Agencia La Oreja Que Piensa. Febrero 2013. Por Juan Chaneton
La incógnita no pasaba sobre el nuevo Ejecutivo ecuatoriano, sino por la nueva composición de la Asamblea Nacional. El órgano legislativo tiene 137 miembros y con 69 de ellos el gobierno de Alianza País del presidente Rafael Correa se asegura la mayoría para avanzar en algunos temas que, hasta hoy, han encontrado en ese legislativo un obstáculo insalvable.
Los puntos pendientes del programa de la Revolución Ciudadana están vinculados a la reforma agraria, a una nueva ley de medio ambiente, a la megaminería, a la reforma el Código Penal y a una normativa desmonopolizadora en las comunicaciones.
Se trata de 24 provincias en las que viven más de 11 millones y medio de personas en condiciones de votar.
Cuando en Argentina son las 21 horas del domingo, el Consejo Nacional Electoral de Ecuador no se ha pronunciado, pero la boca de urna da a Rafael Correa un 60 % en todo el país con tendencia al alza, mientras que su inmediato rival, el ex banquero del Opus Dei Guillermo Lasso, acumula poco más del 20 %. Le siguen Lucio Gutiérrez con el 5,5 % y cierra el papelón el hombre más rico de Ecuador, el bananero y demagogo Álvaro Noboa quien, con un 3,6 % ha comprobado que el insulto personal al Presidente durante la campaña así como la repartija de electrodomésticos entre la población más pobre no constituyen camino idóneo para ganar una elección.
Correa ganó porque sus políticas públicas pusieron los recursos del Estado al servicio del gasto social y, por ende, de una mejora sustancial en el nivel de vida de la población. La infraestructura de educación, de salud y de caminos asombra incluso al visitante extranjero y allí debe verse una de las claves del triunfo.
Pero el pueblo ecuatoriano ha sabido apreciar también que Alianza País es una organización política que ha roto con la partidocracia y con los poderes fácticos que antaño gobernaron Ecuador, tal como lo señaló el Presidente en la conferencia de prensa que brindó cuando ya se conocían tendencias ampliamente favorables.
A esta revolución económica y social debe agregarse el activo fijo que significa un Ecuador como sustantivo actor de la integración latinoamericana; su digna afirmación de soberanía al retirarse del CIADI; la expulsión de los militares estadounidenses de la base de Manta y la decisión soberanista con que administra sus recursos naturales. Todo ello ha rendido frutos y ahora Ecuador mira al 2017, próximo punto de arribo de la Revolución Ciudadana.
En ese año terminará el mandato que hoy comienza Rafael Correa. Si los números le dan en la Asamblea Nacional para alcanzar los dos tercios quedaría expedito el camino para la reelección indefinida, que es una opción a la que el pueblo ecuatoriano podrá decir sí o no.
Entre tanto, Alianza País se consolida y los CRC (Comités de la Revolución Ciudadana) tendrán un importante papel que cumplir de cara al futuro como embriones de poder popular. Esto lo sabe muy bien y así lo manifestó en la conferencia de prensa el presidente Rafael Correa: “El desafío -dijo- es convertir en irreversible el cambio en las estructuras sociales…”.
Con el vicepresidente electo, Jorge Glas a su izquierda, Correa dirigió un llamado también a los perdidosos. “Me siento más cerca de una persona de derecha pero decente, que de una que se dice de izquierda y es impresentable, que de esos hay muchos” –afirmó-.
Sobre la interpretación que sobrevuela a estas horas el escenario político ecuatoriano en el sentido de que Guillermo Lasso habría conseguido su objetivo de emerger como líder de un polo de derecha de cara al futuro, hay opiniones diversas. Carol Murillo Díaz, socióloga, dice que ella no cree que eso sea así ya que es demasiado pronto para predicciones de ese tipo.
Lo cierto es que la Revolución Ciudadana se consolida y el camino queda libre de obstáculos para su profundización. El triunfo fue dedicado por Correa a “ese gran líder latinoamericano que es Hugo Chávez Frías…”. Habrá que estar muy atentos. Las inteligencias de Estados Unidos, de Inglaterra y de Israel actúan en Latinoamérica y si no se puede por medios electorales, ellos siempre cuentan con un “Plan B”. Es su moral.