Agencia La Oreja Que Piensa. Por Miguel Ramondetti. (*)
La chica del súper de mi barrio, poco más que una adolescente, atiende a su última cliente con una cara que da lástima. “estas cansada”, le dice esta, mientras recibe el vuelto que le entrega la cajera, que mientras tanto, le responde con simplicidad: “Y… ¡son 12 horas seguidas!
Mi amigo remisero, cuando llegan las 10 de la noche , mira el reloj y comienza a levantarse con la intención manifiesta de batirse en retirada. “Y…mañana hay que madrugar, ¡son 12 horas al volante!.
Esto sucede hoy con los trabajadores que se sienten felices, porque todavía no han perdido su trabajo o tuvieron la suerte y el privilegio de conseguirlo…
1886. El 1° de mayo de ese año, 7 trabajadores fueron condenados muerte y ejecutados por el enorme “delito” de haber luchado para conseguir una legislación que permitiera al obrero vivir con el salario de 8 horas diarias de trabajo.
Durante muchos años esto fue una realidad. Gracias a este sacrificio humano, ofrecido en el altar del dios perverso y anti-humano del sistema capitalista.
Desde entonces el 1° de Mayo se convirtió en el “Día del trabajador” para recordar aquel sacrificio y los beneficios obtenidos gracias a él.
El “sacrificio” sigue vigente (hoy más que ayer)pero los beneficios se van evaporando.
La vuelta a la jornada de 12 horas y más horas es una enorme regresión en la historia del trabajo humano y una afrenta a aquellos luchadores que entregaron sus vidas por la causa de la justicia.
La “celebración “ del Día del trabajador en estas condiciones puede convertirse así en una de las tantas hipocresías de nuestro tiempo, si no la aprovechamos como una ocasión para renovar nuestro compromiso de lucha, como única forma de superar esta regresión y esta afrenta con dignidad.
Que en este día, el ejemplo heroico de los Mártires de Chicago nos impulse a continuar la lucha, condición indispensable para recuperar y mantener viva nuestra esperanza.
(*) Miguel Ramondetti. 1923-2003. Fue sacerdote católico argentino, militante popular y uno de los fundadores del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo (MSTM).
Texto extraído de su segundo libro ¿Que Mañana? 2da parte año 2005.