Agencia La Oreja Que Piensa. 2015. Por Juan Chaneton (*)(www.tesis11.org.ar)
El epítome de la crueldad y la alevosía signó la acción criminal perpetrada contra los periodistas de Charlie Hebdo el 7/1/15, y esa acción criminal exhibe, otra vez, el sello del atentado bajo “bandera falsa”. Es un abominable crimen plantado. Por cierto que sus víctimas venían ofreciendo el perfil más adecuado para que una operación de inteligencia los tomara como blanco. El error moral de mofarse recurrentemente de una religión en nombre de la libertad de prensa erigió a la redacción en pleno del semanario humorístico francés no en “objetivo” de una sedicente “justa venganza” de fieles adoloridos y despechados por las ofensas sufridas, sino en propicio “anillo al dedo” para los turbios designios de quienes se hallan detrás de este nuevo “nine-eleven” cuyos propósitos son, al día de hoy, sólo conjeturables y cuyas consecuencias lucen, por ahora, imprevisibles.
El párrafo precedente contiene tres afirmaciones cuya fundamentación agotará esta nota, a saber:
a) se trata de un crimen plantado.
b) sus finalidades son imprecisas y sólo se pueden conjeturar.
c) sus consecuencias son imprevisibles.
Hay alguien detrás
Ya en la 69º Asamblea General de la ONU que tuvo lugar en Nueva York entre el 22 y el 26 de septiembre de 2014, la presidenta argentina, Cristina Fernández Kirchner, expresó dudas acerca de la verdadera identidad y origen de ese sórdido espantajo denominado Estado Islámico (EI).
Sin que ella lo estuviera diciendo, bien se podía interpretar que estaba reflejando, de ese modo, sospechas generalizadas en todo el mundo acerca de que unos bandoleros, usuarios de tecnología de punta en materia de armamentos, exportadores de petróleo irakí y enemigos de los enemigos de Estados Unidos (Bashar Al Assad, de Siria) no podían sino ser instrumentos protervos de las políticas de agresión que impulsa, a escala planetaria, el eje Washington-Londres-Tel Aviv.
El atentado en París ya está disparando análisis de diverso tipo y calidad pero ha pasado bastante inadvertido un dato que podría ser relevante: dos de los atacantes participaron en el conflicto armado en Siria combatiendo junto con los opositores del presidente Bashar Al Assad (RT, 7/1/2015, edición on line).
Ello confirmaría una hipótesis: son gente entrenada y armada por agencias tributarias y/o colaterales de aquel eje, ya que la “oposición siria” es una primaveral creación de la inteligencia anglosajona e israelí.
También faltan, en aquellos análisis, referencias al conflicto geoestratégico de fondo sobre el que proyectan sus sombríos perfiles los asuntos internacionales de hoy: Estados Unidos y sucursales ideológicas frente a una alianza ruso-china en persistente proceso de consolidación.
Asimismo, Hezbollah ha dicho que los autores no son musulmanes y ofreció su colaboración para luchar contra el terrorismo.
Uno de los líderes de ese partido político con base en El Líbano, Sayyed Hassan Nasrallah, ha manifestado que el atentado busca generar un proceso de islamofobia, al tiempo que aseveró que los terroristas le hacen más daño al Islam que cualquier caricatura de Mahoma (www.eluniversal.com.mx).
Por lo demás, son precisas y razonables las suspicacias delineadas por Thierry Meyssan en nota posteada desde Damasco (Siria) al día siguiente del espantoso crimen, nota que lleva por título “¿Quién está detrás del atentado a Charlie Hebdo?” (www.voltairenet.org) y que, entre otras, consigna las siguientes observaciones:
1) El vestuario habitual de los jihadistas que actuaron en la calle Richard Lenoir de París se parece mucho al de los grupos comando occidentales. No parecían genuinos jihadistas los agresores.
2) Los procederes de los criminales no han sido los usuales en el fundamentalismo islámico. Volver sobre sus pasos para rematar a un policía herido que nada podía hacer contra el agresor se parece más a un intento de generar espectacularidad criminal que a una necesidad impuesta por el iter criminis de la operación.
3) Por lo demás, matar gente y no prender fuego “sagrado” a los archivos del Charlie Hebdo para, de ese modo, vengar la afrenta e impedir ulteriores publicaciones, también resulta sospechoso. En la ideología jihadista –consigna Meyssan- lo primero es destruir los objetos que “ofenden a Dios” y después se castiga a los “enemigos de Dios”.
