Agencia La Oreja Que Piensa. Por Fernando Lorenzo. (*)
(ANSA) - DOHA 10 DIC -"Y al Diego... desde el cielo lo podemos ver...", gritan los hinchas de Argentina en homenaje al inigualable que en realidad, o al menos eso parece, en en este Mundial de Qatar, el primero desde su partida, se metió en el vestuario de la selección nacional como lo hizo tantas otras veces como jugador, entrenador, símbolo, tatuaje, bandera o estampita.
El Diego está ahí, en el botín zurdo de su heredero Lionel Messi, en los gestos del capitán, en las declaraciones que lo alejan de aquella imagen retraída que solía mostrar y lo emparentan más con "D10s".
Muchos afirman que esta es la "versión más Maradoniana" de un Messi que hoy habla cuando tiene que hablar, pero demostró que también sabe ladrar, como lo hizo con el árbitro español Antonio Matheu Laoz, a quien le espetó cara a cara la responsabilidad por el gol del empate de Países Bajos en el "undécimo" minuto de descuento.
"Nos inclinó la cancha permanentemente cobrando para ellos todas la boluditas (faltas leves, Ndr)", diría después Messi con ese típico acento rosarino que nunca abandonó pese a haberse radicado a temprana edad en Barcelona, donde jugaba cuando el mismo Matheu Laoz lo amonestó por rendirle homenaje a Maradona con una casaca alusiva de su paso por Newell's Old Boys, cuna del hoy máximo artillero de la selección.
Un Messi que lo reivindicó imitándolo frente a los micrófonos, desde los que desafió a Wout Weghorts, autor del "milagro neerlandés" y de los dos goles que mantuvieron con vida cuando pocos lo imaginaban al equipo de Louis Van Gaal, a quien el astro argentino también fue a buscar al final de un partido caliente y electrizante.
"¿Qué mirás bobo?, andá para allá", repitió la "Pulga" dirigiéndose al rival que aparentemente pretendía aclarar alguna de las broncas que se sucedieron dentro de la cancha, luego de haber encarado al propio Van Gaal al final del duelo como lo hiciera con el goleador polaco Robert Lewandowski tras un triunfo vital en la fase de grupos.
Hasta a Juan Román Riquelme encarnó en Messi, quien le decidó al técnico neerlandés -que aseguró en la previa que el capitán argentino sólo era peligroso con el balón en su poder, pero inocuo sin él- el gesto del "Topo Gigio" llevándose ambas manos abiertas a las orejas como hiciera el ídolo y hoy dirigente de Boca Jrs en tiempos de Mauricio Macri como presidente del popular club argentino.
Un Macri que tras su exitoso paso por el "xeneize" estrelló la nave cuando tuvo que presidir al país y que hoy se pasea por Qatar mientras su imagen posando junto a representantes de los países rivales de la "albiceleste" en el Mundial se viraliza a modo de amuleto de la suerte, o en este caso de desgracia justamente para el adversario de turno.
El "Cartonero", le decía un Diego que se retiró del fútbol en Boca y que hoy se materializa en Messi no sólo cuando declara o cuando desafía, sino y fundamentalmente cuando juega.
Mientras algunos festejaban la eliminación de Brasil a manos de Croacia, próximo rival de Argentina que también avanzó al imponerse en definición por penales tras 120 minutos de juego igual de emotivos, otros recordaban la final de la Copa América ganada ante la "canarinha" en el Maracaná y, más atrás en el tiempo, la victoria en Italia 90 más sufrida que el partido de anoche.
Aquella apilada de Maradona para que Claudio Caniggia sometiera a Taffarel después de eludirlo pareció reeditarse en la estocada que inventó Messi para abrir el partido con Países Bajos y permitirle a Nahuel Molina celebrar su primer gol con Argentina.
Después vendría su cuarto gol en esta Copa para igualar el récord de 10 en Mundiales de Gabriel Batistuta, de penal, vía por la que falló frente a Polonia tras convertirle a Arabia Saudita el único gol en la histórica derrota del estreno.
Pero como en ambas ocasiones, Messi se puso de pie y fue bandera de una Argentina que también lo hizo para acompañarlo un paso más en la búsqueda de su sueño, como reconoció Emiliano Martínez, el otro héroe de la jornada.
Un Martínez a quien el capitán corrió a abrazar -todavía "nolepuohacéupa" (No le pudo hacer upa), decía Messi en la arenga previa a la final de la Copa América con el mismo tono rosarino al aludir a la hija del arquero nacida en pleno torneo-, mientras el resto de sus compañeros hacía lo propio con el otro Martínez, Lautaro, autor del gol que definió la serie desde los 12 pasos y aseguró el pasaje a semifinales.
El mismo "Dibu" Martínez que fue artífice de la clasificación a aquella final en el Maracaná al lucirse también en los penales y que tras atajar los primeros dos remates neerlandeses, confesó que -como a Messi- lo incentivaron las declaraciones en la previa de un Van Gaal que aseguró que si el duelo se definía por esa vía, su equipo tenía buenas oportunidades de avanzar.
"Twice, twice", repetía el "Dibu" en un inglés aprendido en su paso por Aston Villa, sin apelar esta vez al gesto que le dedicó a algún rival colombiano en el torneo continental meneando la cintura hacia adelante y los brazos hacia atrás para que no quedasen dudas de a qué dos cosas se refería.
"Hice una captura de pantalla de lo que dijo Van Gaal, se lo mostré a mi psicólogo y le dije: Encendió la dinamita", confesó Martínez para explicar la sensación de revancha que Argentina expresó al eliminar a Países Bajos y para dejar claro que nadie le "moja la oreja", como dicen en el barrio, a esta selección.
Messi y Martínez fueron frente a Países Bajos la confirmación de esa afirmación, pero hablaron en la cancha, como explicó el arquero, al comentar que "cuando la boqueas... (hablas de más)", después hay que aguantarse el vuelto.
Argentina se levantó de un nuevo golpe, volvió a decir presente y sigue en carrera, aunque "algunos nos daban por muertos después de perder con Arabia Saudita", recordó Messi al destacar que se alcanzó el objetivo inicial de jugar siete partidos en este Mundial, pero claro con Diego en el vestuario y Messi en la cancha, quién no se anima a soñar. (ANSA).
(*) Periodista.
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