Agencia La Oreja Que Piensa. Argentina 2010. Por Marcelo Cosentino (*)
La vejez es algo irreversible, sabemos que existe, que está con nosotros, pero no queremos verla. No queremos ver a los viejos enfermos en los geriátricos, no queremos ver al viejito con la columna doblada, tal vez por el temor de vernos a nosotros mismos así en nuestra vejez. “¡no me gustaría verme vieja!”- oigo a Ana una mujer adulta. “No me gustaría llegar a viejo, para sufrir”. O tal vez nos vemos como un viejito piola en el futuro, canchero que escucha rock junto a sus nietos.Hace poco tuve la experiencia de presenciar el acto que realiza un grupo de abuelos llamado “Papel Nonos”. Pude ver las respuestas de la gente frente a lo que ellos representaban: en general ví sonrisas, impaciencia, ternura, algunos les adjudicaban el nombre de “el grupo de los viejitos”. Ví a los viejitos contentos por hacer que algunas personas se emocionaran, el sentirse “útiles”, los hacía felices.Conocemos poco acerca de nuestros “abuelos”, los mayores en nuestros barrios. Por eso a veces no sabemos cómo tratarlos, convivir con ellos, atenderlos, tal vez una charla con ellos, opiniones de especialistas nos den unas posibles respuestas a estas cuestiones.
Por otro lado tampoco sabemos demasiado de los jóvenes hoy. ¿Cómo se sienten en la sociedad los pibes de hoy? ¿Qué hacen? ¿Cómo se manifiestan? ¿Cuáles son sus inquietudes?
Contrastes necesarios, que se complementan, lo nuevo y lo viejo. Como un todo, lo nuevo como desconocido, lo viejo como pasado, como construcción, no como algo que hay que tirar. Sin embargo, -“¡viejos son los trapos!”- afirmaba el abuelo director de Papel Nonos; y continuaba: “viejo es algo que está para tirar, porque ya no sirve más, nosotros somos personas mayores, no somos viejos”.
Y es verdad. Deberíamos llamarlos “nuestros mayores”, o “abuelos”, pero no “viejos”.
Correspondería entonces indagar ¿qué es lo viejo? y conocer qué cosas ya no sirven más, o para qué sirve esto que hago o dejo de hacer, y ofrecer alternativas acordes a los tiempos de hoy, integrando lo antiguo y lo nuevo para avanzar, frente a una sociedad que está cambiando constantemente y requiere para eso, tender a ser integrada por buenas personas.
(*)Integrante de la revista Contarte