Agencia La Oreja Que Piensa. Julio 2013. Por Eduardo Maicas (*)
Si la figura del colaborador es para las patronales, el “relleno” de las redacciones, en el caso de los humoristas gráficos, es peor aún ya que, en ésta errónea concepción, caen también algunos directores o jefes de redacción.
“Como muestra basta un botón”, dice un viejo refrán: hace muchos años atrás tuve una discusión con un Jefe de Redacción del Gráfico a raíz de no haber publicado un dibujo mío que estaba aprobado (como los colaboradores trabajamos a destajo, si no se publicaba, no cobraba).En su lugar salió una foto, cuando le fui a preguntar el por qué, me contestó, “entre una foto y un dibujo suyo, siempre voy a elegir una foto, Maicas”.
Y una situación similar viví en estos días cuando rechacé un aumento miserable. Estos ejemplos no hacen más que ratificar que los que ejercemos ésta profesión de dibujar e intentar despertar una sonrisa en el lector, no somos más que “rellena espacios”.
Sin embargo, nosotros somos trabajadores, que tenemos un horario de trabajo –aunque no estemos en las redacciones diariamente- nos documentamos, necesitamos estar permanente informados para saber por dónde está pasando el interés en esos días, pagamos un celular, tenemos computadora y conexión a internet y contamos con un background, vital para nuestro ejercicio profesional, que se formó con capacitación, conocimiento e ideas.
La mayoría nos hemos formado para esto. Yo soy técnico publicitario, por lo que cuando hago un trabajo aplico todo lo que sé, la síntesis de la publicidad, las técnicas publicitarias y además pongo en juego mi creatividad, como la ponemos todos los que somos humoristas gráficos.
La creatividad, que nunca se paga, puede ser innata o adquirida por la gimnasia del trabajo, pero es el factor vital en nuestro trabajo ya que, como el chiste lleva nuestra firma, pretendemos que siempre sea el mejor.
Lo que prima entonces es el irrespeto a nuestro trabajo el cual generalmente, está supeditado a que a la revista o al periódico les quede un espacio libre para publicar nuestra creación, con la excepción de aquellos humoristas o dibujantes que tienen un espacio definido, que se limita a los grandes diarios y cobran sueldos respetables.
Los demás, los que quedan expuestos al juego de “suerte o verdad” cobran sueldos muy austeros que no coincide con el tiempo puesto para ello, ni con lo que vale el trabajo que es muy difícil de determinar.
Realizar un chiste o una tira de humor diaria, lleva mucho más tiempo del que la mayoría se imagina.
En principio, tiene que aparecer la idea o el chiste, que a veces es inmediato y otras, puede llevar todo un día de darle vueltas hasta que cierra.
De por sí, lleva tiempo estar al tanto de las noticias del día para saber de qué se va a hablar al día siguiente, de modo que el chiste no pierda actualidad.
La tarea comienza con la realización de un boceto, el cual va tomando forma en la medida que va apareciendo la idea, luego hay que dibujarla y finalmente pintarla. Nunca son menos de tres o cuatro horas diarias de trabajo.
Hay un capital simbólico puesto a disposición del trabajo, muy difícil de medir y de cuantificar.
Claramente, en el caso de quienes ejercemos la tarea de hacer reír a través del humor gráfico o de acompañar un texto con una ilustración o un dibujo, somos el más claro ejemplo de cómo, los productos culturales no se reglamentan ni se valoran por su propio contenido, sino de acuerdo al comercio y la subjetividad de quien le pone un precio a nuestra labor.
La Asociación de Dibujantes, el Foro de Ilustradores y Banda Dibujada, entre otras son diferentes organizaciones que han ido surgiendo en la necesidad de reivindicar a quien vive del dibujo y la ilustración y que no se limita al trabajo en prensa sino que también abarca a las editoriales de libros y publicaciones diversas.
Estas organizaciones crearon sus propios espacios de encuentros con el fin de establecer pautas concretas de trabajo para el ilustrador o pelear por la jubilación, entre otras cosas.
Los ilustradores, como en el caso de los humoristas gráficos son todos free-lance, muy pocos colaboradores permanentes y mucho menos aún, trabajadores en relación de dependencia.
Desde la Comisión de Colaboradores de UTPBA planteamos la necesidad de reivindicar la tarea del humorista gráfico, y que comience a ser reconocida como un trabajo, lo cual implica: que se estime un porcentaje obligatorio en diarios y revistas destinados a los dibujos, ilustraciones o tiras de humor, que los colaboradores pasen a ser colaboradores permanentes y que cobren el básico y los aumentos correspondientes establecidos en los acuerdos paritarios.