Agencia La Oreja Que Piensa. 2014 Por Lucrecia S. Cuesta.
Hoy presentamos a Bergman que posee una extensa filmografía. Hijo de un pastor luterano Ingmar Bergman nació en Upsala, Suecia el 14 de Julio de 1918. La situación religiosa influyó tanto en su niñez como en su adolescencia.
Desde pequeño abraza la literatura – Dostoievski, Tolstoi, Balzac, Defoe, Nietzsche…, posteriormente el teatro y finalmente el cine que sirve de terapia para aislarse de una vida muy marcada por la rigurosidad de su padre.
Bergman dixit:
“Casi toda nuestra educación diría estuvo basada en conceptos como pecado, confesión, castigo, perdón…Nunca habíamos oído hablar de libertad y no teníamos la más remota idea de qué sabía… No me puedo permitir coquetear con los remordimientos… de las que resultaron cinco matrimonios y ocho hijos.
Bergman, empezó a trabajar como ayudante en el Real Teatro de la Opera de Estocolmo, luego fue director (1944-1948) y finalmente lo tuvo el Real Teatro Dramático de Estocolmo.
Era un fascinado incontrolable de las artes, no dejó de experimentar y aprender a lo largo de su vida de ShaKespeare, Albert Camus, Bertolt Brech, Franz Kafka, Ramón María del Valle Inclán..; de todos extrajo savia para sus trabajos cinematográficos.
Ingmar consideraba que su obra fílmica empezaba con “Prisión” y “La Sed”. En la primera no sólo porque era autor del guion original, sino por la búsqueda de la estética a la que se enfrentaba, así como la puesta en escena de inquietudes formarán ya parte indisociable de toda su obra fílmica; el cuestionamiento de los códigos éticos vigentes en la sociedad, la angustia, los valores religiosos entre otros.
Se despide de la vida, un verano, en un lugar dónde para él significaba un retiro espiritual, la Isla de Faró.
Los veranos en el cine de I. Bergman, eran necesidades vitales, sus personajes lograban detener el tiempo. Era en verano cuando Bergman se dedicaba a realizar sus películas, el resto del año lo dejaba para su verdadera pasión: el teatro.