Articulo escrito 2016.(*)
Agencia La Oreja Que Piensa. Por Leandro Adrián Balbuena (**)
Si los maestros que pasaron antes por estas páginas no han sabido desasnarnos al respecto, la verdad es que dudo que pueda hacerlo yo. Pero me pidieron que lo intente y si dos de mis ídolos me lo piden… ¿cómo no sumergirme en estas aguas y tratar de nadar a la orilla? Al fin y al cabo eso es lo que hice toda la vida.
Nací y me crié y aún me sigo criando en el conurbano bonaerense, más precisamente en Berazategui. Soy hijo de una costurera y de un colectivero, ambos con un alma impresionante y laburadores como pocos.
Laburaban tanto que nunca podían llevarme al cine ni al teatro. Sin embargo, mi vieja sí me compraba libros y revistas, más aun sabiendo mi amor por la lectura y por el saber.
Una vez, llegó a casa con dos libros recopilatorios de cuentos de suspenso compilados por un tal Alfred Hitchcock (“Primera Redada” y “Las palabras de la víctima”). Me los devoré y a la semana fui al videoclub del barrio y alquilé algunos films del gordo.
Fue amor a primera vista. Mi vieja también era y es fanática del cine de terror. Entonces alquilábamos varios VHS por fin de semana y los mirábamos sentados en la mesa. Esa costumbre luego se extendió a mi grupo de amigos. Así nació mi amor por el cine y la literatura.
Nunca me sobró nada. Es más, diría que me faltaron varias cosas, pero eso quizás me enseñó a arreglármelas con poco dinero y con muchas ganas. Incluso me iba a la biblioteca y pedía libros de Arthur Conan Doyle o Bioy Casares para leer porque no tenía para comprarlos en librerías.
Hace cuatro años que con mi hermano de la vida, Héctor Cañas, decidimos que queríamos hacer una revista donde volcáramos nuestra nerdencia y la queríamos hacer en papel.
Obviamente no teníamos el dinero para hacerlo, entonces recurrimos a las chucherías que teníamos en casa y al mangazo directo a gente que hace cine de género en el país.
Con lo que conseguimos hicimos una mega subasta y con lo recaudado lanzamos el número 1 de la revista Cine Fantástico y Bizarro.
Ese numero 1 lo imprimió un amigo de la nerdencia y la independencia como es el gordo Marcelo Yañez. Imprimimos 100 ejemplares y vendimos la mayoría, así que para el número 2 le compré la impresora a Marcelo, compré una guillotina y empecé a imprimirla yo mismo.
Hoy vamos por el numero 17 y ya la imprimimos en una imprenta profesional y el último número fue todo a color. También agrandamos la tirada y el tamaño. Han pasado casi 4 años de esta epopeya y aún sigo diciéndole a mi mujer y a mis dos hijos (estoy esperando el tercero) que en algún momento veremos los frutos de tanto esfuerzo.
La verdad es que tratar de llevar adelante una revista cultural y de nicho como la nuestra me trae enormes placeres y satisfacciones. Conocí gente hermosa y laburadora, fui jurado del Festival Buenos Aires Rojo Sangre y muchas cosas más, pero aún sigo viviendo de mi laburo como panchero en un hospital porteño.
Sigo levantándome a las 5:30 de la mañana y tomando tres bondis hasta el laburo cargando una mochila con 50 revistas como mínimo, ya que al salir del laburo salgo a distribuir la misma por comiquerías y puestos de diarios amigos (por suerte, el resto lo hacen distribuidoras amigas).
Aún sigo vendiendo mis cosas en subastas para poder seguir adelante con este proyecto y otros que han ido surgiendo, como los premios Cacho y nuestra propia remera realizada por amigos de la independencia como Cristian de Lm Stamp y la gigante del trazo Villy Villain.
Quiero creer que se puede llegar a vivir algún día de la revista que hago y sus derivados, quiero creer que así como George Lucas, Steven Spielberg y Axel Kuschevatzky la pegaron arrancando desde cero, yo también puedo.
No sólo quiero creerlo por mí, sino por todos los amigos redactores que me vienen acompañando y por mi mujer y mis hijos. Al fin y al cabo todo lo que hice, hago y haré es para que ellos sientan orgullo de su padre y si le preguntan puedan decir que su padre es director o editor de una revista y no sólo un gordito panchero y simpaticón.
Bueno, creo que ya me fui de mambo, las respuestas a la pregunta impuesta son tan distintas y variadas como las ramas de la cultura existentes.
Creo que desde el aspecto monetario se puede llegar a vivir de la cultura, pero las formas son tantas que dudo que alguien tenga la fórmula. Desde otros aspectos de la vida, aspectos que quizás son más importantes o motivadores, como el hacer y el motivar a otros a hacer o el recibir elogios por tu laburo, ahí sí puedo afirmar que se puede vivir de la cultura y esa es la vida que merece ser vivida. Para comprar zapatillas o pagar la luz está el mal llamado “laburo formal”.
Hace unos días, en el kiosco donde laburo, le estaba haciendo un pancho a un pasea perros de unos 50 años que le da el pancho al perro que pasea, me ve con mi remera de The Shinning y me dice: “Ah, esa es la remera de la revista Cine Fantástico y Bizarro”. Me quedé perplejo porque el tipo no sabía que yo era el director, entonces le digo: “Sí, esa misma, ¿la conocés?”. Y él me dice: “Sí, la compro cada tanto, me hace acordar a una revista que traía mi hermano de afuera”. Lo sigo indagando y le pregunto cuál era esa revista y él me dice: “Fangoria”. La sonrisa no me la pudieron borrar en todo el día.
Si eso no es vivir de la cultura no sé qué lo sea. Esa es la recompensa que tenemos los que nunca nos quejamos y preferimos arremangarnos y hacer, ya sea una revista o una banda de música o un guión de cine o lo que se nos ocurra. Hacer es una de las cosas más bellas del mundo. Los que dormimos poco pero lo hacemos felices tenemos estas recompensas, como por ejemplo que vos estés leyendo esto que me puse a escribir un miércoles 28 de diciembre a las 23:40 hs antes de irme a duchar para dormir y mañana arrancar de nuevo.
(*) De una propuesta de Gabriel Patrono y Hernan Panesi ¿Se puede vivir de la cultura?
(**)Director de la revista Cine Fantástico y Bizarro http://www.revistacfyb.com.ar