Agencia La Oreja Que Piensa. Por Lidia Fagale (*).
La historia que aquí se trata de significar es parte de un proceso que desborda las fronteras de una organización regional, como la FELAP, a la vez que le dan sentido a su origen-7 de junio de 1976- vigencia y futuro.
Un recorrido genealógico de la FELAP- podrá comprobar -desde sus principios hasta en el fundamento político-ideológico de sus acciones - el legado de ideas independentistas- sustento de la rebeldía histórica y permanente, indivisibles de su utopía.
Celebrar la historia como acto político
Hoy el patrimonio atesorado durante sus 40 años no debe ser percibido como una episteme cristalizada. Se trata de un corpus de ideas y acciones que han decantado en un proceso histórico que recorrió el SIGLO XX y lo que va del XXI. Y cuyo sedimento explica la experiencia acumulada y el sentido de un recorrido que no se detiene. Sencillamente porque en un mundo donde persiste la dominación, hubo y habrá resistencia.
Siempre habrá mujeres y hombres dispuestos a hilvanar organizadamente, en procura de un mundo mejor y a favor de las grandes mayorías, ese territorio marcado a sangre y fuego por injusticias de todo pelaje. Y la FELAP es una prueba de ello, irrefutable, contundente, esperanzadora de cambios impostergables tanto en el periodismo como en las sociedades en las que se desarrolla.
Nos convocamos a una celebración que impone un desafío trascendente. Si hay algo que caracteriza a la sociedad actual es la abundancia de signos sin sentido, por lo tanto hoy “significar” este aniversario -a través de nuestras narrativas y argumentos, que den cuenta de nuestra experiencia colectiva, es sin lugar a dudas, un acto político.
Periodismo y emancipación
Porque la Felap, es también la expresión de una construcción que no oculta los conflictos de intereses, las distintas sensibilidades éticas y posicionamientos políticos ideológicos, pero que comparte una historia común en el campo del periodismo y la comunicación y cuyo horizonte determina las formas de entender e interpretar el mundo en determinadas épocas con unidad de sentido político-ideológico al plantear para el periodismo y la comunicación un horizonte liberador que no está aislado de las grandes luchas emancipadoras que en todos los niveles se ha dado a lo largo de la historia en nuestra región, como en otras latitudes, por la liberación y la autodeterminación de los pueblos.
Revolucionaria, de nacimiento
Su acta de nacimiento explica de por sí la razón de su existencia al reconocerse como una organización antiimperialista, anticolonialista, popular y democrática, que adopta los métodos de lucha revolucionaria para el logro de sus objetivos a la vez que reconoce el carácter continental de los pueblos contra la opresión y sostiene que solo de ella surgirá la gran patria latinoamericana.
Y la idea de una organización regional propia autónoma y combativa de periodistas nace cuando América Latina ya había entrado en la denuncia fundamentada de la dependencia cultural, iniciando un camino de comprobaciones empíricas incuestionables que demostraban la existencia de desequilibrios y dominación en el campo cultural e informativo.
Inquietudes a las que se sumarían Asia y África. La crítica al desequilibrio informativo deviene en pensamiento antimperialista y las experiencias de comunicación alternativas están especialmente asociadas a los proyectos ideológicos culturales de liberación que tuvieron lugar a lo largo de toda la década del 70.
En tanto y casi paralelamente, América Latina abría paso a dictaduras militares y muchos ciudadanos, así como periodistas eran asesinados, desaparecidos, exiliados o estaban presos. Y la FELAP actuó en todos estos planos, incentivando la organización de verdades frente a la dominación cultural-mediática, aportando a la construcción de paradigmas entre la ética corporativa y la ética social, protegiendo a periodistas latinoamericanos perseguidos o en situación de exilio, denunciando las atrocidades del terrorismo de estado y sus objetivos.
Una batalla descomunal
Es en la primera década del siglo XXI y en un contexto marcado por la emergencia de las luchas sociales y los movimientos populares, que la Felap se inserta en la nueva cartografía de resistencias, situándose en la centralidad de la batalla.
Ahora tras el terrorismo el Estado en la región, es el terrorismo económico y mediático que conforman una pinza pretendidamente infranqueable para las mayorías frente al holocausto social provocado por las lógicas neoliberales que guiaron a la mayoría de los gobiernos.
La década de los noventa signada por la caída del Muro de Berlín, y el ascenso unilateral de Estados Unidos como máxima potencia mundial, intento poner en crisis la existencia de alternativas al nuevo orden que se imponía a sangre y fuego.
En nuestra región, el férreo cerco político que el imperio impuso a la Revolución Cubana no impidió que se acrecentará la capacidad de resistencia de la sociedad cubana y el liderazgo histórico de Fidel durante el largo y tortuoso periodo especial.
A medida que se consolidaba la hegemonía neoliberal en el continente, luego de la ´”década perdida”, la FELAP sigue dando su batalla a través de campañas , encuentros, convocatorias; redacta El Manifiesto por un Nuevo Periodismo que sella el posicionamiento ideológico de nuestra organización respecto al rol que deben cumplir los periodistas y comunicadores en esa etapa.
