Agencia La Oreja Que Piensa. 2015. Por Cigarra Rebelde.
Las desgracias ocurren y nadie está exento de ellas. Pero parecen más crueles cuando suceden en el mes de diciembre, cerca de las fiestas de navidad y fin de año y peor aun cuando el protagonista es un niño, niña o joven que ha sido muerto salvajemente.
Eran días calurosos. Ese 31 llovió, no mucho, pero lo suficiente para traer algo de alivio al barrio olvidado.
Calles de tierra, ahora de barro, zanjas con aguas pestilentes. De casitas humildes conseguidas algunas con el sudor de las frentes de sus dueños y otras no tanto.
Barrio de buena gente y de las otras también. Barrio que denota vida con sus calles pobladas de chicos jugueteando de aquí para allá, corriendo, queriendo quién sabe qué sueños.
Calles llenas de pibes en las esquinas, de perros grandes, chicos, blancos, negros, flacos y pulguientos.
De veredas intransitables que no tienden la línea divisora entre lo público y lo privado. Barrio de mujeres y hombres que se aprestan a recibir el nuevo año.
Como de costumbre, luego de la cena familiar y el brindis, los más jóvenes se encuentran en la esquina para iniciar su ritual diario, con sabor amargo, sabor a un nuevo año, lleno de falsa alegría, sonrisa impostada como para conjurar el miedo, ellos son los excluidos.
Difícilmente cambie algo que mejore su vida. En estos suburbios la brecha de la exclusión se hace cada vez más grande y difícilmente puedan escapar de este designio.
Mensaje de texto
–... profe, necesito hablar con uste...
¬ Hola Mosquito. Como estas? Paso algo?
¬ El barrio está muy “heavy”, no hay ni un pibe en la calle.
¬ Vos estas
¬ Si, ahora estoy pasando unos días en el fondo con el “Pelado”.
¬ Bueno nos vemos el martes a las 3 de la tarde.
¬ Ok no me deje colgado eh...
¬ No, voy a estar ahí. Chau. Cuídate.
¬ Ok
Tratando de descifrar sobre lo que quiere decir a su profe y lo que su código le permite, con miedo en sus ojos, Mosquito cuenta que el 31, alrededor de las 3 de la madrugada, estaba en la esquina del barrio “scaviando” junto a unos amigos.
El “Flaco”, anda con muletas porque hace poco lo atropelló un auto, dijo:
– Ya vuelvo. Voy hasta casa a buscar unas “birras”.
Y se fue rengueando.
En ese instante, un desconocido pasa, saluda a los pibes y les dice: ¬ que nochecita....eh...?
A los pocos segundos
Entre ruidos de cohetes, de música, de algarabía y de risas, escucharon lo que ellos sabían distinguir muy bien: 3 tiros de revólver, a lo que no dieron mayor importancia porque en el barrio es común.
Poco después, el llanto desconsolador de una mujer. Corrieron hacia el lugar y vieron, a pocos metros, el cuerpo sin vida del “Flaco” y, sobre él, su madre queriéndolo revivir.
¬ Sí... El flaco estaba ahí, muerto con 3 “cuetazos”. El desconocido “se lo había cargado” y desapareció como un fantasma en medio de la noche.
¬ Qué terrible...!!! Pero... ¿qué fue lo que pasó?
¬ Según dijo “la gorra”, quien lo mato era un “sicario”, que parece fue mandado por el narco que vive en el
“cantry”. El Flaco, un día, sin querer, le rompió el vidrio de la camioneta de un piedrazo con la gomera.
¬ No es justificativo para matar a nadie lo que me estás diciendo,
¿Cuántos años tenía?
¬ 16. Los cumplió en octubre.
¬ ¡Tan joven...! Creo haberlo visto una vez por acá.
¬ Sí... estuvo una vez...
¬ Cuando estábamos en el cementerio, como de la nada apareció un bolso grande negro, lleno de “fierros”, y tampoco sé de dónde salió un colectivo. Algunos empezaron a agitar para ir a vengar la muerte del “Flaco”.
Yo con unos “pares nos borramos” enseguida. Después me enteré de que la madre les pidió que no hicieran nada, que “esperaran” la decisión de la justicia.
¬ ¡Ajá! Y vos ¿qué pensás de todo esto?
¬ Y, no sé... Que el barrio está muy “hevy”, por eso me fui "pa'l fondo" con unos amigos.
La muerte violenta y novelesca del “Flaco” pasa a ser una estadística más de las innumerables muertes injustas que atraviesan a los jóvenes de estos barrios.
Ese 31 de diciembre el aire era espeso y se hacía irrespirable. Anunciaba nuevamente que la crueldad truncaba la posibilidad de escapar del destino. Ese día, ese 31, mostraba, otra vez, cómo la realidad supera a la ficción.