Agencia La Oreja Que Piensa. Por Adolfo Pérez Esquivel. (*) 13 octubre 2022
En estos momentos es bueno y necesario hacer memoria, no para quedarnos en el pasado, sino para que nos ilumine el presente y poder avanzar en la construcción de una sociedad mejor, más fraterna y solidaria.
Cuando me anunciaron que me otorgaban el Premio Nobel de la Paz, fue durante la dictadura militar, hacía poco tiempo que había salido de la prisión, y la represión y persecuciones continuaban.
Nunca esperé reconocimiento personal por las luchas sociales en bien del pueblo. Cuando me anuncian lo del Nobel, lo primero que digo es que lo asumía en nombre de los pueblos de América Latina, de los hermanos y hermanas indígenas, trabajadores, religiosos/as en todo el continente, porque mi trabajo no era de una persona.
A 42 años, muchas luces y sombras viven los pueblos y debemos continuar la lucha por el respeto a la vida y dignidad de las personas y los pueblos.
Hoy tenemos democracias débiles y debemos tener presente que la democracia no se regala, se construye con la participación de los pueblos. Los derechos humanos y la democracia son valores indivisibles; cuando se violan peligran los derechos y la libertad.
A 42 años continuamos reclamando la igualdad y derechos para todos y todas, reclamar la libertad de las ahora 6 mujeres mapuches en Villa Mascardi, que los diputados asuman de una vez la responsabilidad de sancionar la ley que reconozca el derecho de los pueblos originarios a sus territorios. Que termine al discriminación y persecución a las comunidades.
La especulación financiera, la dolarización de la vida son los mecanismos de dominación que buscan imponer a nuestro pueblo. Se necesita de la rebeldía cultural y las movilizaciones populares para lograr fortalecer los derechos humanos y la democracia.
A los mensajes de odio, de división del pueblo, de los intentos de vulnerar sus vidas y derechos, hay que unirse en la diversidad y hacer un frente de todo el pueblo para la vida y esperanza que “otro mundo es posible”.
Luchar contra la Lawfare, contra los pregoneros del odio y de las divisiones y quienes intentaron asesinar a la vicepresidenta Cristina Kirchner. También contra los responsables ocultos en las sombras de la cobardía y los medios hegemónicos de comunicación, pregoneros de las mentiras y el odio. A todos ellos hay que responderles con serenidad y con unidad popular por la Verdad y la Justicia.
A 42 años, nos estamos poniendo viejos, porque el tiempo pasa, pero el espíritu y esperanza en la lucha continúa viva y fuerte por un mundo mejor, de igualdad y derechos para todos y todas. Hasta la Victoria Siempre.
(*) Premio Nobel de la Paz 1980.