4) La mise en scène contempló una escrupulosa y cuidada aparición en cámaras de seguridad (que enseguida se viralizó bajo la forma de videos en la red) de asesinos que, cual posesos, proferían conjuros de “¡Allah Akbar!” seguidos de, en perfecto francés, “¡Nous avons vengé Mahomet!” (Hemos vengado a Mahoma). Ello, sumado a que una testigo “la dibujante Coco, afirmó que los individuos decían ser de Al-Qaeda… (y ello) ha bastado para que numerosos franceses denuncien el hecho como un atentado islamista” (Meyssan, nota citada).
5) En esa línea de razonamiento, “…tampoco se habrían replegado de inmediato -como lo hicieron- huyendo de la policía, sin completar su misión. Por el contrario, la habrían realizado hasta el final aunque eso les costase la vida”.
6) “Los videos y varios testimonios muestran que los atacantes son profesionales. Están acostumbrados al manejo de armas y sólo disparan cuando es realmente necesario.” (Meyssan, nota citada).
Finalidades
El 25 de enero hay elecciones en Grecia y puede ganar Syriza, es decir, la izquierda. Alexis Tsipras, el jefe del partido, ha dicho que:
1.- renegociará la deuda.
2.- atenuará el ajuste, esto es, abandonará las prescripciones de la “troika” europea que obligan a Grecia a gastar menos y acumular divisas para pagar a sus acreedores.
3.- no tomará medidas unilaterales “…a menos que nos veamos obligados a ello”. (http://www.dw.de/actualidad/s-30684).
Grecia “le debe” la UE una cifra medible en demasiados miles de millones de euros: 350.000. Grecia fuera de la UE es una catástrofe que hay que impedir.
Y es una catástrofe en lo inmediato y también a largo plazo por el efecto “arrastre” que podría producir.
Que Merkel “autorice” al pueblo griego a decidir si se queda o se va no niega que, si Grecia se va, los bancos se queden sin cobrar.
François Hollande, el presidente francés, ha dicho hace pocas semanas que “… sólo Grecia puede decidir su salida de la eurozona”.
Agregó que Atenas, al igual que España, ha pagado un alto precio por permanecer en la zona euro” (http://www.dw.de/actualidad/s-30684).
La entrevista fue con la cadena radial France Inter y Hollande remató con esta afirmación: “Europa no puede seguir siendo sinónimo de austeridad”.
En el mundo de hoy nada es impensable, nada es imposible y nada es improbable.
El mundo de hoy es el mundo del espectáculo del que nos habló Guy Debord. El mentiroso habla mintiéndose a sí mismo y todos simulamos creer en su mentira pues de ese modo le tomamos la palabra y tratamos de hacerlo tropezar en la contradicción más dura para, de ese modo, extraer de allí todo el combustible político que podamos.
Es la única salida. Debemos devenir eximios actores en un mundo trágico.
Una Europa sin Grecia y tal vez sin Francia no es el escenario más propicio para enfrentar la “mayor maniobra estratégica de los últimos 100 años”, como ha dictaminado Pepe Escobar en nota fechada el 5 de enero de 2015 (“La estrategia estadounidense para controlar-dominar Rusia y China no funciona”; en www.voltairenet.org).
Agrega el autor de esa sólida pieza analítica que “El máximo plan maestro de Xi (presidente de China) no es ambiguo: una alianza comercial Rusia-China-Alemania.
Los empresarios y los industriales alemanes lo desean ardientemente, aunque los políticos alemanes todavía no se dan cuenta.
Xi –y Putin– están construyendo una nueva realidad económica en el campo eurasiático, llena de ramificaciones políticas, económicas y estratégicas cruciales”.
Según el autor de Globalistán, en un simposio denominado Global WARning realizado recientemente en Roma, Sergey Glazyev, por teléfono desde Moscú, presentó una lúgubre interpretación de la Guerra Fría 2.0 … “Washington quiere una guerra en Europa porque está perdiendo la competencia contra China”.
Asimismo, Escobar consigna el tramo de una conversación que mantuvo con Mijail Leontiev, de Rosneft (secretario-director de Prensa del Departamento de Información y Publicidad) que sintetiza con rotundidad el tema europeo:
“El proyecto europeo es un proyecto estadounidense y la «democracia» se ha convertido en una ficción”.
