Agencia La Oreja Que Piensa. Marsella-Francia 2010. (Por Hernán Harispe)
El martes 12 de octubre se realizó la sexta manifestación en contra del contenido de la reforma jubilatoria que impulsa el gobierno francés. Desde la primera huelga, concretada el 24 de junio, el movimiento no ha dejado de crecer. La de este martes fue la más importante.
A las 240 movilizaciones en diferentes ciudades, se agregaron huelgas en los transportes ferroviario, aéreo y urbano, en los puertos, en el correo, en amplios sectores de la industria privada y en las refinerías de petróleo. Miles de jóvenes estudiantes, de universidades y colegios se unieron a las manifestaciones.
Aunque no se exprese claramente en el fondo de la lucha por el tema de la jubilación hay un malestar social profundo en amplias sectores de la sociedad: empleo, salud, educación y nivel de vida está en el trasfondo de todas las demandas. Por eso las movilizaciones -que son convocadas por todas las centrales sindicales- según dos sondeos -BVA y CSA- muestran que el 66 % de los franceses son partidarios de endurecer las acciones contra el proyecto del gobierno y que el 69 % sostienen las acciones programadas por los sindicatos. Solo el 16 % está opuesto a la medida. El13 % se declara indiferente y 2 % no tiene opinión.
Más significativo todavía es que el 61 % de los ciudadanos es partidario de una huelga durable. Es decir, que la relación de fuerza es favorable al movimiento social.
Los dirigentes sindicales alertan sobre la situación, ante lo que se considera una posibilidad de desbordes de sectores muy exasperados y dispuestos a acciones autónomas, como ya se expresaron en múltiples conflictos este último año en fábricas y talleres. Conflictos que sobrepasaban los encuadramientos y las directivas sindicales.
Jean-Claude Mailly, secretario general de FO exhorta al gobierno a nos apostar a un enfrentamiento con los sindicatos. "No sería responsable en una democracia que un gobierno apueste a un enfrentamiento con los riesgos que eso supone".
Bernard Thibault, de la CGT, estimó que “no es sorprendente de que hayamos llegado a este punto", evocando la amplificación del movimiento y los numerosos llamados que se producen a la huelga reconductible. Puso en guardia al gobierno: "Si se continúa con la intransigencia, no habrá que sorprenderse que la acción tome otras formas".
La pregunta que circula hoy es simple y profunda: ¿quién puede parar este movimiento social? A pesar de las tentativas de división, de mensajes intimidantes de los medios de comunicación, de la diversión, da la impresión que el gobierno no puede retomar las riendas en este tema de la jubilación, la esperanza cambió de campo. La prueba es la determinación de los ciudadanos de conservar un movimiento fuerte, durable y amplificado.
Lo evidente es que está en marcha un movimiento que es sindical en la forma, pero cuyo fondo apunta hacia un cambio de dirección política en el país. No es casual que, sin ocultar diferencias, todos los sectores progresistas de Francia, todas las expresiones de la izquierda, parlamentaria o no, los republicanos, las asociaciones que luchan por los derechos humanos y contra las discriminaciones, están unificadamente movilizadas. Hay una fuerza en movimiento.