Agencia La Oreja Que Piensa. Por Roberto García. Diario La Opinión. 5 septiembre 1975
"La despedida excedió el marco musical. Y es obvio: ¿qué figura en Buenos Aires puede convocar a 30 mil personas? (y que además paguen seis mil pesos viejos por cada localidad). Fue lo que ocurrió en el Luna Park la noche del viernes, al ofrecer el conjunto de rock Sui Generis un recital en dos funciones para despedirse de su público".
"El primer acto empezó a las 20 y 30. Las entradas estaban agotadas desde quince días antes, pero hubo gente que se instaló en los alrededores desde las siete de la mañana. Conel filo de la tarde creció la multitud (había colas por Leandro N. Alem y por Madero). Los rutinarios de la zona, ignorantes del festival, nada entendían; mucho menos los noctámbulos tangueros que, a las tres de la mañana del sábado, vieron desfilar a ese río de muchachos por una fría avenida Corrientes cada vez más triste y decadente".
"¿Quiénes son?", preguntó un porteño veterano. "¿Gardel?", se contestó bromeando. En rigor, se quejaba por no encontrar una silla en el Suárez, una de esas dos islas que todavía mantienen la luz prendida toda la noche en la calle de sus amores. "Ni con Locche", se sorprendió uno de los kiosqueros del Luna Park. "Ni con Monzón", precisó un cliente que le compraba cigarrillos. Y era cierto. En esas peleas hubo entre 20 mil y 25 mil espectadores".
"La fiesta estaba en la gente. En la ropa: allí se mezclaba la extravagancia y el pelo largo con el atildamiento y la pulcritud de aquellos que recién habían dejado la oficina. Los vendedores de café y gaseosas -también había de whisky- liquidaron sus stocks; otros mercaderes empezaron ofreciendo posters de Sui Generis a tres mil pesos viejos y los agotaron en cinco mil".
"Había clima de histeria en los controles. No menos nerviosa estaba la guarda de corps del conjunto (y uno se acordaba de un festival de los Rolling Stones que terminó con un crimen y varios heridos). Los asistentes de la primera función no quisieron abandonar el estadio; casi se llegó al desalojo. Hasta la policía parecía algo intranquila. Es que hubo mucha gente, también silbidos. Todo se filmó con cuatro cámaras dirigidas por Bebe Kamín y supervisadas por Leopoldo Torre Nilsson. La recaudación tuvo su interés: 180 millones de pesos viejos, de los que dispondrá el productor del conjunto, Jorge Alvarez, aquel audaz editor de antaño".
"El filósofo austríaco Lidwing Wittgenstein escribió que "lo que puede ser mostrado, no puede ser dicho". Y aquí es donde falla cualquier explicación del fenómeno Sui Generis, a pesar de que finalmente se intente. Ellos dicen "buenas noches" y se produce el estruendo; luego se generan diálogos como los que sostienen Gaby, Fofó y Miliki con los chicos. Pero entre la ingenuidad y la escasa poesía de las letras, se alzan los decibeles, el frenesí musical y algunas historias cantadas".
"Por ejemplo, la de una normal familia norteamericana que mata a hachazos a sus hijos y parientes; o aquella que habla de la importancia de hacer ahora lo que papá y mamá bajo la frazada, sin hablar de aquella otra, la de un muchacho de 20 años que integra "un ejército loco de pelo corto en el que todo está tan confundido que se creeo que yo soy el otro".
"Sui Generis es un conjunto de cuatro miembros en el que dos predominan. Uno, Charlie García, compositor de todos los temas, toca simultáneamente dos órganos electrónicos, a veces la guitarra, el piano se lo reserva para el jazz. Se viste con frac y galera de lamé blanco, lleva una orquídea en el pecho y zapatillas de básquet. El otro, la melancólica voz que caracteriza a Sui Generis, se llama Nito Mestre, tiene apariencia andrógina, se especializa en la guitarra y la flauta. Se pueden haber parecido a Simon & Garfunkel, su música tal vez sue3ne como la de otros grupos norteamericanos o ingleses, el piano a martillo quizá influya sobre todo lo que compone García, un virtuoso que hasta se viste como León Russell. Pero más parece importar lo que ogran con la gente, ese público fiel que oscila entre los 14 y los 20 años, del que son genuinos representantes. "Porque eso es lo que no se puede negar -puntualizó un porteño escéptico-, sobre todo en este país, de tan extraña democracia, en el que seguramente ningún partido político hoy puede juntar diez mil en el Parque Lezica".
Fuente: www.rock.com.ar