Cuando Escobar escribía lo que antecede, el atentado contra Charlie Hebdo no se había producido. Hoy, 9 de enero de 2015, es decir, dos días después del sangriento episodio, su nota deviene pura luz echada de un solo y súbito chorro sobre unas tinieblas que permanentemente tienden a envolver los asuntos internacionales.
En una primera síntesis, decimos que no es una Europa deshojándose de a poco pero sin pausa del árbol de la rígida ortodoxia financiera que la aprisiona, el escenario más apto para que unos EE.UU. -que ya han cedido el podio de primera economía del mundo- enfrenten la “amenaza” chino-rusa.
Una victoria de Syriza, en Grecia, el próximo 25 de enero, dinamizaría las posibilidades de igual resultado en España a favor de Podemos-IU.
Y sólo quedarían Portugal e Irlanda para que aquellos discriminados “pigs”, que ayer fueron despectivamente tratados, entraran en el efecto dominó que los llevaría a abandonar la zona euro.
Se trata de un escenario francamente inadmisible para las aspiraciones hegemónicas de los anglosajones.
También por estas razones, Washington quiere una guerra en Europa. También por estas razones el proyecto europeo es un proyecto estadounidense.
Es criminal el designio y los procedimientos. Pero también lo fue el atentado a las torres gemelas de Nueva York.
En decadencia moral irreversible, torturan y matan a propios y ajenos. Y justifican lo que hacen.
Y si no encuentran justificaciones, no les importa pues cuentan con los “periodistas independientes” de nuestros países que se encargan de repetir la versión oficial de los sucesos sin el menor asomo de pensamiento propio y lejos de investigaciones periodísticas que recurran a fuentes distintas de AFP, Foreign Affairs o Grupo Prisa.
Siempre dentro del acápite referido a los probables fines que el eje Washington-Londres-Tel Aviv busca con estos demenciales procedimientos, resulta muy razonable la tesis de Thierry Meyssan que ubica a uno de los actores procurando empujar a Francia a una guerra civil entre franceses musulmanes y franceses no musulmanes, paso previo a una escalada que debería incendiar a toda Europa en un plazo medible en pocos años.
Pero que una formulación teórica sea razonable no significa que sea posible. Volveremos sobre este punto.
Se trata de una tesis razonable por coherente: una Europa incendiada es lo contrario de una Europa en la cual Alemania pueda jugar un papel constructivo junto a Rusia y China.
Una Europa en guerra significa el despliegue bélico, en escala ampliada, en las fronteras de Rusia y China.
Por el contrario, una Europa fuerte y próspera tendería a ser un actor no subordinado a Washington y, eventualmente, por su cercanía geográfica con Rusia y China, albergaría, en el largo plazo, un potencial de “neutralidad” que haría vulnerable a Occidente en caso de una agudización de las tensiones con el bloque eslavo-asiático.
Una vez más: Washington necesita la guerra en ese teatro porque está perdiendo la competencia con China. Una vez más: el proyecto europeo es un eunuco atrasado y pletórico de taras congénitas pues es un proyecto estadounidense.
Consecuencias
Cuando la confusión es grande, hay que preguntarse a quién favorece el facto de perfiles brumosos.
En el caso que nos ocupa, el atentado a Charlie Hebdo disparará, seguramente, dinámicas de legitimación del discurso filonazi de Marine Le Pen, actual jefa del Front National fundado por su padre, el cuasidelincuente Jean Marie Le Pen.
Y ello podrá ocurrir en aquellos países de Europa -y aun de fuera de Europa- donde la nostalgia nazi ha fructificado en orgánicas tangibles y presentes y con no desdeñable convocatoria callejera y, aun, electoral.
El ejemplo más a mano mezcla, en dosis semejantes, oportunismo con impudicia, y ha sido guionado por el primer ministro griego, Antonis Samarás: a horas de producido el atentado declaró que “…ha habido una masacre en París, pero algunos, aquí, invitan a más inmigrantes ilegales…”.
Oportunismo sin principios el de Samarás, quien, por esa vía, quedó pegado a otra impudicia de baja estofa: Madonna aprovechó la volada e ilustró su último disco con viñetas alusivas a Charlie Hebdo. Madonna y Samarás. Una sola y misma moral.
