Agencia La Oreja Que Piensa. Tabby Cordero
Muchas cosas se dicen es este tiempo. Algunas veraces, otras falaces.
La Democracia es un preciado bien que nos ha costado sangre conseguir y que hay que defender a ultranza ya que es el único baluarte de los ciudadanos para organizarnos y hacer oír nuestras voces.
Es imperfecta, ya lo sabemos, pero en lugar de dinamitarla, aprendamos a corregirla, a ajustarla. No es con golpes militares, ni económicos como saldremos adelante, menos con golpes mediáticos, sino tirando juntos en pro de la Patria que a todos nos cobija.
Ya hace muchos años don Arturo Jauretche nos alertó de los traidores de afuera y de adentro, nos habló de los vendepatrias que por un puñado de dólares son capaces de las mayores vilezas contra el bien común.
Nos alertó contra los grandes monopolios económicos y sus gerentes nacionales. Hace varios años que Stella Calloni nos alertó sobre la Guerra Mediática, en ella decía que la información que dan los medios es la que forma la opinión de los ciudadanos y con ella se logra el consenso para destituir a un presidente o realizar actos destituyentes en general, en países de estilo progresista o que vayan contra los interesas imperiales y a favor del pueblo.
Eso es lo que denunció el Presidente Raúl Alfonsín, cuando casi rogando, se refirió a los ataques de Clarín en su contra. Desgraciadamente no pudimos verlo, es decir, no creíamos que fuese realmente tan tremendo como se nos contaba, no sabíamos de todo este proyecto terrible de manipulación mental.
La nueva Ley de Medios Audiovisuales, tan atacada, porque va en contra de los dineros de los grandes medios, es una herramienta que debemos defender y aprender a utilizar a nuestro favor, es la que nos permitirá hacer oír otras voces, otros pareceres, otras opiniones para poder pensar en otros tonos y no mansamente de la mano del imperio económico.
Ya hace años Michel Foucault, en “Vigilar y Castigar” y “Genealogía del Racismo” nos demostró como las clases populares son moldeadas por los poderosos, en su beneficio, por la escuela, por los credos y las instituciones.
Podemos estar de acuerdo o no con un gobierno, pero nunca en contra de los intereses del pueblo.
Tanto desde la política, como desde la economía, desde la salud y la educación, como desde la religión, sea esta la que sea, nuestro lugar debe ser el de la defensa de los desposeídos, buscar el bienestar de los que menos tienen y del patrimonio nacional, seamos oficialistas u opositores, ya que se puede ser contrario a un sector político, y es saludable que así sea, pero nunca a los intereses del país.
Desgraciadamente, hoy el Patria no cuenta con una clase política reconocible para una saludable alternancia en el poder, por lo que es seguro que no habrá tal, sino lo contrario, y, lejos de ganar la posición de “votable” se dedica a mostrar sus miserias al público en general, dando zarpazos desesperados, recurriendo a ententes con los lobistas y vendiéndose a los carniceros foráneos, que pretenden hacer escarmiento con una presidenta que no se doblega a sus voluntades usurarias.
Se puede o no defender un modelo de gobierno, lo que no se puede es ser traidor a la Patria.