Agencia La Oreja Que Piensa. 2014.
La publicidad oficial opera en el caso de las grandes corporaciones mediáticas como una vía más de acumulación de capital en el marco de un proceso de concentración y acumulación en pocas manos.
Es sabido que la pelea sobre la distribución equitativa de la publicidad oficial, es un tema de difícil resolución y aplicación a nivel internacional.
El proceso de expansión/concentración de los medios masivos como garantía del sistema para penetrar ideológicamente en cada célula del cuerpo social, fue acompañado por el surgimiento de cientos de medios barriales, locales y regionales que se plantearon como una alternativa contrahegemónica o como un espacio de construcción de comunicación propia.
Si bien, desde siempre estos medios han existido como una forma de hacer hablar a la sociedad toda, consustanciándose con los intereses populares y sus necesidades barriales concretas (basta recordar, a modo de ejemplo, al periodista desaparecido Tilo Arenst Wenner y su periódico El Actual de Escobar) nunca tuvieron tanta presencia cuantitativa como en estas épocas.
Hoy, los realizadores de estas alternativas comunicacionales desarrollan su actividad en una realidad desfavorable según las instancias que se imponen y que nunca se desean.
Y es en estas circunstancias que profundizan su capacitación propia, a sabiendas de que contenido y estética son conceptos que se deben juntar para brindar saltos de calidad.
Imaginación, actualización tecnológica y la búsqueda de variantes comunicacionales fueron y son las bases de las que se van nutriendo los nuevos periodistas-comunicadores sociales.
De esta forma, competen a sus funciones, desde la edición, hasta el proceso de activación de la publicidad, pasando por su propia formación y capacitación.
La (in) competencia, entonces, con los grandes grupos mediáticos resulta feroz y en esto la publicidad juega un rol no menor.
Los medios pertenecientes a las grandes corporaciones multinacionales se reparten la mayor parte de la torta publicitaria tanto estatal como privada.
A los otros, les queda el pequeño porcentaje de publicidad estatal que fije, en los casos en que se encuentre legislado, la gobernación local y el aporte de los comerciantes vecinales.
Resulta evidente entonces que los medios barriales, locales o regionales, se encuentran a una distancia de años luz con los masivos.
La Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires (UTPBA) sostuvo desde siempre que el reclamo de su aplicación no debe quedar limitado a las megacorporaciones de la comunicación.
Se trata de un derecho que debe ser protegido por el Estado para promover diversas experiencias de comunicación. Hace muchos años, los denominados medios comunitarios o locales, de distinto formatos, vienen reclamando junto a la UTPBA un trato igualitario.
Distribuir publicidad oficial, es asignar recursos económicos para el impulso, la proyección y el desarrollo de medios de comunicación, sin que esto signifique un elemento de presión por parte de ningún sector.
Más de dos décadas de demanda por parte de trabajadores, de la UTPBA y de distintas organizaciones sociales, lleva el reclamo para que sus medios sean incluidos en un esquema de distribución de la publicidad oficial.
Tomar la palabra silenciada, dar cabida a temas de interés de las comunidades ignorados por los grandes medios es parte de la esencia de miles de AM y FM, canales de cable, medios digitales, periódicos y revistas que se expandieron fuertemente en los últimos años. Son miles de comunicadores sociales cuyo trabajo depende de la consolidación de cada uno de ellos.
No aspiramos a que este problema, para nada menor y tan definitivo para el desarrollo real de cualquier sociedad, se resuelva con la distribución de la pauta oficial. Sin embargo, es un comienzo para nada menor.