internet
Agencia La Oreja Que Piensa. Por Luis Blaugen-Ballin (*)
Este ritmo litoraleño se desarrolló después del 1950; antes de la década del ’40 se tocaba muy poco.
Es probable que tenga elementos guaraníes (en el s. XVI los españoles conquistan a este pueblo, hasta el año 1767en que son expulsados los jesuitas de América) fusionados con el chotis (de Schottisch, uno de sus intérpretes es Luis Ángel Monzón).
Su zona de influencia es, obviamente, Corrientes, y el este del Chaco, noreste de Santa Fe, sur de Misiones y norte de Entre Ríos.
El primer chamamé, Corrientes Poty, lo registra el paraguayo Samuel Aguayo Alfonzo en 1931; Ignacio Corsini, el caballero del tango, argentano, cuando lo graba, respecto de la filiación de la obra (a qué especie pertenece), ésta aparece bajo la denominación de “folklore correntino” en el disco.
Durante todo el segundo cuarto de siglo pasado se llevó a cabo un intenso trabajo académico que relevó información folklórica del país, pero que por algún motivo exceptuó al Nordeste.
Recién se hace un estudio sistemático de la provincia de Corrientes con la irrupción de la obra de Rubén Pérez Bugallo.
Respecto de si instrumento por antonomasia, el lutier, acordeonista, autor y compositor Roque Librado González, modifica el acordeón a botones, agregándole la cuarta fila de botones a las tres que ya estaban para poder efectuar la escala cromática.
Acordeones hay dos tipos: el que es a piano o diatónico (llamado verdulera, acordeón de dos hileras, ocho bajos, uno de los más chicos que hay) y el cromático o a botones.
Este ritmo es parecido a la polca correntina (es más, en sus inicios, al chamamé no se lo llamó así, sino polka), con sus pioneros el Tayta Tránsito Cocomarola (introductor del bandoneón en los ’30) y Don Isaco Abitbol.
La polca paraguaya es de ritmo similar, bastante rápida (por ejemplo, El pájaro campana de Don Ampelio Villalba o de Pérez Cardozo -está en discusión la autoría de esta canción-, Pájaro Chogüí de indio Pitaguá -el argentino Guillermo Breer- o Galopera de Mauricio Cardozo Ocampo).
También es una especie emparentada la litoraleña, lo mismo tienen cosas en común con la galopa misionera (que es más rápida que el chamamé), todas derivadas de la polka paraguaya.
Hay una similitud muy particular entre los ritmos del Litoral argentino con los del Uruguay, los de Rio Grande do Sul y los del Paraguay, según corresponda; por ejemplo, el chamamé del Nordeste argentino es lo mismo que la polka paraguaya, lo mismo que el rasgueado brasileño.
El rasguido doble es lo mismo que el sobrepaso uruguayo y parecido también al vanerão y la vanerinha de Río Grande do Sul, en los que también se usa el acordeón, así como la chamarrita, la milonga, el lundú brasileño o landum, tienen sus similitudes… un río es un límite solo para los cartógrafos.
Obras pilares del género (no sólo chamamés, sino también galopas y especies similares) son Merceditas de Ramón Sixto Ríos, Km 11 de Constante Aguer y Mario del Tránsito Cocomarola, El toro de Cambá Castillo y Pedro Sánchez, La calandria de Don Isaco Abitbol y Julio Montes,
También Granja San Antonio de Tarragó Ros padre y Ángel S. Ojeda, Trasnochados espineles de Félix “Cholo” Aguirre, Alma guaraní, polca de Osvaldo Sosa Cordero y Damasio Esquivel, Pueblo de Allá Ité del “Pocho” Roch, Apuráte José, Por el río volveré y Pedro canoero de Teresa Parodi, La fiesta grande, de Teresa Parodi y Rosendo Arias.
Además Carta de seda y flor de Martha Quiles y Zitto Segovia, Sargento Cabral y Gente de ley de Ernesto Montiel y su Cuarteto Santa Ana, junto a Don Isaco, primer conjunto de la especie en lograr masividad, Cacique Catán, de Ladislao Piedrabuena, Luis Mendoza y Tránsito Cocomarola, Mate Cosido de Nélida Argentina Zenón.
Del mismo modo Luna payesera (galopa misionera, para el film Cine de Barrio con Roberto Quirno), Argentina secreta, que fuera cortina del programa homónimo, María va, Donde vuela el río (galopa), Caña con ruda (coautoría junto a Serafín Altamirano y Edgar Estigarribia), La vida y la libertad (junto a Marily Morales Segovia), Cielo del albañil (junto a Teresa), inspirado por el tropero-albañil Salvador Vargas, Taipero poriahú junto a Gonzalo Pocho Roch, todas de Antonio Tarragó Rós hijo, Soy pan, soy paz, soy más de Luis Ramón Igarzábal y Piero,
De la misma manera La oma de Favini y Altamirano, Puerto Tirol de Marcos Ramírez y Don Heraclio Pérez, ¡Ah, mi Corrientes porä! polca de Lito Bayardo y Eladio Martínez, A Villa Guillermina de Ricardo Ramón Visconti Vallejos y Molina, El mensú, galopa de Don Ramón Ayala y su hermano José Vicente Cidade, Posadeña linda, de Don Ramón también, El Cristo de los villeros de Zitto, Oración del remanso de Fandermole,
De igual forma Jacinto Cachapecero de Landriscina y Tarragó hijo, Cachito, campeón de Corrientes de León Gieco, Pescador y guitarrero, polca de Horacio Pueblo Guarany “el potro” e Irma Lacroix, Acuarela del río, litoraleña de Abel Montes, Yo voy mariscando, de Tarragó hijo y el Pocho, y la lista me es interminable.
Un tema mejor que l’otro. Es difícil trazar una semblanza para poder abarcar al género completamente.
También integran el repertorio de los chamameceros, sin ser ritmos que pertenezcan a la especie, La vestido celeste, valseado de Pedro R. de Ciervi, la chamarrita, como Juan del Gualeyán, de Aráoz y Mondragón, y el rasguido doble, como Puente Pexoa de Nelli y Cocomarola.
El rancho é la Cambicha de Mario Millán Medina, El cosechero de Don Ramón Ayala, Collar de caracolas de Agesta, Juan Payé de Sosa Cordero y Luis Ferreyra, que, si bien forma parte del movimiento musical litoraleño, suena como si quisiéramos tocar una milonga campera rasgueándola, algo así es su ritmo, muy distinto del chamamé.
Bueno, me despido recomendándoles la película La bailanta, de Luis Rodrigo, 1995 (filmada en 1988).
(*) Comunicador social.