Enfrenta a quienes declaman un “periodismo independiente”, fomentando a su vez la creación de organizaciones paralelas financiadas por sectores que atentan contra los intereses de los periodistas y de las mayorías latinoamericanas, intentando, entre otros objetivos aislar a los periodistas cubanos y a su organización y a todas aquellas organizaciones que no fueron derrotadas ideológicamente ni quebradas durante la década de los 90.
Las mismas ideas, nuevas batallas
Serán las experiencias de Venezuela, Bolivia y Ecuador las que ahora suman al intento por reinstalar la lucha anticapitalista en la región.
En otros países, como Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay se crean puntos de ruptura con la agenda económica y política que dominó toda la década anterior. Este ciclo de esperanza y vitalidad política social encuentra el respaldo firme de la FELAP y la idea martiniana que selló para siempre su nacimiento recobró fuerza en la lucha por defender estos procesos, No habrá periodismo libre sin patrias libres, decía José Martí, una idea que hasta el día hoy corre por las venas de la FELAP.
La Felap y la contraofensiva conservadora
Transcurridos tres lustros desde el ascenso y consolidación regional de dichos procesos la región vive una contraofensiva conservadora y el sistema capitalista no logra salir de la crisis en la que se encuentra sumergido.
Hoy, el mundo y también Latinoamérica está acechada por fuerzas regresivas, con perfiles derechistas y anhelos restauradores. Y la FELAP está, como siempre, persistente y obcecada con la idea de vivir en un mundo mejor para contar con mejores personas, con mejores periodistas.
Una organización- la FELAP- que se ensambla y entrelaza con todas las historias de resistencia y lucha por un mundo libre del yugo imperial-capitalista. Porque siempre supo que los problemas de los periodistas y los comunicadores tienen origen en esa ciénaga común que el sistema alimenta para todos los ciudadanos de este mundo, expandiendo injusticias, crímenes, hambre, guerras, atropellos, saqueos de todo pelaje.
Se trata sí, de una trágica presencia del más voraz de los imperios – los Estados Unidos- que la humanidad haya conocido hasta hoy y cuyas aventuras militaristas se hacen sentir en cualquier lugar del planeta. Pensemos en Siria, en Yemen, en Palestina, Libia, Venezuela…
La FELAP no abandona una de las batallas más estratégicas del presente siglo. Es en la comunicación y en el campo de la cultura donde se centra la pelea más difícil para la disputa del sentido hegemónico que funde la conciencia con el mercado y el consumo. Desbaratar la mentira, la ilusión y no la esperanza de emancipación es quizás la tarea histórica más difícil e irrenunciable que la FELAP jamás abandonará, para el aporte transformador de un periodismo capaz de sobreponerse a sus propios límites.
Juventud, legado y nuevos retos
Este recorrido nos deja un legado para las próximas generaciones que nos impulsa hacia nuevos retos. Lo dijimos, no se trata apenas de una celebración que cristalice la historia sólo para recordarla, escribiéndola o contándola en ocasiones diversas.
El calendario de la historia esta cruzado por tiempos más cortos y veloces. Se trata de una celebración que deviene en acción al empujar la historia más allá de los límites biológicos de la vida de quienes la impulsamos hoy y la impulsaron ayer. Y las nuevas generaciones, garantía del proyecto FELAP no son ni serán, como diría Pierre Bourdieu, una juventud que evoque un concepto “vacío”.
Aquí las nuevas generaciones- como escribiera José Carlos Mariátegui “no deja de ser una de las necesidades más evidentes, más actuales, de los partidos u organizaciones revolucionarias, pero, a condición de que los jóvenes sepan que mañana les tocará cumplir su misión, sin los álibis de la juventud, con responsabilidad y capacidad de hombres y mujeres.” Consientes que estamos en un mundo que coloca a la juventud en el núcleo duro del consumo.
Y a la vez los moldea, con las dagas de una revolución simbólica, que subvierte las estructuras cognitivas y el orden representativo inoculando su virus en la percepción y apreciación del universo social conocido hasta hoy.
Pero no a todos les han ganado la cabeza y hoy una porción importante de la juventud latinoamericana en este escenario regional (incidido también por otros cambios en otras latitudes) multifacético y diverso, con la acumulación de experiencias de lucha que dejan su huella, el acumulado de vivencias que no son historia petrificada, prolongaran esa luz que le dio origen a la FELAP para seguir iluminando el camino de la verdad desde la acción colectiva.
Porque para la FELAP el desafío sigue siendo aportar a una cultura en la que el pasado sea útil y no coactivo. Se trata, como siempre se trató, de ubicar el futuro entre nosotros, para que lo ayudemos antes que nazca con la fuerza de las ideas y nuestros principios.
Miles de comunicadores populares aportan desde sus trincheras cotidianas verdades que no son el titular de ningún medio de comunicación.
En todas esas experiencias está el espíritu de la Felap, en ellas vive. Porque como alguna vez resonó en la Universidad de la Habana y en palabras del ex Presidente de la Felap, ya fallecido, Luis Suarez, “la FELAP no sobrevive, vive a pesar de la indolencia de muchos o la agresión y la traición de otros”. Y esta es una realidad que también atraviesa a cada una de las organizaciones que la integran.
Que viva la FELAP entonces y cada una de las organizaciones que la integran.
(*) Periodista –Argentina-. Secretaria General de la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires (UTPBA)