En estos momentos, la burguesía francesa discute cómo enfrentar al terrorismo. Los fascistas a la luz del día del Frente Nacional proclaman su solución: “Francia para los franceses”.
Los fascistas disfrazados de republicanos (aquí pica en punta el ex asesor estrella de Sarkozy, el sionista Bernard-Henry Lévy) contestan con la hipocresía hecha instrumento ya habitual de sus miserables epopeyas: “Unión nacional contra el terrorismo”.
A estos últimos, hoy los jefea Hollande, como ayer lo hizo Sarkozy. Éste traicionó a De Gaulle comprometiendo a Francia en la OTAN; aquél, acompaña con obstinado servilismo las guerras secretas y las no tan secretas de aquella OTAN cuyo corazón enfermo es “Gladio”, esa fuerza militar clandestina, de agresión y espionaje, que bien podría reclamar para sí todo el mérito del atentado a Charlie Hebdo.
Ahora vendrán caras extrañas sobre Francia y sobre Europa. El ministro del Interior, Bernard Cazeneuve, ha convocado a una gran alianza policíaco-militar internacional para “combatir el terrorismo”.
Si el curso de acción favorable a los intereses de Washington se impusiera como despliegue del espíritu de Occidente, nada bueno podrían esperar los trabajadores y el pueblo llano de Francia y de Europa.
Pero no necesariamente las cosas deberán ocurrir así. La contradicción antagónica es estructurante del discurso encubridor que, implícitamente, convoca al “choque de civilizaciones”.
Si dar el primer empujón a esta colisión civilizatoria hubiera sido el objetivo final de la maniobra criminal, el sentido común indica que se trataría de una demencial utopía carente de toda viabilidad. Las razones que fundan este aserto son principalmente dos.
La primera es que el propio discurso oficial que narra lo acontecido se halla atravesado por un oxímoron que opera como reflejo reflejante: es el odio islamista que no tolera los valores de Occidente -dice ese discurso encubridor-, pero esa misma narración se ve obligada a inventariar y difundir, pari passu, que unos pocos terroristas no son todo el Islam.
Si esto es así (y es así), no hay base material para fomentar con éxito ningún choque de civilizaciones. El oxímoron se enuncia así: el Islam es, in totum, una ideología antioccidental y terrorista y, en simultáneo, una minoría terrorista no puede opacar el hecho de que el Islam es una religión de paz.
La primera parte del enunciado estaría en mejor aptitud para legitimar una guerra de civilizaciones, pero la segunda desbarata el intento pues lo contradice de plano.
La segunda razón que debilita la tesis del choque de civilizaciones estriba en que cuando el objeto de la manipulación es un conglomerado de mil millones de personas (el mundo musulmán), en ese caso no basta con un atentado ni con muchos atentados para inducir a la guerra a unas masas que culturalmente sienten sólo la paz y la misericordia como valor.
En la cultura musulmana es la paz y no la guerra el valor máximo y no se trastrueca en unos pocos años un ser cultural que hunde sus raíces en los tiempos milenarios en que –enseña la tradición islámica- el profeta Mahoma instituyó el Corán como escritura sagrada. Podrán, tal vez, en suma, sembrar el caos en Europa pero jamás desatar un “choque de civilizaciones”.
En fin, decimos que no “se les fue de las manos” el espantajo terrorista que parieron ayer. Lo tienen firmemente aferrado en sus manos tintas en sangre y es una fuerza controlada por ellos cualquiera sea el apelativo con que se autonombren los terroristas que aparecieron, aparecen y aparecerán, aquí y allá, en puntos distintos y distantes del planeta pero siempre moviéndose a control remoto.
Y agregamos que sí, que hubo un “atentado a la libertad de expresión”; pero el valor libertad de expresión (considerado en este instante como valor de las masas populares de Occidente) en modo alguno es un valor de quienes conducen, desde sombras cada vez más evanescentes, el proyecto anglosajón de dominar el mundo.
Son ellos quienes mataron a los periodistas de Charlie Hebdo. Son ellos -el eje Washington-Londres-Tel Aviv-, cuya cantera inagotable de sicarios es esa asociación ilícita llamada OTAN, quienes perpetraron el ataque a la libertad de prensa.
(* ) Periodista, investigador, ensayista, colaborador de www.tesis11.org.ar