Agencia La Oreja Que Piensa. Por Carol Calcagno (*)
En ese tiempo, todavía no era vegetariana menos vegana.
En ese tiempo, todavía nos juntábamos en familia para almorzar afuera.
El menú clásico que ofrecía este lugar eran pastas, sin embargo, esa vez pedí salmón rosado, a la parrilla, con ensalada. El mozo sugirió papas fritas.
Los ruidos de copas, platos y cubiertos lograban ser una orquesta perfecta entre el bullicio de la gente; y el movimiento constante de los empleados, que atendían con velocidad.
Hoy, luego de 83 años de su inauguración, Pippo sí...el de la calle Montevideo, cierra sus puertas. Guardando los recuerdos, de aquellos que tuvimos el gusto de compartir la sabrosa cocina porteña.
(*) Escritora y periodista.